Mandar o no mandar: el dilema de Oliu
El presidente del Banco Sabadell abandona formalmente esta semana el poder ejecutivo
BarcelonaJosep Oliu ha sido el máximo responsable del Banco Sabadell en cuatro décadas diferentes. Esta curiosidad estadística (fue nombrado presidente en 1999 y en estos 22 años ha sido presente en cuatro decenios) es una buena metáfora del poder y la influencia que tiene sobre la entidad de raíz catalana con sede en Alicante.
La condición de alfa dominante de Oliu en el banco no es ninguna novedad, y todos los trabajadores del Banco Sabadell y del mundo financiero español son conscientes de ello. A menudo se ha dicho que llevó un banco de pueblo al Íbex-35, y tampoco se puede olvidar que llegó al cargo por la vida sanguínea: en 1991 había sustituido a su propio padre, Joan Oliu, en el cargo de director general. Todavía hoy Josep Oliu es uno de los principales accionistas particulares.
El debate shakesperiano sobre la influencia de Oliu en el segundo banco catalán coge estos días fuerza a raíz del anuncio reciente —que se podría oficializar en la junta general de accionistas de esta semana— de convertirse en presidente no ejecutivo del Sabadell. Esto querría decir que el principal ejecutivo del banco pasaría a ser el flamante consejero delegado, César González-Bueno, que esta semana anunciaba su nueva cúpula. La pregunta está clara: ¿de verdad Oliu no mandará?
Financieros que le conocen bien desde hace muchos años tienen una respuesta clara y rotunda: “Esto es solo una formalidad; quién manda en el Sabadell es Oliu y nadie más”. Pero en la cúpula del banco hay otras voces que no lo ven así: “González-Bueno ha venido para mandar, con este compromiso”, explican, respecto a quien ya fue el máximo directivo de ING en España y de Novagalicia. “Se parecerá más a Guerrero que a Goiri”, apunta otro directivo.
La comparación es contundente: Pedro Guerrero es señalado de manera unánime en el sector como el único presidente verdaderamente no ejecutivo que hay en los bancos españoles. Y Goiri, a pocos meses de debutar en el cargo en CaixaBank, tendrá tres ámbitos bajo su responsabilidad: comunicación, auditoría y relaciones institucionales. “Oliu dará un paso firme al lado”, aseguran a la entidad. “Y no será cosmético”, añaden.
El rol de González-Bueno
Volviendo al espejo de CaixaBank, en el banco están convencidos que González-Bueno “será Gortázar, el que manda”, dicen, en referencia al consejero delegado de la entidad de la estrella. De hecho, y consciente que habría incrédulos, Oliu lleva desde finales del año pasado predicando la novedad de su paso al lado para no mandar y permitir un relevo generacional.
Oliu, que tiene casi 72 años y uno de sus hijos como directivo en el banco, sabe que el modelo que quiere el Banco Central Europeo, el temido regulador bancario, es el de las presidencias no ejecutivas. Y con este paso no solo aplaca el BCE y aporta nueva energía a la cúpula de la entidad (en los últimos tiempos, desde el entorno de Oliu y también de su número dos, Jaume Guardiola, se admitía que los dos estaban exhaustos), sino que contenta otro actor clave. “El mercado quiere caras nuevas”, admiten en la entidad.
Los inversores, en este caso, tienen mucho que decir. La deriva de la acción del Sabadell, que se hundió espectacularmente en el último año hasta llegar a los 25 céntimos por título, hace que la entidad sea ahora especialmente sensible a los caprichos bursátiles. De hecho, muchos admiten que esto es lo que explica la salida de Tomás Varela, el director financiero, en la reestructuración anunciada antes de Navidad. “Era buenísimo, un gran hombre, y salvó la entidad en los peores años de la crisis anterior, pero el mercado necesitaba que cayeran vacas sagradas”. Los sacrificados fueron Guardiola, por voluntad propia, y Varela.
Como prueba última del cambio de funciones, Oliu ha visto como su sueldo pasaba de 1,7 millones de euros al año a 1,5. Pero la principal novedad es que no tendrá retribución variable: “Es no ejecutivo y, por lo tanto, no tiene objetivos”, dicen en el banco para insistir sobre el hecho que Oliu se está despidiendo de la primera línea.
Sin embargo, voces próximas al presidente no lo ven tan claro: “Oliu será presidente de un consejo de administración que ha elegido él y no hará solo de figurante –explican–, porque todo el mundo tiene claro que él es quien pone y saca a la gente”. “Quizás no querrá mancharse las manos con el día a día o con la reestructuración que viene, que será importante, pero mandará”, añaden. “Le gusta mucho ejercer el poder y hacer país”, dice otra voz. “No en el sentido de la independencia, pero a su manera hace país”, aclaran.
Solo el tiempo dirá cómo ha resuelto Oliu su dilema hamletiano: el de mandar o no mandar.