Carles Díaz: "Suministramos setas de calidad al sector de la restauración y mejoramos el mundo forestal"

La Granja de Bolet Ben Fet es un centro especial de trabajo de la cooperativa Teb Verd SCCL. Forma parte del Grupo Cooperativo Taller Escola Barcelona especializado en la inserción social y laboral de personas con discapacidad intelectual. La cooperativa se dedica a la producción ecológica de setas y en 2024 recibió uno de los Premios BBVA a los Mejores Productores Sostenibles.

¿Cómo surge este proyecto?

— Hace más de 26 años que empecé este proyecto solo, porque quería ser agricultor, pero quería dedicarme a un cultivo extraño, diferente. Y como no tengo finca alguna, pensé en las setas.

¿Por qué las setas?

— Hace muchos años, me salió la oportunidad de trabajar en una empresa de pesticidas para realizar experimentación con productos nuevos en el campo. Esto me permitió conocer diferentes cultivos, lo que me hizo dar cuenta de que sufrimos de sobreproducción alimentaria. Por eso, decidí elegir un producto que tuviera carencia de producción. Quería dedicarme a las setas de chopo, pero, haciendo números, vi que con esta seta no tendría margen, y me decanté por el shiitake, la segunda seta más consumida del mundo. La realidad es que hemos logrado sacar un producto agrícola que da rendimiento trabajando con personas con discapacidad intelectual y que servimos a los mejores restauradores del país.

Afirmáis que con vuestro proyecto también aportáis más valor al sector forestal. ¿Por qué?

— Las setas gustan mucho y la restauración cada vez pide más, pero estamos exprimiendo nuestros bosques. Una cosa es la recolección lúdica, en la que te llevas las setas a casa, y otra es la recolección más industrial, que mueve muchos kilos de setas. Nosotros, por un lado, suministramos setas de calidad al sector de la restauración, y por otro, mejoramos el mundo forestal y contribuimos al cuidado de los bosques mediante la compra de serrín, leña fina, etc., productos que normalmente tienen dificultades para ser comercializados.

Producís setas todo el año. ¿Tienen las mismas propiedades que las que encontramos en el bosque?

— Las veces que he hecho análisis nutricionales en las setas cultivadas y en los del bosque, los resultados son los mismos porque a los que cultivamos, los nutrientes que les damos son los del bosque: maderas de castaño, de roble, de encina, etc., que harán que tengamos productos de calidad. Por eso, tenemos una cartera de clientes muy buena. Hemos vendido setas en Santi Santamaria, Carme Ruscalleda, El Bulli, Disfrutar, El Celler de Can Roca, etc.

¿Sólo distribuís las setas en el sector de la restauración?

— Aunque este sector nos supone el 80%, también tenemos algunas paradas en mercados, como por ejemplo en los de la Boqueria y de la Concepció de Barcelona, en algunas tiendas y en cooperativas de consumidores ecológicos.

¿Con qué variedades trabajáis?

— Empezamos con el shiitake, del que hacemos entre treinta y cuarenta toneladas al año. Lo que ocurre es que empezó a producirse en explotaciones de otros puntos del Estado en mayor cantidad y fue cuando decidimos producir también maitake o seta de castaño. Tiene nombre catalán porque es autóctono del Montseny. De éste hacemos unos 500 kilos a la semana. Después, a raíz de unos estudios que hicimos, también producimos la seta Cor de Bosc, que nos la compra El Celler de Can Roca y que no se cultiva en todo el mundo.

¿Qué les ha supuesto el reconocimiento de BBVA?

— El Premio a Mejores Productores Sostenibles de 2024 nos ayudó mucho y, aunque ya nos conocían, nos acabó de abrir las puertas en El Celler de Can Roca. También nos sirvió para que la gente entendiera cómo trabajamos: a partir de una agricultura lo más sostenible posible. De hecho, el BBVA también estuvo presente al inicio del proyecto, cuando nos ayudó a tirar hacia adelante la empresa a través de un estudio de viabilidad que nos dio las claves para saber hacia dónde teníamos que avanzar.