Cuerpo y mente

¿Por qué existe tanta indiferencia hacia los problemas de los demás?

Hablamos del fenómeno de la globalización de la indiferencia con el filósofo Francesc Torralba y la psicóloga Mercè Conangla

Barcelona"Esto no va conmigo", "tengo problemas más graves", "cada uno que resuelva sus temas", "no quiero mirar las noticias", "no quiero saber nada". Parece que vivimos en un mundo donde cada vez nos importa menos lo que les ocurre a los demás y nos centramos sólo en nuestro propio bienestar y el de nuestro círculo más cercano. Sobre este fenómeno habló el papa Francisco durante su primera misa en Lampedusa a raíz del drama migratorio en el Mediterráneo. Él decía que el mundo sufre la globalización de la indiferencia, un mensaje que fue muy bien recibido y no sólo dentro del mundo religioso.

De hecho, sobre esta tendencia global hacia el narcisismo ya hablaron mucho antes historiadores y sociólogos como Christopher Lasch y Gilles Lipovetsky. "Decían que hemos ido hacia un tipo de sociedad donde las personas sólo se preocupan de sí mismas: de su trabajo, su piso, su ocio... Y a mucho estirar, de su pareja, hijos y padres", explica el catedrático y filósofo Francesc Torralba.

Cargando
No hay anuncios

Es una tendencia que va en aumento y no sólo se refiere a cuando hablamos de inmigrantes en situación irregular o guerras, sino también con los mismos mendigos que nos encontramos cada día en la calle. "Si nos fijáramos durante horas en un vagabundo que pide en el metro, veríamos que sólo una vez cada mucho alguien se le acerca para ver si necesita algo", continúa Torralba. Otro síntoma de este mal también se vería en la cantidad de personas mayores que viven solas y que nadie se entera de su muerte hasta pasados ​​unos días después.

Según Torralba, esta "epidemia" es aún más grave en las ciudades. "Cuanta más masificación en la sociedad, más indiferencia. En un pueblo es muy difícil la indiferencia porque todo el mundo se conoce y es más fácil ayudar. En las grandes ciudades, sin embargo, el otro forma parte del decorado, está más deshumanizado", apunta.

Cargando
No hay anuncios

Insensibilización

¿Cómo hemos llegado hasta aquí? "Seguramente porque hay una multiplicación de malas noticias y eso genera un sentimiento de impotencia: «Como yo no puedo cambiarlo, ¿por qué tengo que implicarme?», continúa el catedrático. Es decir, existe una actitud de dimisión y conformismo ante los males de los demás.

Cargando
No hay anuncios

Para la psicóloga y presidenta de la Fundación Ecología Emocional, que este año celebra los treinta años, el hecho de vivir bombardeados de estímulos e informaciones negativas hace que acabemos anestesiados e insensibilizados. "Cuando algo se repite mucho, llega un momento en que ya no hacemos caso, no porque no nos importe, sino porque ya hemos superado todo lo que podíamos soportar y buscamos un sistema de fuga. Para unos puede ser la violencia, pero para muchos otros sería la indiferencia", apunta Conangla.

En otras palabras, no es que seamos personas sin valores ni sentimientos, sino que, ante lo que nos duele, nos creamos este tipo de autoprotección. Ahora bien, la indiferencia es un mecanismo de defensa que nos lleva a la soledad y al aislamiento. Crea personas alejadas, faltadas de empatía, desconectadas de sí mismas y escondidas bajo múltiples capas emocionales. Por eso, cuando aparece el sufrimiento ajeno, no le sienten. Y en ese paisaje helado no pueden brotar ni la compasión ni la ternura; unos sentimientos que acogen, cuidan, calientan, consuelan y sanan. Sin olvidar que la frialdad emocional permite la crueldad, y la crueldad ha sido y todavía es el motor de todo tipo de violencias en el mundo.

Cargando
No hay anuncios

"A menudo también todo es fruto del resultado de una educación emocional y ética fallida", continúa la psicóloga. Si no hemos sido cuidados y tratados con respeto y amor, es posible que tengamos problemas con la intimidad y los vínculos, puesto que no hemos tenido modelos de referencia equilibrados y amorosos.

Ante esto propone educar desde la infancia con la empatía, la compasión y la ternura. "Son tres grandes preventivos de la violencia. Si no lo sembramos es muy difícil que la gente aprenda a cuidar a las personas vulnerables", apunta.

Cargando
No hay anuncios

Por su parte, Torralba considera imprescindible huir de las cifras y las estadísticas, porque lo único que hacen es deshumanizar a las personas que están detrás. "Para crear una conciencia necesitamos narrativas, saber quiénes son aquellas personas hasta el punto de que ya no vemos a unos inmigrantes, sino humanos como João o Tian", pone de ejemplo.

Al final, en un mundo cada vez más acelerado e individualista, recuperar el valor de la empatía no es sólo un gesto de bondad, sino una necesidad vital para la convivencia y la salud emocional colectiva. Es necesario que rompamos el muro de la indiferencia con acciones pequeñas pero significativas: una mirada, una palabra, un gesto de cuidado. Sólo así podremos reconstruir lazos rotos y volver a mirar al otro no como una amenaza o una carga, sino como un ser humano digno de atención y respeto.