BarcelonaEn Costa Rica había dejado a tres hijas, dos de ellas menores, y una limpia. Cuando Viviana Matamoros llegó a Barcelona hace cinco años, ya acumulaba demasiados intentos de encontrar la estabilidad laboral y económica en su país. Allí había trabajado para una manufacturera estadounidense, que cerró la fábrica para trasladarla a Nicaragua. También había dado vueltas con contratos temporales en las explotaciones agrícolas de flores o vendiendo accesorios para mascotas. El consejo de una amiga costarricense que vivía en la capital catalana la acabó de convencer de migrar. No esperaba que el proceso fuera nada fácil, pero tampoco imaginaba que le iba a costar la salud mental. "Llegó un momento en el que me quedé sin trabajo, sin dinero para pagar la habitación y sin empadronamiento porque no tenía un domicilio fijo. Sufría unos altibajos fatales", recuerda.
Matamoros cuenta sin que se le rompa la voz lo que la "salvó" en un momento tan oscuro. En el aeropuerto de San José, cuando apenas emprendía el viaje sin billete de regreso, una desconocida le recomendó que si alguna vez tenía problemas en Catalunya buscara una parroquia y pidiera ayuda a Cáritas. Lo hizo cuando se le agotaron las vías para salirse económicamente ella sola y no podía recurrir a nadie más. A la entidad le asignaron una trabajadora social y una psicóloga, con la que empezó a hacer terapia cada quince días. "Lloré y me desahogué. Cuando cargas con tanta desesperación lo que quieres es que te escuchen", confiesa. También le concedieron una tarjeta de prepago para comprar alimentos y le ayudaron a conseguir la residencia, un trámite que aligeró los nervios que sufría. "A mi familia no les podía poner una cara triste cuando hacíamos una videollamada. A Marta [su psicóloga] le ponía los audios de mis hijas para saber cómo debía gestionarla y ella siempre me contestaba con dulzura y sin juzgar -me", agradece Matamoros.
Reconoce que su salud mental mejoró claramente a medida que los trabajos eran cada vez más estables. Ahora trabaja sobre todo en la limpieza y cuidado de personas mayores y espera poder pedir el reagrupamiento familiar cuando tenga la nacionalidad española para que sus hijas vivan con ella en Barcelona. "Me siento muy segura y llena. Si no hubiera buscado ayuda, seguramente habría acabado con una depresión o volviendo a mi país. Aunque parezca que te ahogas, debes buscar un flotador", dice Matamoros. En 2022 cerca de 900 personas atendidas por Cáritas en Barcelona recibieron atención psicológica.
El impacto de los malos momentos económicos y laborales en la salud mental de las personas es una evidencia que apoyan a un centenar de estudios académicos. Las crisis financieras y los mayores niveles de paro también se asocian con un incremento de los problemas psicológicos, las patologías psiquiátricas y los comportamientos suicidas, como recuerda un artículo liderado por la psicóloga clínica portuguesa Diana Frasquilho y publicado en la revista científica BMC Public Health. "Esto se ha acentuado mucho con la pandemia, en aquellos trabajadores que le han sufrido no sólo a nivel económico, sino con la pérdida del trabajo", indica la psicóloga Núria Casanovas, vicepresidenta de la Sección de Intervención Social del Col colegio Oficial de Psicología de Cataluña. A veces, añade esta profesional, esa angustia aparece algo tarde y en forma de primeros síntomas como la desconcentración, la debilidad física o el insomnio. "A menudo no son suficientes para que la persona pida ayuda", dice. Casanovas recuerda la teoría de la Pirámide de Maslow y que, por tanto, cuando hay problemas más inmediatos para llegar a finales de mes el paciente tiende a eludir el malestar hasta que es demasiado intenso. Aunque ya se habla a menudo del concepto "ansiedad financiera", la psicóloga insiste en que este tipo de patologías siempre son multifactoriales y difícilmente pueden atribuirse a una única causa.
"Pierdes el trabajo y pierdes la autoestima"
La primera crisis de salud mental de Irene Fernández empezó con la maternidad, cuando estaba en la treintena, pero "se agravó muchísimo" cuando tenía cuarenta años y de repente se quedó sin trabajo. "Pierdes el trabajo y pierdes la autoestima y el contacto social. Sientes frustración, tristeza, se te rompe lo que te hace útil. Tenía demasiado tiempo para pensar", explica. Esta situación le provocó incluso algunos ingresos hospitalarios. Recibía atención médica continuada, pero cree que sus problemas no se habrían solucionado por completo si no hubiera encontrado un apoyo terapéutico. "Tuve la suerte de contar con La Muralla [una de las entidades federadas en Salut Mental Catalunya], donde se organizaban salidas y podía conocer a otras personas en la misma situación. Me ayudó a sentir que no era una rarita. Es el recurso más poderoso que me ha llegado", dice.
Como es evidente, también le ayudó en su recuperación volver a tener un trabajo estable. En su caso, Fernández optó por el autoempleo y puso en marcha una cooperativa de trabajo asociado que se dedica a la jardinería ya los trabajos forestales, en la que ahora se encarga de la parte administrativa. De hecho, hace un tiempo que ha empezado a ir a una psicóloga privada, después de comprobar que la sanidad pública no llegaba en la atención psicológica a la salud mental: "Hace poco que voy, pero ya noto mucha mejora. Podemos hacer visitas de una hora de reloj y elegir la frecuencia según disponibilidad económica. Con veinte minutos cada dos meses no haces nada".
En momentos en que vivimos instalados en la incertidumbre –saber si el Euribor subirá o bajará puede sacudir tanto las finanzas como el estado de ánimo de una familia– es habitual sentir ansiedad por situaciones que escapan de nuestro control, argumenta la psicóloga y profesora de la UOC Montserrat Lacalle. "Muchas personas entran en un estado de indefensión aprendida. Piensas que por mucho que te esfuerzas e intentas cambiar una circunstancia no lo consigues y es una sensación de fracaso constante. No todo el mundo debe acabar así, pero hay tipos de gente más vulnerable", añade. En este sentido, también indica que estas situaciones pueden llevar a sentimientos de culpa fuertes, en los que el afectado se atribuye la responsabilidad de lo que le ocurre desde un punto de vista negativo, aunque existan factores externos que no puede controlar .
Servicios y recursos para cuidar la salud mental
Ante las carencias del sistema público para llegar a atender todos los problemas de salud mental, existen entidades y asociaciones que también ofrecen servicios para acompañar a las personas afectadas en su diagnóstico. Por ejemplo, desde la federación Salut Mental Catalunya disponen de L'Espai Situa't, un punto de información y orientación sobre cualquier aspecto relacionado con este ámbito. Está abierto a todo el mundo, se puede acceder con cita previa, llamando o escribiendo un correo electrónico y no tiene ningún coste para la persona atendida. En total, hay quince puntos en todo el territorio catalán.
Otras entidades como Obertament también luchan contra el estigma de las personas con problemas de salud mental en las organizaciones, sobre todo en las empresas. "En uno de los últimos informes cuando preguntábamos a qué se relacionaba un problema de salud mental, el 68% mencionaba el trabajo. La mayor parte de nuestro tiempo como adultos lo pasamos trabajando y es muy importante que los espacios laborales sean seguros", explica Carlos Alcoba, el responsable de Salud Mental y Estigma en el Ámbito Laboral.