Europa debe ser capaz de defenderse

La artillería ya no es el sistema de armamento que mata a más soldados en una guerra. Era el más mortífero desde la Primera Guerra Mundial, pero esto ha cambiado. La Gran Guerra también fue el primer escenario de las grandes batallas de trincheras, con grandes grupos de soldados que luchaban encarnizadamente por cada palmo de terreno. La zona del frente era clara y delimitada: era donde se hallaban las trincheras de los ejércitos enfrentados. Ahora la frente es difusa y mucho más amplia. Ojos electrónicos controlan cada rincón de un gran campo de batalla. Los militares deben actuar en grupos pequeños y con mucha rapidez, intentando evitar llamar la atención. Se camuflan como pueden y se cubren con redes, que se han convertido en una estrategia de defensa clave incluso para tapar carreteras e infraestructuras básicas.

Y todo esto ha cambiado por un nuevo tipo de aparatos: los drones. Vehículos no tripulados –sobre todo voladores, pero no sólo, porque también los hay terrestres, marinos y submarinos–, dirigidos por control remoto, baratos y rápidos de fabricar.

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Los drones han cambiado tanto la guerra, tal y como puede verse en Ucrania, que para un soldado puede llegar a ser más seguro moverse por la frente con un sencillo patinete eléctrico que con un tanque acorazado cargado de armamento. Un dron que cuesta cientos de euros puede hacer volar por los aires un tanque que ha costado millones. Y estos pequeños aparatos que tanto han cambiado la guerra han provocado que el frente de Ucrania esté completamente estancado. Detectan y atacan casi cualquier movimiento de soldados de ambos bandos. Las batallas ya no son como las de las trincheras de la Primera Guerra Mundial, pero ganar un palmo de terreno es tan difícil como entonces.

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El comisario de Defensa y Espacio de la UE, Andrius Kubilius, admite en la entrevista que publicamos hoy que Europa es muy lenta a la hora de "aprender las lecciones de Ucrania" y que la mayoría de estados miembros de la Unión "no tienen las capacidades para detectar e interceptar drones de una manera". Es optimista, asegura que la UE está haciendo los deberes, pero es consciente de que queda mucho trabajo para que pueda garantizarse su propia defensa en un contexto geopolítico cada vez más tenso y con el avance acelerado de la tecnología armamentística.

La Unión Europea no tiene más remedio que tomarse la situación en serio. La amenaza rusa es real. Si el ataque contra Ucrania no fuera suficiente para pensarlo, lo han hecho aún más evidentes las últimas incursiones aéreas en distintos países de la Unión. Y la volatilidad de la administración estadounidense de Donald Trump también deja claro que no se le puede confiar ciegamente. Europa debe ser capaz de defenderse sola si quiere ser independiente de verdad y no resignarse a un papel subalterno en el mundo multipolar que se está dibujando. Y la tecnología de los drones, la necesaria para fabricarlos y guiarlos, pero también la necesaria para interferirlos y destruirlos, debe ser una de las claves de la estrategia de defensa europea. Los drones han cambiado las guerras y es de prever que aún las cambien más.