Macroeconomía

Ni los trenes ni la economía se mueven a buen ritmo en Alemania

El dogma de la austeridad frena las inversiones y la innovación en el mayor país de la eurozona

Laura Ruiz Trullols
y Laura Ruiz Trullols

BerlínLos fans de la Eurocopa lo sufrieron este mes de julio: viajar en tren por Alemania significa toparse con retrasos y problemas técnicos constantes. Muchos se hacían cruces, pero constataron que, a consecuencia de una red ferroviaria envejecida, la eficacia que históricamente se asociaba con la Deutsche Bahn (la compañía estatal de ferrocarriles) se ha desvanecido. En 2023 uno de cada tres trenes de larga distancia salió con retraso y existe consenso en la urgencia de invertir en la renovación de esta infraestructura clave. Ahora bien, ni siquiera dentro de los socios de la coalición del gobierno se ponen de acuerdo sobre dónde debe salir el dinero.

El de los trenes es sólo uno de los problemas que acumula la economía alemana, donde el PIB ha caído un 0,1% durante el segundo trimestre de 2024. Mientras la eurozona creció un 0,3% de media, economía mayor del grupo volvió a mostrar signos de estancamiento. Durante el mes de julio, la inflación también volvió a aumentar hasta el 2,6% y las exportaciones cayeron un 3,4% respecto al mes anterior. Todo ello hace evidente que Alemania tardará más que se preveía en volver a crecer.

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Klaus Wohlrabe, director de encuestas del instituto Ifo de la Universidad de Múnich, confirma que Alemania se encuentra “atrapada en una situación de estancamiento” y no se prevé que mejore de cara al siguiente trimestre del año. Para romper con esta tendencia de contracción que hace tres años que se alarga, cree que "hacen falta cambios estructurales, a largo plazo, y enviar una clara señal a las empresas y familias de que es seguro invertir".

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“La situación es preocupante, pero no tan dramática como pueda parecer. Alemania todavía tiene fortalezas y es una sociedad preparada, pero se ha olvidado de invertir y la economía se encuentra estancada desde el inicio de la pandemia”, asegura el economista jefe del banco ING en Alemania, Carsten Brzeski, que también considera que la única manera de revertir la tendencia de estancamiento es con una planificación para los próximos años, sobre todo en lo que se refiere a la transición verde y la innovación.

“Alemania no se convertirá de un día para otro en un país en vías de desarrollo, aquí el nivel de vida sigue siendo alto –explica Brzeski–. Estamos lejos de una crisis, pero vemos cómo el desempleo y las insolvencias aumentan paulatinamente porque hay deficiencias estructurales”. El economista utiliza una metáfora para entender dónde está el problema: “Es como quien tiene la nevera llena, pero no hay nadie que se ponga a cocinar con todos los ingredientes”.

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Entre los factores que explican cómo se ha llegado hasta aquí, ambos expertos coinciden en que ni gobierno ni empresas han sabido adaptarse a los grandes cambios. Dos de los más destacados son el encarecimiento de la energía, que antes de la guerra en Ucrania se obtenía a precios bajos de Rusia, y la caída de las exportaciones, sobre todo por la competencia de China, que hasta hace poco era un de los principales compradores de productos alemanes de alta calidad y ahora es un rival difícil de atraparlo. Echar un vistazo a las carreteras sirve de termómetro del momento actual, cada vez encontramos más coches chinos y menos alemanes.

La falta de inversión, tanto en el ámbito público como privado, hace que el país esté envejeciendo en muchos ámbitos, desde la educación hasta la industria pesada, que requieren innovación y mantenimiento. Si hace diez años Alemania encabezaba el ranking de los países más competitivos, últimamente ha caído más allá del vigésimo puesto.

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Acuerdo presupuestario

Si bien los males están detectados, existe un debate intenso sobre cuál debe ser la fórmula para curarlos. No se ponen de acuerdo entre los socios del gobierno federal. Socialdemócratas, verdes y liberales tienen visiones económicas muy distintas y las fricciones son constantes. El último rifirrafe comenzó a principios de agosto, con el canciller socialdemócrata Olaf Scholz de vacaciones, cuando el ministro de Finanzas hizo saltar por los aires el acuerdo presupuestario que se había pactado en julio.

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El plan incluía recortes, por ejemplo por las ayudas del paro y las pensiones, pero el ministro liberal Christian Lindner considera que hay que ir más allá para no traspasar el límite de déficit. En Alemania el dogma de la austeridad está muy arraigado y la constitución sólo permite el endeudamiento en circunstancias excepcionales como la pandemia o la guerra de Ucrania. Verdes y socialdemócratas, que piden la "modernización" de esta norma, se tomaron muy mal las palabras del liberal. En los últimos días no se ha hablado de otra cosa con el objetivo de llegar a un nuevo acuerdo e iniciar la tramitación de los presupuestos en el parlamento.

Como la cuestión del límite de déficit no tiene una solución rápida, porque es necesaria una reforma legal, los expertos creen que deberían adoptarse medidas inmediatas para hacer frente a la incertidumbre que planea entre empresas y ciudadanos. "Hay que dar confianza para que se animen a invertir y comprar, cada vez hay más alemanes que optan por el ahorro preventivo", dice Brzeski. “Les preocupa la situación geopolítica, no olvidemos que Alemania está muy cerca de Ucrania y es su segundo donante más importante después de Estados Unidos, y también la incertidumbre que se deriva de las políticas domésticas”, afirma.

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Cuando falta poco más de un año para las elecciones federales, todo apunta a que por ahora la falta de rumbo de la política económica alargará el estancamiento de la vieja locomotora de Europa.