Torre Pacheco: la política del odio

Los hechos y las imágenes de Torre Pacheco nos ponen frente al espejo de la política del odio atizada por la ultraderecha, una realidad incendiaria que se esparce por Europa como la pólvora a través de las redes sociales, buscando lugares donde romper la convivencia con enemigos fáciles. En el punto de mira está la población inmigrante –da igual que a veces sean segundas y terceras generaciones con nacionalidad española– y los entornos de marginalidad, todo regado con el discurso islamófobo y racista. El caso del incendio de la nueva mezquita de Piera, todavía bajo investigación, podría responder también a esta lógica. En sus diversas siglas, formas y versiones, el discurso de fondo y la acción callejera de la ultraderecha europea responden al mismo patrón, con conexiones digitales más que plausibles. Por todas partes se buscan comunidades donde haya elementos para encender una chispa y se llaman al activismo violento. Empieza entonces la cacería del inmigrante. A remolque del caos, se logra culpabilizar genéricamente al colectivo señalado y provocar un clima general de miedo, también entre la población autóctona. Así es como fácilmente se rompen puentes y se instala una cultura de la sospecha.

Las guerrillas de encapuchados recuerdan demasiado las fascio italianos de los años 20 del siglo XX, unas minorías violentas que atacaban a los enemigos ideológicos, entonces socialistas, comunistas y anarquistas. Terminaron llevando al poder a Mussolini. Ahora el foco está en la diferencia identitaria religiosa y cultural, ligada siempre, eso sí, a la precariedad vital. Víctimas fáciles. Tras esta persistente operación se encuentra la retórica inflamada de Vox. De hecho, la Fiscalía de Murcia ya ha anunciado que investigará si el líder del partido en la región ha cometido el delito de incitación en el odio. El gobierno español también ha acusado a la formación de Abascal de "chapotear" en el odio, y al PP, que gobierna con el apoyo de Vox en el ámbito autonómico y municipal –también en Torre Pacheco–, de "silencio cómplice".

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No puede permitirse esta irresponsable impunidad anticonvivencia. Es demasiado fácil buscar fáciles culpables del malestar social y económico. Y es hipócrita hacerlo después de años de haber renunciado a políticas de integración: a través de la educación, la sanidad, el mercado laboral... Tener estructuralmente trabajadores en negro o en precario, desentenderse del abandono de los estudios de los jóvenes de entornos marginales o no buscar activamente formas de relación entre comunidades de origen social es la mejor. Es un campo minado para futuros conflictos. En Torre Pacheco y su entorno ha pasado esto. Y los del extremo ideológico de quienes han practicado la dejadez política son los que ahora se aprovechan de la situación para reclamar la expulsión y criminalización de colectivos enteros. Es tan difícil preservar la convivencia como fácil es destruirla.

El esquema de Torre Pacheco lo hemos visto en otras latitudes europeas. No faltan ejemplos. Y por supuesto en Catalunya no estamos inmunizados. De hecho, el incitador de los ataques al pueblo murciano fue detenido en Mataró. El huevo de la serpiente se esparce fácilmente.