Relaciones sociales

¿Amigos o conocidos? Todas las relaciones que existen entre unos y otros

Las amistades de segundo nivel son parte de tu vida, comparten tu historia, pero no son las más importantes

Lisa Miller / The New York Times
y Lisa Miller / The New York Times

Nueva YorkLa mayoría de nosotros traemos un inventario mental informal de nuestras amistades, donde los más cercanos –nuestros íntimos– están separados de aquellos que simplemente son conocidos. Mi amigo R. una vez fue un paso más allá: él clasificó a todos sus amigos en un documento en el ordenador. (R. me pidió que sólo utilizara su inicial consciente de que tan sólo reconocer la existencia de una lista así es tabú, ya ni hablar de revelar a los amigos las posiciones que tienen.) Cuando era más joven, R. se sentía descontento con una vida social que le mantenía ocupado pero insatisfecho. Para descubrir el porqué, creó su jerarquía de amigos. Encontró que tenía un pequeño grupo de amigos de primer nivel, con los que estaba encantado de pasar tiempo en cualquier circunstancia, y tenía un gran número de conocidos. Sin embargo, había algunos que le causaban un conflicto interno, ansiedad y culpabilidad: aquellos que se situaban en los niveles intermedios y que llamaremos los amigos intermedios.

Como ejemplo, R. me habló de cierta amiga. Estuvieron muy unidos durante la universidad, pero a los 30 se habían distanciado. No hubo ningún desacuerdo; ninguna razón específica para que su amistad terminara. Simplemente, R. no se sentía tan unido a ella como antes. Entonces, sin maldad ni intención consciente, la bajó de posición en la lista personal de amigos. Cuando esta amiga contactó con él recientemente para pedirle apoyo durante la recuperación de una adicción, lo primero que sintió es angustia. Y después, se sintió molesto por su angustia. Además, él no estaba seguro de cómo ayudarla. Por último, no reservó un vuelo para visitarla. Ni siquiera le llamó. Pero se observó a sí mismo no haciendo estas cosas y sintió remordimiento. Emily Langan, una profesora de comunicación del Wheaton College que estudia la amistad, describe este sentimiento como la sensación de “No estoy dispuesto a ir, y me siento un poco mezquino para no ir, pero no somos esta clase de 'amigos”.

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Amigos auténticos

Los amigos intermedios son amigos auténticos. Tienen en común parte de su historia (fueron a la misma universidad, por ejemplo), o circunstancias (un puesto de trabajo) o intereses (los chistes groseros, la ropa de segunda mano o el squash). Los amigos intermedios te hacen reír, te dan noticias, te ofrecen opiniones o experiencia. Pero a diferencia de los amigos íntimos, los intermedios se enfrentan a los límites de tu tiempo, cariño y energía. Hay un número limitado de cenas a la semana y un número limitado de personas con las que puedes enviarte mensajes sin cesar. Los amigos intermedios demuestran lo falso e ingenuo querer ser todo para todos.

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Los silencios nerviosos que rodean a la amistad intermedia son fácilmente reconocibles para quien haya mentido alguna vez sobre la duración de un viaje de negocios para posponer una cita; también para quien haya oído demasiadas veces la frase “Yo te llamo”. Lo que está en juego aumenta en momentos de crisis y celebraciones, cuando la carencia de claridad queda de manifiesto. En una emergencia personal, el círculo íntimo sabe que debe intervenir, mientras que los conocidos pueden verlo desde la barrera sin culpa alguna. Mientras tanto, los intermedios orbitan tambaleantes, sin estar seguros de cómo, cuándo o incluso si deben actuar.

Cuando un amigo intermedio enferma, ¿ofreces acompañarle a hacerse una resonancia magnética? ¿Le regalas una salsa boloñesa? ¿O no haces nada? ¿Dónde está la línea entre la salsa boloñesa y la inacción? ¿Es necesario que un amigo intermedio ofrezca abrazos junto a la cama de muerte? ¿O sería suficiente con una llamada telefónica? Una vez quedé paralizada ante el diagnóstico terminal de una amiga intermedia; la quería, pero nos habíamos distanciado y no supe cómo ayudarla o darle consuelo, por mi eterno pesar.

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¿Ambigüedad o egoísmo?

El problema en cualquier debate sobre la amistad intermedia comienza con la palabra amigo. Para los estadounidenses, todo el mundo, desde un amante hasta un conocido del trabajo, es un amigo; ésta es la razón por la que "algunas personas dicen que tienen tres amigos, y otras dicen que tienen 100", explica Fischer, de Berkeley. Las mujeres, en general, se apoyan en sus amigos más que los hombres, compartiendo detalles de sus vidas más fácilmente, lo que difumina aún más las definiciones de las categorías de amigos y genera una mayor confusión sobre dónde encaja cada persona .

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Los estudiosos de las redes sociales han intentado clasificar los estratos de la amistad. Una de las taxonomías que utilizan es “mejores”, “íntimos”, “buenos”, “ocasionales” y “conocidos”. Estos estudiosos han visualizado las redes de amigos como una pirámide, con los amigos íntimos y la familia en la punta y todos los demás clasificados y ordenados abajo; también como círculos concéntricos, “como ondas en un estanque” –dice Robin Dunbar, psicólogo evolucionista de Oxford– con las personas más cercanas al centro, o como un convoy, con ciertas personas que acompañan a un individuo a lo largo de la vida y otros que se van quedando atrás.

"Quiero sentir que importo"

La intención del silencio que rodea a la amistad intermedia es proteger los sentimientos de los demás. Alguien se refiere a ti como “amigo del trabajo” y tú, en privado, gruñes: "Yo creía que éramos más íntimos". Te enteras de un embarazo a través de Instagram y te molesta no haberlo conocido de primera mano. “Quiero sentir que importo”, se lamenta mi amigo íntimo Nathan (éste es su segundo nombre), describiendo a una pareja que no deja de prometerle una invitación a cenar, sin hacerlo nunca realmente. Este desequilibrio nos confunde y hiere. Nos hace sentir impotencia o enfado.

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Dunbar especula que la ambigüedad que rodea el acto de mantener una amistad intermedia puede ser cortés, pero también egoísta. Sus investigaciones han demostrado que las personas sacan a los amigos del círculo más íntimo con extrema lentitud, a un ritmo de aproximadamente uno por década. Especialmente las amistades establecidas en los años universitarios “parecen estar tan grabadas en piedra que nada en este mundo las cambiará nunca”, afirma. Estas son las amistades que puedes reanudar donde las dejaste, sin necesidad de demasiado mantenimiento.

Pero en el nivel medio hay mucho movimiento. Los adultos jóvenes suelen cambiar entre el 30% y el 40% de sus amigos intermedios cada año, explica Dunbar, y aunque este ritmo desciende con la madurez, al principio sigue siendo el mismo. Uno degrada amigos cuando sus hijos cambian de colegio. O cuando deja un trabajo o se muda. No somos tan explícitos sobre las normas con nuestros amigos intermedios como lo somos con nuestros mejores amigos o nuestros amantes porque no queremos herir sentimientos, cierto. Pero también “porque podríamos quererlos de vuelta en dos años”, dice Dunbar. Queremos mantener las opciones abiertas.

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Espejo perfecto

Algunos científicos sociales e incluso filósofos sugieren un enfoque distinto a la amistad, en el que ésta no se concibe como un libro de contabilidad de débitos y créditos emocionales, sino como una creación orgánica –una obra de arte– construida por los amigos. Vistas así las cosas, las amistades no se clasifican ni estratifican siguiendo una línea clara que va del mejor amigo al casi desconocido, sino que son el espejo perfecto de la inversión de dos personas, reflejando sus entusiasmos, puntos en común, diferencias y limitaciones . Así, los amigos intermedios pueden ser vistos no como inferiores a los mejores amigos, sino como encantadores y beneficiosos a su manera. Liberada de la presión de ser buena, la amistad puede florecer y servir a cada persona tal y como es.

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Mi buena amiga Liz O'Connor, consultora de estrategia organizativa en Boston, lleva este concepto un paso más allá: si la gente pudiera ser sincera sobre sus propias limitaciones en la amistad, imagínense cuánto podrían hacer para resolver problemas sociales mayores. Connor piensa en las veces que no ha intervenido para ayudar a amigos intermedios –en la enfermedad, en una crisis financiera– por miedo a decepcionarles por no ayudar lo suficiente. Si hubiera tenido más claros sus límites, pudo hacer algo, en vez de nada. En una epidemia de soledad, quizás subestimamos las conexiones casuales que nos proporcionan placeres limitados, pero particulares.