Dimite por sorpresa Jens Weidmann, el halcón alemán de la austeridad, después de 10 años de derrotas
El presidente del Bundesbank deja inesperadamente el cargo en el momento en el que la inflación europea está al nivel más alto en 13 años
Jens Weidmann se va. El que ha sido el principal bastión de la austeridad durante la última década en el Banco Central Europeo ha anunciado inesperadamente que dimite después de diez años de derrotas. Abandona el cargo de gobernador del Bundesbank (el banco central alemán) "por motivos personales" justo cuando su gran avaladora, Angela Merkel, abandona la cancillería de Alemania y cuando la inflación –la gran obsesión de este economista y de toda la escuela germánica– se ha disparado en Europa a los niveles más altos desde 2008.
"He llegado a la conclusión de que diez años al cargo es una buena medida para pasar página, tanto para el Bundesbank como para mí personalmente", ha dicho en su nota de despedida Weidmann, que en algún momento sonó como posible presidente del BCE cuando Mario Draghi dejó la plaza hace dos años. La decisión ha causado sorpresa entre el relativamente pequeño mundo de la banca central, donde se da por hecho que realmente debe de haber motivos personales para que haya dimitido.
Weidmann, conocido porque sube andando cada día las 13 plantas que hay hasta llegar a su despacho del Bundesbank, ha demostrado ser un hueso durísimo de roer. Lo pudo comprobar especialmente Draghi al llegar a la presidencia del BCE. Fuentes próximas al banco explicaban hace años a este diario que Weidmann era "un compañero muy estiloso en las maneras, con mucha capacidad de dialéctica, pero obstinado hasta el extremo: no se lo puede convencer nunca".
Cuando llevaba poco tiempo en el cargo, Draghi se encontró una durísima carta de Weidmann publicada en la prensa alemana. En la carta el líder alemán le advertía de la preocupación que las primeras medidas de Draghi (una barra libre de liquidez entre la banca, cosa que hoy se considera peccata minuta) estaban causando en su país y avisaba de que el BCE estaba perdiendo la credibilidad. También proponía que el banco dejara de innovar y se ciñiera a hacer lo que hacía antes de la crisis.
Esto sucedía en marzo de 2012, cuando tres países de la eurozona ya habían sido rescatados y la prima de riesgo amenazaba a otros como España o Italia. Poco después, Draghi prometía hacer "lo que hiciera falta" para salvar el euro, es decir, que haría todo aquello que Weidmann no quería, como por ejemplo comprar deuda de los países o de las empresas. Pocas semanas después, el banquero alemán insinuaba una posible dimisión, que no hizo efectiva.
Guardián de la ortodoxia
La tesis de Weidmann, como la del gobierno de Merkel de entonces, era que la prima de riesgo era una herramienta efectiva para poner presión a los países con desequilibrios estructurales y forzarlos a hacer reformas. El problema es que esta presión casi hundió la eurozona. Draghi llegó a rebatir por "nacionalistas" las críticas que le llegaban desde Alemania. "Somos europeos y estamos actuando para toda la eurozona", dijo. La austeridad que pregonaba Weidmann también se la aplicaba a sí mismo: además de subir andando a su despacho de la planta 13, bajaba a comer al restaurante del Bundesbank, "en una cafetería donde la comida es para todo el mundo y no muy buena", explican personas conocedoras de las interioridades de Frankfurt, donde están la sede tanto del BCE como del Bundesbank.
La crisis del covid-19, ya con Christine Lagarde al frente del banco, ha relajado la inflexibilidad de Weidmann y de los suyos. Incluso el BCE se ha atrevido recientemente a modificar su mandato para establecer un objetivo de inflación simétrico: hasta ahora, la inflación siempre tenía que estar por debajo del 2% (cosa que hacía que el Bundesbank no estuviera nada preocupado cuando estaba muy baja). A partir de ahora, sin embargo, la inflación tiene que estar en el 2% de media, cosa que puede querer decir que a veces estará por encima de este umbral. Según ha dicho Weidmann en su despedida, su intervención en estos cambios impidió que se implantara un objetivo de inflación que superara ampliamente el 2%.
Los choques entre las dos visiones internas del BCE han sido constantes durante la década en la que Weidmann ha estado en el Bundesbank y en el BCE, pero no serán un hecho aislado. Seguramente, sea quien sea su sucesor, los choques persistirán, puesto que la visión de Weidmann es ampliamente compartida en Alemania, tanto por la población como por el establishment, y también en países como Austria u Holanda.