Luces y sombras de los créditos ICO, la salvación del sistema financiero contra el covid

El programa del gobierno español evitó el temido ‘credit crunch’, pero también ha acabado siendo un buen negocio para la banca

En pleno estallido del coronavirus, y cuando solo hacía tres días que se había declarado el estado de alarma en España, el gobierno central anunció una de sus grandes apuestas contra el covid: una inyección de crédito de hasta 183.000 millones de euros, de los cuales buena parte estarían avalados por el Estado a través del Instituto de Crédito Oficial (ICO). Pasado un año, ya sabemos que finalmente los créditos concedidos durante 2020 fueron de 114.000 millones y que España fue uno de los países que más apostó por esta fórmula, en vez de dar ayudas directas a las empresas. Sin embargo, más allá de esto, es imposible hacer un balance de blancos y negros.

Lo cierto es que se produjeron malas prácticas en la concesión de estos créditos, como ha podido comprobar este diario. En concreto, las entidades convirtieron créditos antiguos y los pasaron a nuevos, pero con el aval del ICO. De este modo, pasaban de tener un préstamo donde todo el riesgo lo asumía el banco a un donde el Estado se hacía cargo del 80% de las pérdidas que pudiera haber. El gobierno prohibió esta práctica, sin éxito, porque se puede considerar una subvención pública a la banca.

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Otro error de funcionamiento: muchas empresas que necesitaban el dinero no vieron ni un euro, mientras que otras a quien realmente no les hacían tanta falta recibieron de sobra.

Al mismo tiempo, sin embargo, el programa de créditos ICO posiblemente evitó el secado del crédito, es decir, que los bancos dejaran de dar préstamos, tal como pasó con el llamado credit crunch de la crisis anterior. Un hecho que habría empeorado la crisis económica del covid.

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Malas prácticas

Vamos por partes. ¿Realmente hubo malas prácticas? Una condición que puso el ICO en los contratos que firmó con los bancos es que no se usaran los créditos con aval público para sustituir créditos antiguos para evitar un subsidio encubierto. Pero eso sí que pasó, como confirman fuentes del sector financiero, tanto de dentro de las entidades como de fuera. "Se hicieron un huevo [de operaciones de este tipo], a pesar de que no fuera la norma general", explican desde un banco. "¡Todas las empresas con las que me relaciono lo han hecho!", añade un directivo. En su día, la patronal Pimec hizo una encuesta a sus socios donde se estimaba que casi el 40% de los créditos se destinaron a renovar los antiguos, a pesar de que el ministerio de Economía siempre ha negado que la magnitud sea tan elevada.

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Es imposible saber exactamente cuántos créditos ICO se destinaron a renovar deuda antigua, porque los datos que publica el Banco de España no son tan detallados, pero se puede hacer una aproximación. Durante 2020 los bancos dieron 114.000 millones en préstamos ICO a las empresas y autónomos. Aún así, el saldo vivo de crédito (la cantidad de dinero que los bancos tienen prestados) solo aumentó en 40.000 millones entre estos tipos de clientes (pasaron de 535.000 a 575.000 millones, en números redondos). Esto podría indicar que los créditos antiguos que se reciclaron con el sello del ICO fueron de 74.000 millones (que es la diferencia entre 114.000 y 40.000). Pero es un poco más complicado, puesto que durante 2020 también hay empresas que fueron amortizando los créditos que tenían anteriormente, lo que hace bajar el saldo vivo.

Lo que sí que se puede afirmar, sin embargo, es que en estos 74.000 millones está la respuesta. "Estos 74.000 millones son, por un lado, amortizaciones, y por el otro, créditos antiguos que se han renovado como nuevos", constata un exbanquero. La subvención indirecta a la banca, por lo tanto, puede tener un volumen considerable, pero hoy en día no se puede cuantificar con una cifra exacta. Además, tampoco sabemos todavía cuántos de estos créditos acabarán impagados y, por lo tanto, cuántas pérdidas evitará el Estado a las entidades financieras.

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El mismo exbanquero, sin embargo, explica que lo que ha pasado durante el covid es una mejora respecto a programas anteriores de créditos con aval ICO. "En general los bancos destinan todo el importe de los créditos ICO a renovar deuda ya existente –afirma–. Ahora seguramente no ha pasado porque el aval cubría el 80% del préstamo, mientras que normalmente solo llegaba al 25% o al 30%, y el banco, por lo tanto, tenía más riesgo".

Reparto desigual

Otro hecho constatable es que los que tuvieron acceso al crédito pidieron más de lo que necesitaban. "Las empresas han acumulado bastante liquidez", explica a este diario Víctor Guardiola, consejero delegado del Institut Català de Finances, entidad que también avalaba créditos para combatir el covid. Esta abundancia de liquidez en algunas compañías explica que, actualmente, la ICF esté recibiendo pocas peticiones para aplicar finiquitos a los préstamos que se dieron entonces. "Menos empresas de lo que nos pensábamos están pidiendo finiquitos", explica Guardiola, que cifra en un 20% las compañías que han solicitado un recorte a su deuda. "El objetivo no era dar más crédito a los que no necesitaban", lamenta el exbanquero, que prefiere no dar su nombre.

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En cambio, mientras algunos recibían más de lo que necesitaban, a otros les pasaba todo lo contrario. Así lo constató en su momento este diario con varios testimonios que se quedaron sin acceso al dinero.

Los datos del Banco de España parecen indicar que los autónomos sufrieron especialmente. El saldo vivo de préstamos con empresas que ofrecen garantías hipotecarias (pero que no usan el dinero para comprar una vivienda) bajó de 30.400 millones a 27.700. Es decir, que acabaron 2020 con menos dinero prestado que 2019. Según las personas consultadas, los que solicitan este tipo de crédito son "casi todo autónomos".

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Menos control de riesgos

Por otro lado, sin embargo, parece que las entidades financieras también relajaron los criterios de riesgo en la concesión de créditos. "Los bancos han sido más laxos", dice una voz. Otra persona, que trabaja en el departamento de riesgos de uno de los grandes bancos catalanes, asegura que hace un año "no hubo tanta racionalidad a la hora de dar créditos". "Si hubiéramos sido racionales, quizás España no existiría", remata. El director general del Banco de España, Ángel Estrada, coincidía con esta tesis en un informe reciente: "Las empresas que accedieron al programa [de créditos ICO] presentaban un perfil de riesgo más elevado", decía.

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Ahora bien, Estrada también constató que el apoyo del ICO ha permitido a los bancos mejorar su solvencia durante 2020. Como la parte avalada por la ICO no tiene ningún riesgo porque la asume el Estado, la solvencia de los bancos ha aumentado automáticamente, explicó. Al cerrar el año, un 16% de la cartera de crédito de los bancos a las empresas estaba blindada por la garantía del Estado.

Sea como fuere, los riesgos que asumieron los bancos se hicieron en buena parte con aval público. Es muy probable que, sin este aval, las entidades bancarias hubieran sido todavía más tacañas a la hora de aprobar operaciones, lo que habría podido provocar el temido credit crunch. "Los ICO han cubierto una función", explica el exbanquero, que no tiene claro "si el Estado ha subvencionado a los bancos o a los clientes". Pero tampoco sabremos si había una alternativa. Cómo ya pasó en la crisis anterior, siempre quedará el dilema: ¿hay alguna otra solución que no sea ayudar a la banca?