El asombroso caso de la empresa de fiestas sexuales participada por el Tesoro británico
La compañía Killing Kittens busca financiación por micromecenazgo para expandir sus bacanales más allá del Reino Unido
Londres¿Cómo es posible que una compañía que se dedica a matar gatitos tenga como parte del accionariado, aunque sea muy pequeña –un simbólico 1,5%–, ¿el Tesoro de su majestad? Todo ello es algo enrevesado y está relacionado con la pandemia y con el sexo seguro y empoderado para mujeres –al mismo tiempo arrauchado y en un entorno en el que cualquier fantasía es posible– que con el exterminio indiscriminado y en masa de amables mascotas.
Como el mercado todo lo acepta, y no entiende demasiado de moralidad, la empresa en cuestión, Killing Kittens, acaba de organizar en Londres uno de los eventos que tienen lugar en la City para captar nuevos inversores. El objetivo es conseguir suficiente capital, en este caso a través de la plataforma de crowdfundingRepublic Europe –antes Seedrs–, para expandirse globalmente y promover sus fiestas sexuales no sólo en Londres, Berlín, Miami y Sydney, como hasta ahora, sino también llevarlas a Los Ángeles, Venecia, Lisboa y París. Hasta ahora, los ingresos de Killing Kittens proceden, en el 90%, de los actos celebrados en Reino Unido.
Hay que aclarar qué significa en inglés coloquial la expresión killing kittens, que literalmente se traduciría por "matando gatitos". Es casi un chiste. Sugiere que cada vez que uno realiza una acción considerada tabú, Dios mata a un gatito. La frase apareció originalmente como titular de una publicación para estudiantes en la Universidad de Georgetown, The Gonzo, en 1996. Se leía, en la cubierta: "Cada vez que te masturbas, Dios mata a un gatito. ¿Cuántos más deben morir?"
Emma Sayle, cofundadora de Killing Kittens, explicaba una versión de todo ello en mayo en un artículo en la web Grazia. "Tuve la idea de Killing Kittens [en el año 2005] mientras trabajaba de relaciones públicas para un espectáculo de erotismo. Quedé muy frustrada porque todo estaba muy controlado por los hombres: todos los juguetes sexuales y la lencería estaban diseñadas por hombres, para que las lucieran mujeres. Las fiestas sexuales parecían también muy orientadas a las necesidades de los hombres. fue cuando, mientras estaba borracha en Ibiza en una boda, alguien llamó por teléfono y dijo: «Estáis todos sentados matando gatitos?» Ese comentario casual se convirtió en el nombre de la compañía".
Y ha crecido lo suficiente, según datos de la empresa: 15.000 participantes anuales, unos 250.000 desde la fundación de la empresa (2005); 22 ciudades que han acogido fiestas en 10 países. Y convertir el movimiento en "un fenómeno global que da la bienvenida a todos los géneros y sexos para jugar".
¿Suena increíble que en la City se dediquen a captar dinero para este tipo de proyectos? Nada. Captan para todo tipo de proyectos: honorables, poco honorables e ilegales. ¿Debería sorprender que, como reveló el Financial Times hace dos años, ¿el Tesoro británico tenga una participación en Killing Kittens? Quizás sí. El responsable último es Rishi Sunak, exprimer ministro británico y exministro del Tesoro, y la causa, como se ha apuntado, la pandemia.
En los primeros meses del estallido de la covid, durante la primavera de 2020, el ministerio de Economía puso en marcha un programa para ayudar a empresas innovadoras que habían quedado paralizadas por los confinamientos. Sayle utilizó el llamado Future Fund para mantenerse en el negocio cuando las fiestas tuvieron que cancelarse.
Los préstamos concedidos a través de Future Fund tienen una cláusula inusual: se convertían en acciones en la siguiente ampliación de capital de la empresa. Todo ello ha dejado al contribuyente británico con participaciones en cientos de compañías: desde el club de fútbol Bolton Wanderers hasta la cadena Black Sheep Coffee. En el momento de poner en marcha el Future Fund, el entonces ministro del Tesoro Sunak dijo que las inversiones apoyarían a "empresas emergentes y empresas innovadoras". En la última ampliación de capital, la empresa de sextech había recaudado 1 millón de libras. El valor de mercado del grupo KK es ahora de unos 15 millones de libras esterlinas. Si vendiera las acciones, el gobierno recuperaría con creces la inversión inicial.
En el 2020, las ayudas del Future Fund a Killing Kittens atrajeron no pocas críticas, cuando la diputada laborista Sarah Champion pidió al canciller del Tesoro, Rishi Sunak, que suprimiera los pagos a los organizadores de esas fiestas. Unas críticas que no todo el mundo entendió, porque Killing Kittens, en principio, pone los derechos de las mujeres en el centro de su compañía.
Fiestas que en el 2026 tendrán un primer escenario en alta mar, a bordo de un crucero de una semana por la Riviera y que los días 9 y 10 de junio atracará en Barcelona. De acuerdo con el acto de captación de fondos, la iniciativa ha generado ya 350.000 libras de ingresos por las cabinas a la venta en las primeras ocho semanas de la oferta. El precio no es barato: desde las 4.100 libras hasta las 10.499 libras las más lujosas.
El grupo de sextech también busca su primer local en Londres para albergar eventos, reducir costes –hasta ahora, los escenarios son todos alquilados: mansiones, castillos o lugares menos lucidos: un bosque, por ejemplo– y generar nuevos ingresos y recientemente ha puesto en marcha una. filial para fiestas homosexuales y hombres bisexuales, llamada KK Homme. La obligada aplicación Wax, que se puede utilizar como cualquier aplique de contactos, pero que en teoría garantiza un entorno seguro, completa la oferta que puso en marcha Emma Sayle.
Para participar en la fiesta en KK –los hombres pueden asistir como invitados– o en KK Homme es necesario ser miembro del club y pagar un importe mensual que no supera las 200 libras. Se deben añadir los tickets por cada evento específico. Todo ello, tiene innovador poco, pese a lo que dijera Sunak. Porque, más o menos, estas prácticas son tan viejas como lo que se practica.