La epopeya de 17 años de CaixaBank por recuperar el precio de la acción
La entidad catalana supera por fin los 5,35 euros por acción que registró el 19 de octubre del 2007
BarcelonaSi el lector está familiarizado con la cifra 5,25 y con fecha del 10 de octubre de 2007 es bastante posible que el lector sea accionista de primera hora de CaixaBank. O mejor dicho, de Criteria, el holding empresarial de la Caixa, que salió a bolsa hace 17 años y que con el tiempo protagonizó una metamorfosis: ya no es el holding el que cotiza, sino la entidad financiera.
Casi 17 años después, las acciones del banco catalán con sede en Valencia han logrado por fin superar el valor récord de 5,35 euros que alcanzó unos días después de la salida. Esta semana, en plena dinámica alcista en el calor del elevado nivel de los tipos de interés y en las puertas de presentar resultados, CaixaBank ha alcanzado los 5,45 euros por título, unos niveles que parecen ciencia ficción si recordamos que el 2020, en pleno confinamiento por la pandemia de la Covid-19, descubrían sus mínimos históricos situándose en el umbral de los 1,50 euros.
Desde 2007 hasta la actualidad CaixaBank ha vivido una verdadera epopeya, que no deja de ser una de las muchas que se han producido en la banca española en este tiempo. Para empezar, conviene tener en la cabeza que Criteria salió a bolsa a falta de sólo 11 meses para el hundimiento de Lehman Brothers, una quiebra que dio inicio a la Gran Recesión.
“Visto en perspectiva, Criteria salió a un precio muy alto y hubo mucha presión comercial en las oficinas para colocar acciones a sus clientes”, reflexiona Xavier Brun, profesor del máster en mercados financieros de la BSM, “ y no fue un éxito, ya terminó el mes por debajo del precio de salida”.
Lo cierto es que después de años de euforia económica fundamentada en el ladrillo, en el 2008 la fiesta se convirtió en monumental resaca. Esa debacle económica mundial tuvo un efecto directo en los bancos españoles. El mercado de préstamos interbancario se secó frente al estado de pánico generalizado respecto a la solvencia real de las entidades. Y las agresivas políticas comerciales que se habían llevado a cabo durante años para alimentar la codicia inmobiliaria en la sociedad española dejaban a la gran mayoría de bancos y cajas en una situación delicada.
La historia es conocida: decenas de entidades desaparecieron, adquiridas por bancos o entrando en fusiones de cajas con más o menos futuro. La Caixa optó por una fórmula pionera para seguir adelante: Isidre Fainé, presidente del grupo, impulsó la transformación de la entidad de ahorros en un banco: la Caixa se convertía en una fundación bancaria propietaria al 100% del holding de participaciones industriales Criteria , que era a su vez la propietaria de CaixaBank. El 1 de julio de 2011, CaixaBank empezaba a cotizar en bolsa como heredera de los títulos de Criteria.
Cambios de caras
Toda esa transformación en la que ya era y todavía es la primera empresa de Catalunya en términos económicos la llevaron a cabo el propio Fainé con su consejero delegado, Joan Maria Nin. Sin embargo, el tándem se rompería en el 2014: tras una sorda batalla por el poder en la entidad, Fainé fulminó al directivo catalán y apostó por Gonzalo Gortázar en su lugar.
El siguiente gran cambio llegaría en el 2016. Fainé debía elegir entre el cargo de presidente de La Caixa y el de presidente de CaixaBank, dado que el Banco Central Europeo no permitía la duplicidad que había tenido hasta entonces. Y al elegir la fundación, el financiero de Manresa situó como presidente del banco a Jordi Gual. Sería ese tándem el que afrontaría la crisis del 2017, cuando la entidad ejerció toda su influencia para forzar un cambio de ley que facilitara el cambio de sede social sin pasar por la junta de accionistas, en el llamado decreto Guindospero que en amplios ámbitos del sector se denominó decreto Fainé.
Para encontrar las actuales caras en la cúpula del banco hay que viajar en septiembre del 2020: como avanzó el ARA, Fainé impulsó la fusión con Bankia, que daría al banco un gran salto en capitalización y cuota de mercado, hasta en convertirse en la primera entidad de España en clientes particulares. Con la absorción de Bankia, José Ignacio Goirigolzarri se quedaba el trono de Gual.
La década de los años 10 fue dura para el conjunto de la banca. Con los tipos de interés situados en mínimos históricos (e incluso en negativo) el negocio bancario se convirtió en un quebradero de cabeza. El sector perdió unos 120.000 empleos, y las entidades se redujeron de unos sesenta hasta la decena que quedan hoy (con sólo Santander, BBVA, CaixaBank y Banc Sabadell entre las grandes).
El momento actual es dulce para la entidad de las torres negras de la Diagonal. Instalado en una dinámica de beneficios récord, la recuperación del precio de la acción del primer día es la guinda de un banco que vive el mejor momento de los últimos 17 años. De hecho, sólo Bankinter, menor de tamaño, tiene una evolución de la acción mejor que el banco de la estrella si se toma como referencia en octubre del 2007.
Un negocio mejor de lo que parece
¿Hicieron un buen negocio los accionistas de CaixaBank y Criteria? Para responder a la pregunta es importante recordar que una acción no es importante sólo por si sube o baja de precio, sino por los dividendos a los que da acceso. Y es este segundo factor el que hace que la acción de CaixaBank sea mucho mejor de lo que podría pensarse en un título que ha tardado 17 años en recuperar el valor de sus primeros días.
Según la información de Bloomberg, si un accionista hubiera invertido 100 euros en octubre del 2007 en el banco catalán con sede en Valencia, hoy tendría 303, entre el valor de la acción y los dividendos recibidos. Sólo Bankinter (382) le supera. Por detrás, sólo el BBVA (125) ha ofrecido un retorno positivo a los accionistas, mientras que Santander y Sabadell han visto cómo de los 100 euros iniciales los inversores perdían una parte.
Y el futuro, además, pinta bien. A unos niveles medianamente elevados de tipos se suma un cierto vigor de la economía española y un sector muy concentrado donde la banca sigue teniendo un acceso barato al dinero con el que hace negocio. Así es como, 17 años después, CaixaBank puede sonreír cuando mira su precio de mercado.