Más difícil aún para Sánchez
En política, y en la vida en general, las cosas siempre pueden ir a peor, especialmente cuando ya está en una situación delicada. Pedro Sánchez había trazado un plan para que la reunión del comité federal del PSOE de este sábado se convirtiera en un punto y aparte, en el relanzamiento del partido tras el bache provocado por el caso Cerdán y el encarcelamiento del hasta hace poco secretario de organización de la formación. Pero desde primera hora el plan ha empezado a torcerse, ya que la publicación de acusaciones de acoso sexual por parte de una trabajadora de la Moncloa en Eldiario.es contra una de las personas que Sánchez había designado para formar parte del nuevo equipo de la secretaría de organización, Francisco Salazar, ha terminado con su renuncia y empañando toda la jornada.
Salazar no es una persona cualquiera, es un hombre de la máxima confianza de Sánchez y que hasta hoy ocupaba un lugar destacado en el gabinete de la presidencia del gobierno español. El tiempo dirá si las acusaciones son ciertas, pero para Sánchez la situación se complica algo más. Sin embargo, el líder del PSOE, fiel a su estilo, también ha dejado claro que, pese a todas las dificultades, no piensa echar la toalla. "El capitán no se desentiende, se queda por capear el temporal", ha dicho ante sus compañeros de partido en un discurso en el que ha desgranado un paquete de medidas para evitar que pueda haber más casos como el de Cerdán o José Luis Ábalos.
El partido le apoya, pero el nerviosismo es evidente, y ya no solo entre sus detractores históricos, como el presidente de Castilla-La Mancha, Emiliano García-Page. Da la impresión de que a Sánchez se le está acabando el crédito y que ya no tiene mucho más margen de maniobra: o su apuesta por Rebeca Torró como nueva secretaria de organización y acción electoral empieza a dar a fruto pronto, o su futuro, y el del gobierno progresista, estará en entredicho. Eso sí, entre los que ofrecen un apoyo incondicional a Sánchez se encuentra el PSC de Salvador Illa, que a partir de ahora ostentará el cargo de portavoz del PSOE en la figura de Montse Mínguez.
Mientras, el PP celebra este fin de semana su congreso en un clima de euforia, ya que dan por hecha su próxima llegada a la Moncloa. Sin embargo, el tono que utilizan resulta inquietante. En la ponencia ideológica, por cierto, han endurecido el discurso contra las lenguas que no sean el castellano. Y en su discurso Alberto Núñez Feijóo ha avisado de que cuando lleguen al gobierno no se limitarán a hacer las cosas distintas, sino que tomarán medidas para que lo que ellos llaman sanchismo no pueda volver a suceder. Se confirma así que, pese a las palabras aparentemente conciliadoras, Feijóo hace suyo el programa de Aznar: no es suficiente con la alternancia, hay que borrar el rastro de los gobiernos progresistas y tomar medidas para que no vuelvan. O que cuando vuelva sea otro PSOE más de su agrado, como el que representa Page. Porque, evidentemente, para ellos sólo hay una forma de entender España, y es la suya.