Vivienda

"¿Por qué tengo que irme de mi barrio? La vivienda no puede ser un negocio"

Decenas de miles de personas salen a la calle en una protesta en Madrid que quiere ser un punto de inflexión para detener la especulación

Madrid"Siempre nos quejamos entre amigas y en las redes sociales porque nos afecta a todas. Y hoy hemos dicho: «Al menos manifestémonos aparte de llorar juntas»". Es la reflexión que han hecho tres amigas de 29 años que viven en pisos compartidos en Madrid y han decidido salir a decir "suficientemente" junto a decenas de miles de personas. Todas ellas con preocupación compartida por el incremento de los precios de la vivienda, que convierte casi en misión imposible encontrar un alquiler digno y asequible en la capital de España. La convocatoria de más de una treintena de colectivos, entre ellos el Sindicato de Alquiladoras, ha llenado el centro de Madrid de pancartas y gritos contra la especulación que aboca a una mayoría social a sentir que "no tiene futuro" en la ciudad. "Se está volviendo imposible quedarnos con unos precios que podamos pagar", se quejaba otra manifestante, Sonia, en una conversación con el ARA.

Acompañada de la pareja y sus dos hijos pequeños, esta madrileña, de casi 40 años, explica que la vivienda es su principal preocupación y la de buena parte de las familias de la escuela a la que va su hija mayor , en el barrio de Tetuán, en el norte de Madrid. "Estamos todos igual, familias con niños pequeños a los que nos subirán el alquiler. No podemos comprar y no sabemos exactamente si podremos quedarnos en Madrid pese a tener una red en el barrio y una plaza en una escuela pública", explica empujando un cochecito mientras el hijo de una amiga suya también participa en la protesta con un cartel colgado en la espalda que dice "Cambio riñón izquierdo por un cuarto derecha".

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Hay quien ha recurrido al sentido del humor para denunciar la problemática, como un grupo de amigos que se han disfrazado de trabajadores de portales inmobiliarios y de fondo buitre. "Estamos tensionando los barrios, siempre que podemos busquemos situaciones de debilidad y hagamos lo que podemos para enriquecer nuestras empresas", ironizaba uno de ellos preguntado por el ARA, metiéndose en el papel con la pancarta "Imperialista: portal líder al conquistar barrios" en la mano. Aparte de las compañías que basan su negocio en el alquiler habitual o de temporada, las que ofrecen pisos turísticos han sido de las grandes señaladas: "Tu Airbnb era mi casa" o "Los barrios son para los vecinos, no para Airbnb".

Manifestantes disfrazados de trabajadores de inmobiliarias y de fondo buitre en la protesta por el derecho a la vivienda en Madrid

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También han recibido las administraciones públicas, tanto el gobierno autonómico de la popular Isabel Díaz Ayuso, que se resiste a aplicar la ley de vivienda, como la ministra del gobierno español que ostenta esta competencia, Isabel Rodríguez, por quedarse corta. El Sindicato de Alquiladoras hizo un llamamiento a la huelga de alquileres y calificó "de histórica" ​​la protesta, que quiere que marque un punto de inflexión y cuya asistencia cifra en 150.000 personas. La Delegación del gobierno español en la capital española le ha rebajado a un máximo de 22.000. "Tremoleo, rentistas. Madrid será su tumba", han avisado a gritos los concentrados que han recorrido el centro de la ciudad, de la estación de trenes de Atocha en la céntrica plaza de Callao.

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La mayoría de los manifestantes eran jóvenes en la veintena o la treintena –"Qué extraño no estar un domingo de resaca", comentaba entre risas un grupo de amigos que ha cambiado de hábitos para participar en la protesta–, pero también había gente mayor, como Ángel, que con 62 años ha salido a quejarse por la situación de su hija, de 24. "Vengo en su representación para solicitar el derecho a un alquiler a un precio asequible porque con los que hay no se puede independizar", ha expuesto en el ARA este vecino del barrio de Prosperidad, donde los precios se incrementan por la expulsión de los vecinos de zonas más céntricas y gentrificadas. "Queremos vivir y tener casa y que sea un derecho y no un puñetero negocio", resumía un rato antes Sonia mientras resonaba no muy lejos el aviso: "No nos vamos, nos quedamos".

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