Investigación, búsqueda y transferencia

Llegarán a Catalunya los 260 millones de los fondos de investigación pendientes de 2024 y 2025. Era uno de los acuerdos para la investidura del presidente español, Pedro Sánchez, pactados con ERC. Se trata de una partida más que notable para un sector relevante. Aunque no debería ser noticia que los acuerdos se cumplan y que la I+D (investigación y desarrollo) sea prioritaria, desgraciadamente lo es. Estamos demasiado acostumbrados a las carpetas olvidadas en un cajón ya las buenas intenciones que no se materializan. Por tanto, sí, es noticia: 260 millones para potenciar instituciones de referencia como el Barcelona Supercomputing Center (BSC), el Sincrotrón Alba, el Valle de la Cuántica y el Centro de Análisis Genómico, entre otros. También para impulsar las plantas de descarbonización de Tarragona y 42 centros de la red Cerca.

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Lo que hace falta ahora es que la letra pequeña no agua el acuerdo para que todas estas plataformas de conocimiento e innovación sencillamente puedan sacar adelante su trabajo en mejores condiciones. Es decir sin contratos precarios que no garantizan la continuidad de los investigadores y sin instalaciones necesitadas de ampliación o puesta al día. El suyo es un trabajo que los expertos no se cansan de hacer constar que es primordial para empujar a la economía catalana hacia un crecimiento cualitativo que permita superar la dependencia del turismo y que sitúe a Cataluña como una región innovadora. Necesitamos, pues, investigación de primer nivel y transferencia efectiva a los sectores industriales del conocimiento que esta investigación genere. Sólo así se conseguirá crear puestos de trabajo de alto nivel y retener y atraer talento. A este respecto, hoy, con el cierre trumpista de Estados Unidos, se abre una ventana de oportunidad. En cualquier caso, el cambio de modelo productivo pasa por estas premisas, tan fáciles de formular como difíciles de llevar efectivamente a la práctica. Esta inyección de recursos debe ayudarle.

Más allá de la noticia puntual que ahora comentamos, y que ayer anunciaron primero el líder de ERC, Oriol Junqueras, y después, acto seguido, la consellera de Investigación y Universidades, Núria Montserrat, lo que aún sería más que celebrar es que en los años venideros queden consolidadas partidas equiparables o crecientes. Porque, como es sabido, la búsqueda pide continuidad y tiempos largos. La estabilidad resulta crucial a la hora de obtener resultados consistentes en los terrenos de la ciencia y la tecnología. El coste de la investigación es elevado, pero como contrapartida tiene un potencial multiplicador. A veces las apuestas investigadoras no tienen premio inmediato: es un riesgo que debe asumirse como parte de una estrategia que se resume en tres palabras: investigación, investigación y transferencia. Una estrategia detrás de la que debe haber convencimiento político, persistencia y una ejecución eficaz. Con una apuesta así, si se diversifican bien los campos de actuación y se casan con los sectores productivos, los logros acaban llegando. Si, en cambio, sólo cuentan la inmediatez y el electoralismo cortoplacista –un vicio demasiado habitual en la política actual–, entonces no hay nada que hacer.