La respuesta de la Unión Europea a Trump

La respuesta de la Unión Europea a los aranceles impuestos por Donald Trump en todo el mundo y que entran en vigor este miércoles está siendo, de momento, inteligente. En lugar de ir al choque, como parece haber elegido China, Bruselas plantea unos aranceles selectivos a productos concretos, de forma que se minimice el daño para la economía europea, y con un calendario de aplicación gradual que busca mantener abierta la puerta a la negociación con Washington. Los europeos esperan que, de continuar la mala marejada en los mercados y Estados Unidos empiezan a subir los precios, la Casa Blanca se avenga a rectificar y buscar una solución consensuada.

Así, por ejemplo, los aranceles entrarán en vigor entre el 15 de abril y el 16 de mayo, en función de cada producto. Y los más delicados, que afectan a la soja oa las avellanas, no entrarían en vigor hasta diciembre. La solución europea, pues, es actuar con un bisturí, en contraste con el hacha de Trump, que busca poner patas arriba todo el sistema de comercio mundial que se ha construido en los últimos 75 años.

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La Unión Europea, pues, está enfocada a evitar una guerra comercial, y la presidenta de la Comisión, Ursula von der Leyen, se ha puesto en contacto con Pekín para intentar rebajar la escalada de la tensión con Washington. El problema es que no parece que China esté dispuesta a emitir señal alguna de debilidad; es más, sus dirigentes quizás piensan que pueden ganar la guerra comercial y salir fortalecidos de esta crisis.

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Los próximos días serán claves para calibrar el impacto de los aranceles en los mercados y en la economía real. También será el momento de ver si las divisiones en el Partido Republicano, con senadores como Rand Paul totalmente opuestos a los aranceles, e incluso el enfrentamiento entre el asesor presidencial Peter Navarro, máximo defensor de estas políticas, y Elon Musk, acaban haciendo variar la política de Trump. También será interesante ver el posicionamiento de los grandes magnates tecnológicos que asistieron a la toma de posesión de Trump y han hecho movimientos para acercarse a ellos y ahora son los principales perjudicados por las bajadas de la bolsa. Personas como Jeff Bezos, propietario de Amazon y el Washington Post, o Mark Zuckerberg, de Meta, han visto cómo se volatilizaban decenas de miles de millones de valor de sus empresas en pocos días. ¿Presionarán Trump de algún modo o no harán nada por evitar el desastre? ¿Qué harán los consumidores si se disparan los precios de productos de cada día que no pueden producirse en Estados Unidos como el café o los plátanos? ¿Qué ocurrirá cuando ya no exista la opción de comprar coches chinos o japoneses más baratos que los estadounidenses? ¿Qué pasará con gigantes como Apple que tienen componentes que se fabrican en distintos países del mundo?

Pase lo que pase, sin embargo, la Unión Europea tiene la obligación de prepararse para el peor escenario, que es el de una guerra comercial a gran escala con Estados Unidos. Y esto obligará a reestructurar no sólo la economía propia, sino también las relaciones con países como China, con el que, por caprichos del destino, ahora se encuentran defendiendo el libre comercio mundial.