Reino Unido

El laborismo de Starmer no da miedo a la City

El nuevo gobierno abandona los planes de nacionalización de compañías de servicios públicos que pregonaba en la oposición

LondresEl viernes, 5 de julio, a las ocho de la mañana, cuando abrió la Bolsa de Londres, los mercados saludaron positivamente la abrumadora victoria laborista en las elecciones generales del día antes. El FTSE 100 –el índice de los valores de las cien empresas más importantes del London Stock Exchange, LSE– abrió con un ligero crecimiento del 0,4% y la libra también experimentó un pequeño aumento del valor frente al dólar ( 0,1%) y el euro (0,01%). El índice FTSE 350 de artículos para el hogar y de construcción de viviendas aumentó en torno al 1%. Y el coste de los bonos del estado también descendió ligeramente, una señal positiva.

El 8 de julio, en su primer discurso como responsable del Tesoro, la cancillera Rachel Reeves –la primera mujer que ocupa el cargo– aseguró que tras examinar las cuentas públicas había llegado a la conclusión de que la situación que heredaba el nuevo gobierno era la peor de cualquier ejecutivo desde la Segunda Guerra Mundial. La afirmación era más de contenido político que económico. Porque una declaración de este tipo está destinada a tragar mejor a la opinión pública las hipotéticas primeras medidas duras que se han escondido hasta la toma del poder.

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"El crecimiento es bueno"

El mantra laborista fue el del crecimiento. "El crecimiento es bueno", no se ha cansado de repetir Reeves y el premier Keir Starmer durante las seis semanas de campaña, una adaptación moralmente más aceptable que el famoso eslogan de Gordon Gekko, el personaje que interpreta a Michael Douglas en Wall Street, cuando dice lo que "la codicia, a falta de una palabra mejor, es buena; la codicia tiene razón; la codicia funciona".

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¿Cómo quiere favorecer el crecimiento el gobierno laborista? De acuerdo a las palabras de la ministra Reeves, haciendo que la construcción de 1,5 millones de viviendas sea el motor de la economía. El plan parece ser una promesa ambiciosa, porque nunca ningún gobierno del Reino Unido ha podido construir 300.000 pisos al año a lo largo de una legislatura. Para ello, el primer paso del gobierno será eliminar trabas burocráticas que impiden la construcción en los cinturones verdes de las ciudades.

Pero, ¿qué hace que el laborismo de Keir Starmer haya sido recibido con entusiasmo por los mercados? En pocas palabras, el giro en el centro en relación con el anterior liderazgo de Jeremy Corbyn. Paul Butcher, director de políticas públicas de la firma multinacional de abogados Herbert Smith Freehills, especialista en análisis de inversiones, resume en tres puntos. "El nuevo gobierno ha abandonado todos los planes de nacionalización que tenía en la oposición y que implicaba la transferencia de la propiedad del sector privado al público". La única propuesta todavía vigente es la recuperación de las franquicias ferroviarias una vez vencen los contratos vigentes. El gobierno ni siquiera plantea la renacionalización de la distribución del agua, a pesar de la crisis que atraviesan compañías como Thames Water, la que tiene una mayor cartera de clientes, y que arrastra una deuda de 15.200 millones de libras.

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"Una segunda idea básica –sigue Paul Butcher– es el compromiso de limitar el impuesto de sociedades al 25% a lo largo de los cinco años de legislatura, al tiempo que se mantendrán las bonificaciones en el capital y otras exenciones fiscales". Butcher finalmente apunta a que la "implicación del sector privado para estimular la transición energética" son medidas que los mercados ven con muy buenos ojos. En este sentido, se presenta como símbolo de renovación laborista la fundación de Great British Energy, una empresa de energía limpia secundada financieramente por el estado, aunque no se olvida de la iniciativa privada. El gobierno también se ha comprometido a crear un fondo de inversión de 7.300 millones de libras –muy poco dinero, de hecho– para estimular la inversión privada.

Discurso legislativo

El primer test real de las verdaderas intenciones de Keir Starmer, y como esto puede impactar en la economía del Reino Unido, tendrá lugar el próximo miércoles, el 17 de julio, cuando el nuevo Parlamento se reúna para la ceremonia del llamado King's Speech, en la que se expondrá la agenda legislativa del nuevo ejecutivo.

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El laborismo ha adoptado en su programa unos conceptos del economista Mariana Mazzucato, profesora en la University College London (UCL) y una de las referencias de la socialdemocracia y la izquierda. Mazzucato ha teorizado que los gobiernos deberían aprovechar el espíritu del programa Apolo para aplicar su proyecto, cuando la agencia espacial estadounidense implicó al sector privado para llevar a un hombre a la Luna. Esto significa fortalecer el estado y que intervenga en una serie de industrias clave. Quizás la prueba más destacada del nuevo enfoque son las propuestas de creación de la Great British Energy y el Fondo de Inversión antes mencionados.

Pero el economista tiene dudas de que el laborismo haya entendido su planteamiento. Mazzucato critica la deriva de la externalización del trabajo de la administración, cada vez más a consultores privados, lo que supone "la infantilización de los funcionarios". La alternativa es una ampliación radical del papel del estado en la economía. Si no se hace, asegura, se aplicarían viejas recetas para nuevos tiempos. "Están utilizando el concepto de objetivos. Pero esto no es lo que quiero decir. El NHS [el sistema público de salud] no es un objetivo. El crecimiento no es un objetivo. Si esto acaba yendo de poner más dinero para el NHS, o de más policía en la calle, unas políticas irregulares aquí y allá que no transforman realmente la economía, entonces no funcionará".

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Los mercados parecen más cerca de Starmer y su blairismo 2.0 que de Mazzucato, que no quiere ni oír hablar de un nuevo período de austeridad. "Eso no funcionará", remacha. "Se trata de que la inversión estatal estratégica conduzca a un crecimiento inclusivo y sostenible".