Hablemos de dinero

Carla Vall: "Me han asaltado en casa tres hombres para robarme un 'pen'"

La abogada catalana explica cuál es su relación con el dinero y el trabajo

Júlia Riera
19/12/2025

Rodeada de una familia con un fuerte compromiso social y político, Carla Vall (Vilanova y la Geltrú, 1989) estudió Derecho con la finalidad de hacer un mundo más justo: "Soy limpia de represaliados, de gente que ha estado en campos de concentración, en la cárcel, que ha tenido que convivir con vuestra lucha por la mía señalandonos. me salgo». Es algo muy bestia", explica en declaraciones alEmpresas. Con sólo 36 años, la abogada y criminóloga, acumula numerosas victorias judiciales de gran repercusión mediática, de "temas difíciles porque luchas contra alguien que tiene un cargo importante en la policía", como es el caso del fotoperiodista Jordi Borràs o de la ilustradora Paula Bonet.

Vall empezó trabajando en la tienda familiar, hizo de canguro y de dependienta entre otros trabajos precarios. Compaginaba el trabajo, los estudios y el activismo político: "A segundo estuve a punto de dejar la carrera, no sabía si el sacrificio merecía la pena". Se sentía como pez fuera del agua: "Mi plan B era ser educadora social y especializarme en equinoterapia". Por último, apostó por su sueño y los primeros trabajos como abogado tampoco fueron plato de buen gusto: "Era falsa autónoma, no tenía nómina, ni condiciones laborales". "Los únicos que no tenemos derechos somos nosotros, los abogados", apunta. "No he tenido ningún contrato como abogada, nunca en mi vida", a pesar de siempre ejercer como tal.

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La autora de libros feministas abrió su despacho en 2022 y es una de las abogadas penalistas más reconocidas del país en la defensa de víctimas de violencias machista, sexual y vicaria. Ha defendido el caso del Aula de Teatro de Lleida o las víctimas sexuales de la Iglesia, entre otros también anónimos. Actualmente, Vall está trabajando para hacer crecer la escuela online para profesionales y particulares. También en la creación de un espacio de acogida "para supervivientes de violencia machista y vicaria que están en la última fase de recuperación".

En cuanto a finanzas personales, Vall es ahorradora: "Soy hija de dos personas que vivieron la posguerra. Puedo viajar, pero si no viajo, me da igual, puedo ser igual de feliz. Yo lo que necesito es descansar cuando hago vacaciones". "No bebo, no me drogo y no voy a grandes conciertos", dice. No tiene grandes gastos: "La única es la ropa, que debe encajar con el trabajo que hago. En mi vida personal visto sencilla normalmente".

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La ganadora del Premio Meninas en la categoría de Justicia feminista otorgado por el Ministerio de Igualdad asegura que no puede realizar visitas a clientes cada día: "Lo que toco me afecta tanto que necesito tiempo para recuperarme". "Paso el día en las cloacas de la ciudad mirando lo peor de la especie humana", recalca. Además, Vall denuncia las condiciones del sector: "Lamento mucho el estado de la abogacía, es salvaje cómo tratan a los trabajadores". "Si sois madres ya sabéis que es lo que hay", le habían dicho a la criminóloga. Por eso, en su despacho el trato digno a los trabajadores es una prioridad: "Si son madres, cuando vuelvan a trabajar les voy a dar un plus". Además, pueden "compaginar su vida con lo que les hace feliz".

Una baja de maternidad de mes y medio

Por su condición de autónoma tuvo, al contrario que sus trabajadoras, una baja de maternidad de un mes y medio que le sirvió para parar por primera vez de trabajar y mirárselo en perspectiva: "Me di cuenta de cómo quiero la abogacía". Y ver que ha tenido una falta de "madres jurídicas": "Personas que puedan trasladarte cómo es eso de llevar un negocio". De hecho, dado que Vall no es "hija de ricos" ni de empresarios, ha ido creciendo con el trabajo.

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Tener un despacho como mujer es un reto: "Me han dicho egocéntrica para ponerle mi nombre en el despacho. Lo normal es que un hombre le ponga su nombre". En cambio, hay poca representación femenina y muchas se esconden detrás de la palabra abogados: "¿Abogadas que pongan estrictamente su nombre? Poquísimas en todo el Estado. Y, al final, es una práctica feminista visibilizar que hay mujeres liderando."

En este sentido, "hay una regla no escrita que dice debes estar aquí, pero no debes molestar". Vall ha recibido críticas que reclaman una abogada más discreta: "La discreción no la estás refiriendo a que yo calle mis secretos profesionales, la estás refiriendo a que sea una persona que no tenga dimensión pública y las mujeres con discreción son las que en los libros de historia no hablan". Además, también rechaza liderar imitando a los hombres: "Sin tener en cuenta las necesidades de los trabajadores, a funcionar como una maquinaria".

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"En mi era profesional, me han asaltado en casa tres hombres para robarme uno pen", confiesa. Hay agresores que le han hecho campañas de difamación con querellas para intentar menoscabar su imagen pública: "He llegado a la conclusión de que las mujeres no tenemos muertos en el armario". Y añade: "Cuando nos quieren atacar sólo les queda decir que somos unas putas y unas mentirosas."