La tienda italiana junto a la Rambla que apenas atiende a turistas
Italiana lleva más de 120 años vendiendo productos del país transalpino en el centro de Barcelona
Desde 1904. La Italianapuerta abierta a la calle del Bonsuccés desde 1904. Impresionante, ¿verdad? Y aún es más impresionante lo que nos cuenta Carla Rivali, su propietaria, cuarta generación de este negocio familiar de pasta fresca. Casi el 100% de sus numerosísimos clientes son locales, o sea, barceloneses. En medio del hervidor turístico, al norte del Raval y junto a la Rambla. Pero si aquí no hay vecinos, ¿no? En su zona de influencia más inmediata todavía quedan algunos, y lo que sobre todo son barceloneses que trabajan en el barrio, van a La Italiana a comprar el almuerzo y eligen entre la variedad de posibilidades que ofrece su menú diario.
A este tipo de clientela hay que añadir, claro, la que se mantiene fidelísima a comprar la gran variedad de tipos de pasta fresca que tienen. Ocho cortes de pasta larga que se multiplican por la variedad de gustos: huevo, setas, sepia, tomate, espinacas... Unas 30 variedades de pasta rellena. De carne, de verduras, de setas, de pera y calabaza... Y las propuestas de temporada. Ahora, por ejemplo, es tiempo de castaña con setas, de trufa y de butifarra con setas. En primavera, calabacín con pesto, próvola con cebolla y burrata con pistachos. ¿Y en Navidad? Son imprescindibles el foie y el pato.
Carla trabaja codo con codo con su marido, Gerard Vilà, que comanda el obrador de la trastienda. Está orgullosa de explicar que La Italiana fue pionera, el primer obrador de pasta fresca de Barcelona: "La ciudad acogió la idea con los brazos abiertos, fue muy receptiva a esta novedad". La conexión italocatalana siempre ha sido marca de la casa. Sólo tienen vinos italianos y catalanes, por ejemplo. "Una fusión que nos ha dado muchas alegrías". Para entenderlo es necesario remontarse a los inicios, cuando los bisabuelos de Carla, Attilio Rivali Giustina Moncalvo, provenientes del Piamonte, pasaron por Barcelona a principios de siglo XX como una de las escaleras para ir a hacer las Américas. Pero ella estaba embarazada, les gustó el clima y el ambiente de la ciudad y se quedaron allí.
Primero abrieron un quiosco que vendía pasta fresca en la Rambla, en 1902; y enseguida el establecimiento de Bonsuccés. La Guerra Civil, como en tantos otros ejemplos, fue un estremecimiento. Tuvieron que pasar la guerra a Italia y al devolver la tienda había quedado arrasada y había que empezar de nuevo. El encargado fue Giuseppe Rivali, que se erigió en continuador del negocio junto a su esposa. Son los abuelos de Carla, que frecuentó la tienda desde muy joven. A los 15 años ya echaba una mano. Y desde los 22 que trabaja de forma fija. Su madre, Gloria, ha sido una presencia y una influencia decisiva. Y hoy, sus hijos, Pablo y Julia, están bien encaminados a involucrarse. De hecho, ellos están terminando el proyecto de venta online que, si todo va bien, dentro de poco empezará a andar. La entrega a domicilio es hoy un buen potenciador de los negocios y un valor añadido que la gente tiene muy en cuenta. "Acceder al centro de la ciudad cada día es algo más difícil que el anterior", dice Carla con una dosis nada disimulada de crítica. Con ironía da un salto mental y se traslada a la nueva Rambla del 2027: "¡Todo el mundo volverá a venir!"
Clientela local
Ya ha quedado claro que el grosor de la clientela es local. ¿Qué hacen los turistas? Pues entran, miran, hacen fotos y les dicen lo bonita que es la tienda. Pero poco más. Carla está contenta de una clientela que llama "generacional". O sea la que ha pasado de generación en generación. Primero vinieron los abuelos, después los padres y ahora son los nietos quienes compran fettuccine o tagliatelle. O eligen entre los fabulosos antipasti italianos a base de alcachofa, tomate seco, aceitunas, embutidos y quesos. Burrata, mozzarella, stracciatella, opciones gourmet como el salmón y los boquerones. La gran variedad de panes. Los imprescindibles taralli, unos aperitivos con base de harina de forma enroscada. Unos clientes importantes deben ser los italianos residentes en Barcelona, ¿verdad? Por supuesto que sí. Hay una colonia italiana muy numerosa en la ciudad. "Son muy exigentes y agradecidos, están muy contentos con nosotros".