Industria

De hacer capazos de esparto a fabricar carros de la compra para el MoMA

La valenciana Rolser produce más del 60% de estos artículos en España y tiene instalaciones en EE.UU. y Vietnam

ValenciaDe elaborar capazos de esparto a fabricar carros de la compra con material reciclado. De una pequeña población cercana a la costa en la efervescente ciudad de Nueva York. Éste es el viaje de la empresa valenciana Rolser, un itinerario que tiene parada en Miami y en la antigua capital de Vietnam, Ho Chi Minh.

Si desea testear su éxito, cualquier día que vayan a comprar puede hacer un sencillo ejercicio. No debería costarle encontrar su nombre, ya que actualmente Rolser fabrica más del 60% de los carros de la compra que se venden en España. Si pide ver la etiqueta, comprobará cómo su origen es Pedreguer, un pequeño municipio de la Marina Alta, una comarca con dos almas. La más moderna ha puesto todos los huevos en la cesta del turismo y la construcción. La más antigua ha dado luz a numerosas compañías, algunas como la cadena de supermercados Masymas, también con sede en Pedreguer. A medio camino encontramos la potentísima naviera Baleària, con sede en Dénia.

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Como en muchos casos, la historia de Rolser arranca con una crisis, la del cultivo de la pasa, que en 1966 obligó al matrimonio de Isabel Pérez y Vicente Server a reinventarse. Lo hicieron con un negocio de bolsos y capazos que hacían con esparto y palma. El punto de inflexión llegó cinco años después cuando la reciente aterrizada en el Estado de la cadena de supermercados austríaca Spar les encargó los primeros carros de la compra. Doce meses después, Rolser añadía un chasis y unas ruedas en las bolsas de tela. "No los inventamos, pero sí podemos afirmar que fuimos los primeros en fabricarlos en el Estado", presumen. Y después de Spar llegaron otros negocios como Galerias Preciados o Lanas Aragón.

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Conscientes de que la exportación sería clave en su futuro, sumaron las tres primeras letras del verbo rodar en inglés rol y la primera sílaba del apellido familiar ser y crearon su marca. En 1978, los tres hijos del matrimonio, Salvador, Joan y Paquibel, tomaron el relevo y, dos años más tarde, empezaron a exportar a Portugal, Francia, Bélgica y Reino Unido. En 1983 sumaron la producción de escaleras y en 2005 las tablas de planchar. Sin embargo, los carros de la compra suponen todavía el 80% de su facturación, que asciende a 20 millones de euros anuales, según datos de 2022. Actualmente la compañía tiene cerca de 200 trabajadores, una planta de producción de más de 21.000 metros y exporta a 60 países. La venta en el exterior representa el 25% de sus pedidos y destacan Estados Unidos, Francia, Argentina y Japón. Además, cuentan con instalaciones en Miami y en Ho Chi Minh, en Vietnam.

En Rolser presumen que son una empresa familiar. De hecho, desde 2018 la compañía la dirige la tercera generación a través de dos direcciones generales que encabezan Vicent Server y Mireia Server. También defienden que son una compañía "muy arraigada" a su población y que ofrecen "un horario que permite conciliar la vida personal, familiar y laboral".

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Sobre los motivos de su éxito, Vicent Server explica a la Empresas que cree que ha sido la apuesta por la innovación. Desde Rolser afirman que no existe en Europa una fábrica con su grado de especialización que confeccione su propia maquinaria a medida. En este sentido, destacan que han sido galardonados con el premio de diseño Reddot: "Es como ganar un Oscar". Lo importante fue cuando el año pasado recibieron un encargo del MoMA de Nueva York. Les dijeron estar interesados ​​en productos que ayudan a resolver problemas cotidianos y que se habían fijado en un carro de seis ruedas que facilita superar los tramos de escaleras. Uno de ellos ha pasado a engrosar los fondos del prestigioso museo de arte moderno.

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Diseño y sostenibilidad

Los responsables de Rolser sostienen que su ADN siempre ha sido el diseño y la sostenibilidad. De hecho, el modelo seleccionado por MoMA es un producto elaborado con materiales 100% reciclados como el poliéster, derivado de botellas de plástico, y algodón, también reciclado. Sobre esa apuesta, Server es optimista. "Hay que entender que el planeta no aguanta. Lo que se pueda reaprovechar, debe reaprovecharse", enfatiza. También reconoce algunas dificultades: "Nos cuesta mucho encontrar a proveedores de materiales".

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En cuanto al crecimiento en el extranjero, Server enfatiza la compleja gestión de las diferencias culturales. "En Vietnam no tienen conciencia del trabajo fijo. Cuando llega el Año Nuevo Chino, los empleados se va al pueblo y ya no vuelven. Y eso que nosotros ofrecemos salarios de los más altos". También recuerda cuando la Marina Alta era "un nido de empresas". "Esto se perdió por la competencia de los fabricantes asiáticos. Lo de la reindustrialización en época de pandemia se ha quedado en un titular. Quizás para las compañías grandes, pero para las medianas y pequeñas, no. Convocan ayudas, pero para a nosotros es muy difícil acceder a ellos", concluye.