'Streaming'

El supermúsico de los 15.000 millones de reproducciones, problema para Spotify

Un artista escondido tras cientos de perfiles demuestra la falta de transparencia de la plataforma sueca

Òscar Gelis
y Òscar Gelis

CopenhagueSpotify, la plataforma para escuchar música online con más suscriptores del mundo, nació en el 2008 con la promesa de ayudar a músicos, discográficas y compositores a luchar contra las descargas ilegales que amenazaban con hundir al sector. Dos décadas más tarde, la empresa sueca se ha convertido en un auténtico gigante que presumía en 2023 de haber pagado 9.000 millones de dólares a los creadores musicales en derechos de autor y de generar beneficios para artistas y discográficas independientes y menos conocidos, según decía la compañía. Su creador y actual consejero delegado, el emprendedor Daniel Ek, sacaba pecho de la cifra récord que la plataforma había pagado a los creadores diciendo que "muchos artistas nuevos y prometedores están avanzando en Spotify y finalmente pueden vivir a tiempo completo de la música" . "Estamos muy, muy orgullosos de esto", afirmaba. Sin embargo, nunca ha dejado de planear una sombra de duda sobre el gigante sueco de la música en streaming, que a menudo ha recibido críticas de la industria musical por la falta de transparencia y por no pagar lo suficiente royalties a los autores.

Cargando
No hay anuncios

Recientemente, una investigación publicada por el diario sueco Dagens Nyheter ha revelado otro aspecto de la plataforma que hasta ahora se desconocía. Aunque parezca imposible, existe un artista sueco que acumula más reproducciones en la plataforma que la mítica banda ABBA (7.600 millones de reproducciones), Britney Spears (10.000 millones de reproducciones) o Elton John (11.000 millones de reproducciones). Se llama Johan Röhr y, como demuestra la brevedad de su entrada en Wikipedia, no le conoce nadie, tampoco en su país. Sin embargo, la música de este compositor, productor y músico nacido en Estocolmo en 1976 acumula más de 15.000 millones de reproducciones en Spotify, casi las mismas que los Beatles. Esto es posible gracias a que Röhr ha publicado más de 2.700 canciones en la plataforma, utilizando 650 nombres y perfiles de artistas completamente falsos. Por ejemplo, el artista que aparece como Minik Knudsen no es un productor danés, Mingmei Hsueh no es una intérprete china ni Csizmazia Etel un erudito pianista húngaro, aunque todos estos nombres se pueden encontrar como artistas verificados en Spotify.

Los periodistas del Dagens Nyheter han cruzado la información de varias bases de datos y han descubierto que Röhr es el compositor que se esconde tras el falso perfil de todos estos artistas. De hecho, las piezas compuestas por Röhr se pueden encontrar en las listas de música que recomienda la plataforma a listas como Stress relief (liberación de estrés) o Peaceful piano (piano tranquilo). Estas listas son inmensamente populares entre los usuarios que buscan una música de fondo mientras trabajan o se relajan, y la empresa cada vez pide más prendas de este tipo en las discográficas. Las composiciones de Röhr pueden encontrarse en 100 listas instrumentales de este tipo, que en total suman 62 millones de suscriptores. Otro de los hits del compositor sueco es la canción de piano infantil Twinkle twinkle, little star que en la plataforma aparece bajo el nombre del artista Adelmar Borrego y que acumula 249 millones de reproducciones.

Cargando
No hay anuncios

Según los periodistas suecos, a Röhr el negocio le salió redondo pese a ser un completo desconocido. Aunque no se sabe cuánto dinero le pagó Spotify en derechos de autor, en 2022 la empresa privada del artista ganó 32,7 millones de coronas (2,8 millones de euros).

Cargando
No hay anuncios

La estrategia utilizada por Johan Röhr no es única: la utilizan cientos de artistas más que llenan la plataforma de perfiles de músicos falsos. La investigación periodística también ha revelado que es la propia empresa quien fomenta esta práctica, ya que ofrece una menor remuneración a los artistas (alrededor de una cuarta parte por cada reproducción) a cambio de que su música aparezca en las listas con más oyentes en la aplicación. Esta fórmula dificulta las posibilidades para los artistas reales de obtener beneficios con la música.

Según el profesor en negocio y gestión musical de la universidad noruega de Agder Daniel Nordgård, el problema no es que "un artista utilice un seudónimo para crear música; esto ha ocurrido siempre". "El problema es la dimensión de este fenómeno, que parece casi un proceso de creación musical industrializado y no artístico, y con el único objetivo de conseguir beneficios económicos y explotar el sistema", asegura. Nordgård explica al ARA que esta fórmula permite ampliar los beneficios logrados por Spotify, ya que, “cuantos más usuarios escuchen esta música low cost, más dinero ahorrará la empresa". La empresa sueca no ha querido responder a la investigación del Dagen Nyheter, más allá de un comentario por escrito diciendo que no comenta "acuerdos concretos" y que "las condiciones por los derechos de autor son únicas para cada artista, al igual que también lo son para los podcasts". Sin embargo, para Nordgård, la falta de transparencia de Spotify con los contratos por los derechos de autor "es preocupante, pese a que en ningún caso es ilegal". Este experto insiste en que casos como el de Johan Röhr "alimentan aún más las sospechas y reticencias de artistas, músicos y productores de trabajar con estas plataformas".