El futuro del ajedrez quiere ser femenino
Esta disciplina está muy lejos de la paridad pero se multiplican las propuestas para animar a mujeres y jóvenes a ponerse ante un tablero
Cuando Isabel Marzal, de 47 años y de Vila-seca, decidió apuntarse al club de ajedrez de su pueblo, ahora hace tres años, se encontró con que era la única mujer. No solo en el club, sino también en los torneos y en las actividades que organizaban. “Es incómodo y a veces violento ser la única mujer en todas partes. Empiezas a pensar que estás en el lugar equivocado, te preguntas por qué motivo es así, si las mujeres no tienen la misma capacidad para jugar, si está mal visto...” La ajedrecista añade que también se ha encontrado en situaciones que evidencian que el ajedrez femenino no están normalizado. “Una vez en una liga me dijeron «Las madres tienen que esperar fuera». Se da por hecho que si una mujer está ahí es porque lleva a su hijo -comenta-. O en un torneo oí que el de al lado le decía a mi rival: «Qué suerte, te ha tocado la mujer». No son comentarios con mala fe, son hombres que nunca en la vida han visto a una mujer jugando al ajedrez”. También se ha encontrado con actitudes paternalistas. “Te dicen «Qué bien, claro que sí, está muy bien que las mujeres juguéis»”. Aún así, asegura que son comentarios más bien excepcionales y que en general la gente es muy respetuosa.
Parece que la realidad del ajedrez hoy en día no dista tanto de la de los años 60 que retrata la serie de Netflix Gambito de dama, en la que Elisabeth Harmon, la protagonista, consigue hacerse un lugar en un mundo exasperantemente masculino. Actualmente solo un 7% de las licencias federativas en Catalunya son de mujeres, una cifra que no ha aumentado en los últimos quince años. Se trata de un porcentaje inferior al del nivel mundial, en que el 16% son mujeres. Según Inés del Arco, miembro de la junta de la Federación Catalana de Ajedrez, “en los últimos años ha aumentado el interés de las mujeres en este deporte, pero cuesta contabilizarlo, puesto que muchas no se federan”. En Catalunya hay varios clubes con tradición de mujeres, como el Llinars o Peona i Peó, y otros que han incorporado en los últimos años, pero todavía hay muchos con plantillas integradas al 100% por hombres.
Una de los datos que llama la atención es que del total de mujeres federadas más del 80% son menores de 18 años. Según Del Arco, hay muchas niñas que empiezan a jugar gracias a varias iniciativas que se llevan a cabo para acercar el ajedrez a las escuelas; el problema es que hay muchas que lo dejan durante la adolescencia. “Es una edad complicada, tienen otras prioridades o pierden la motivación y lo acaban dejando. Pasa lo mismo en otros deportes. En el ajedrez, como son pocas, cuando lo dejan se nota mucho”, explica Del Arco, que añade que también es difícil ver compitiendo a mujeres que son madres. “La mayoría siguen asumiendo el cuidado de los hijos. A menudo, si juegan, es porque los hijos y la pareja también juegan”.
Un mundo históricamente de hombres
“Hay opiniones de todo tipo sobre por qué la presencia femenina es tan escasa en el mundo del ajedrez”, dice María Rodrigo, de 31 años, maestra ajedrecista y psicóloga, que actualmente está acabando una tesis doctoral sobre las calidades terapéuticas del ajedrez. Algunos sostienen que la llegada a la adolescencia se produce antes en las mujeres y que estas se interesan por actividades más sociales y menos competitivas. Otros defienden que las mujeres procesan la información de una manera diferente y que esto podría explicar que hubiera más hombres en la élite del ajedrez. “Yo no creo que sea un tema de habilidades o capacidades, ni que unos sean más competitivos que los otros -dice Rodrigo-. Si hay pocas mujeres en las primeras posiciones es porque hay menos en general y por lo tanto tienen menos probabilidades de llegar al podio”.
Por su parte, Del Arco tiene claro que el sesgo de género es por motivos históricos y culturales que todavía cargamos en la actualidad. “Hace cuarenta años al ajedrez se jugaba en los casinos y en los cafés, lugares donde las mujeres no tenían cabida. Como pasa en tantos otros ámbitos, cuando la mujer empieza a introducirse en este mundo ya hay una larga historia ajedrecista detrás -argumenta-. Las primeras jugadoras que se conocen, de principios del siglo XX, fueron muy despreciadas, como Sonja Graf -que se vestía de hombre para poder jugar- o Vera Menchik, la primera ajedrecista que consiguió jugar un campeonato mixto”. A pesar de que se ha avanzado para normalizar el ajedrez femenino, todavía hay mucho trabajo por hacer. “Es un proceso lento. Las mujeres siguen teniendo que demostrar no solo que son buenas, sino que son las mejores, para ganarse un respeto”, dice Del Arco.
Miles de personas han empezado a jugar a ajedrez inspiradas por la miniserie de Netflix Gambito de dama, que también ha servido para visibilizar a las mujeres en este deporte. Según María Rodrigo, ajedrecista y psicóloga, “la protagonista, Beth Harmon, se ha convertido en un referente, y esto es muy importante porque no hay muchos”. “Muestra que una mujer no solo puede jugar a ajedrez, sino que también puede ganar. Además, es una mujer muy empoderada”, opina. Coincide con ella Inés del Arco, miembro de la junta de la Federación Catalana de Ajedrez. “La serie normaliza y fomenta la práctica del ajedrez femenino. Sugiere que el ajedrez pueden ser interesante y atractivo para la mujer”. Por su parte, la ajedrecista Isabel Marzal opina que, a pesar de que la serie haya podido crear “una moda pasajera”, también habrá conseguido “que muchas mujeres empiecen a jugar, y quienes sabe si de aquí surgirán nuevas Beths: la cuestión es eliminar la idea de que el ajedrez es cosa de hombres”.
Marzal está de acuerdo con que la desigualdad en el ajedrez es un tema cultural. “Desde fuera todavía se ve como un mundo muy masculino. Gambito de dama ha sido positivo en este sentido, muchas mujeres han empezado a jugar y se han puesto en marcha iniciativas para promover y visibilizar el ajedrez femenino. Hasta ahora no había muchas”, opina la jugadora, que en 2019 organizó un torneo femenino de ajedrez en Vila-seca, el primero que se hacía en la provincia de Tarragona. “La respuesta fue muy buena. Participaron 24 mujeres, de todas las edades. Y el CE Vila-seca pasó de tener una única jugadora a tener seis pocos meses después”. Marzal explica que el éxito de esta propuesta la animó a crear la Asociación Mujer y Ajedrez Francisca Pino, junto con esta jugadora tarraconense y otra ajedrecista de Cambrils, con el objetivo de incrementar la participación de mujeres alrededor del ajedrez. A pesar de que con la pandemia ha quedado parada, esperan poder retomarla el año que viene.
Rompiendo prejuicios desde pequeñas
Es domingo, 31 de octubre, y la ajedrecista Joana Ros (18 años, Torrelles de Llobregat) se sienta en una de las salas del Hotel Don Angel, en Santa Susanna, donde dentro de pocos minutos hará unas partidas simultáneas. Se trata de una actividad especial organizada por la Federación Española para visibilizar a las jóvenes promesas del ajedrez. Las mesas ya están colocadas y varias personas, de todas las edades y sexos, la esperan detrás de los tableros. Si está nerviosa, no se le nota nada. Empezó a jugar con 4 años y con solo 7 fue campeona de Catalunya y de España en su categoría. Desde entonces no ha parado de acumular premios, el último el de campeona de España de Ajedrez Rápido sub-18 2021. “Me he encontrado a menudo en torneos de 100 o 150 personas donde yo era la única chica, pero siempre me he sentido a gusto. Es cierto que a algunos hombres les sienta peor perder contra una chica, pero no sé si es por la edad o por el sexo”, dice Ros, que opina que el hecho de empezar de pequeña es positivo porque te vas haciendo un nombre. “Sobre todo si tienes buenos resultados. La gente ya te conoce y te respeta. Para alguien que llega nuevo debe de ser más difícil”.
Aramí Lobo, de 14 años, de Llinars del Vallès, campeona de España sub-14, y Ainhoa Casares, de 16 años y de Sant Antoni de Vilamajor, campeona de Catalunya sub-14 y sub-16, también están en Santa Susanna, donde además de las simultáneas se celebra el Campeonato de Ajedrez por Equipo de Edades, uno de los torneos más importantes de Catalunya. Sus equipos, del Club de Ajedrez Llinars, son de los únicos integrados únicamente por mujeres. Las dos explican que empezaron a jugar de muy pequeñas empujadas por sus padres para mejorar la atención y la concentración en la escuela. “Mi experiencia es que es un mundo muy respetuoso, pero siempre te encuentras algún caso puntual de alguien que hace un comentario, como por ejemplo que los chicos son mejores que las chicas”, expone Casares. Por su parte, Lobo explica que algunos chicos que empiezan y no la conocen se piensan que es mala porque es una chica. “Es cierto que si tienes buenos resultados, si ganas, no te afecta tanto”.
Las jóvenes ajedrecistas afirman que faltan referentes femeninos y que estos son fundamentales para que las chicas se animen a jugar. “Conocemos a los 10 mejores jugadores del mundo, pero no a las jugadoras. Hay muchas menos que llegan arriba y son menos conocidas”, explica Lobo, que cita a la gran maestra Judit Polgár, la única mujer que ha conseguido figurar entre los diez primeros ajedrecistas de la clasificación mundial. En el ámbito estatal, Casares cita a la jugadora canaria Sabrina Vega, que ha sido ocho veces campeona de España y este año ha recibido el premio Reina Sofía por haber declinado una invitación a un torneo de Arabia Saudita en protesta por las condiciones de juego de las mujeres en este país. Ros, por su parte, menciona a la maestra Anna Matnadze, una georgiana residente desde hace años en Catalunya. Según Del Arco, cada vez hay más mujeres ajedrecistas que logran nuevas metas y se convierten en referentes, como por ejemplo la aragonesa María Eizaguerri, que este verano se ha convertido en la primera mujer en ganar el campeonato de España absoluto en la categoría sub-18. “Esto demuestra que no hay diferencia entre hombres y mujeres”.
Hacer red entre mujeres
A través de la comisión Ajedrez y Mujer, la Federación Catalana organiza varias actividades para promover el ajedrez femenino, como por ejemplo unas jornadas anuales donde se encuentran varias generaciones de mujeres ajedrecistas. “Se hacen partidas simultáneas con campeonas mundiales, y charlas y debates sobre la situación de la mujer en el mundo del ajedrez. El objetivo es hacer red entre ellas, que jueguen, que se conozcan, que vean que no están solas”, explica Del Arco. Ros está de acuerdo con que las chicas traen a otras chicas. “Cuando se apunta una, se apuntan cinco -explica-. Sentir que estás acompañada es importante. Si sabes que en una competición puedes compartir habitación con una amiga, habrá muchas más posibilidades de que vayas”. La comisión también vela por que las mujeres tengan acceso a una buena formación. “Es básico proporcionarles tecnificación -dice Del Arco-. De este modo pueden obtener buenos resultados, demostrar que son competentes y crear nuevos referentes”. Uno de los otros retos que se plantean es conseguir que haya más mujeres árbitros y monitoras. También en el ámbito estatal e internacional se está trabajando en esta línea. Según Rodrigo, presidenta de la comisión Mujer y Ajedrez de la Federación Española, una de las prioridades es visibilizar a las mujeres en el ajedrez. “Organizamos torneos femeninos en la calle, actividades con las campeonas de ajedrez que retransmitimos online, etc. La idea es que cada vez esté más normalizada la imagen de mujeres ajedrecistas, y que se ponga cara a las ganadoras”, dice Rodrigo, que en alguna ocasión, como jugadora, también se ha encontrado con comentarios fuera de lugar, “como por ejemplo que no se podían concentrar porque tenían a una mujer delante”, explica. “Hay que erradicar las actitudes machistas ya en los más pequeños. Enseñarles que no está bien hacer según qué comentarios y que hay que respetar al rival, sea quien sea. Transmitir que una de las cosas positivas del ajedrez es que puede jugar todo el mundo”.
¿Discriminación positiva?
Una de las medidas que se han sacado adelante para intentar promover el ajedrez femenino es el sistema de las competiciones por edades, que son mixtas pero con una clasificación femenina en cada categoría, además de la general. “Sabemos que el objetivo de cualquier mujer es ganar el torneo absoluto, pero a menudo es complicado porque hay muchos más hombres -dice Del Arco-. Se trata de una medida que puede ser muy motivadora al inicio”. Marzal también es partidaria de estos premios hasta que la situación se normalice. “Es cierto que puede parecer un premio de consolación. Una mujer puede quedar 30a y recibir el primer premio en la clasificación femenina -explica-. En una situación ideal no tendrían que existir, pero ahora ayudan a visibilizar el ajedrez femenino”. La ajedrecista Joana Ros explica que a ella ganar el premio femenino la motivó mucho al inicio. “Te ayuda a darte a conocer. Si no hay alicientes para las chicas que empiezan es más fácil que lo acaben dejando”. En esta línea, Ros opina que el premio femenino también ayuda a crear referentes, sobre todo para las más pequeñas. “Hay pocas chicas que jueguen en la élite, que son los torneos que se retransmiten en línea y que más miramos. Necesitamos referentes que estén más cerca -expone-. A medida que vas entrando en el mundo, vas conociendo a las jugadoras internacionales, pero al principio las que hacen de referentes son las chicas mayores que empiezan a ganar o que te encuentras en las competiciones”. Del Arco está de acuerdo: “A las más pequeñas les hace mucha ilusión tener a jugadoras cercanas con resultados. Se fijan en cómo juegan, qué apertura tienen, la estrategia que usan...” En esta línea, Del Arco remarca el papel que tienen chicas como Joana, Aramí o Ainhoa. “Nosotros, como federación, podemos hacer actos y actividades para promocionar el ajedrez femenino, pero las que rompen los prejuicios y estereotipos son ellas. Son las que demuestran que una mujer puede jugar y ganar y hacen de referentes de las más pequeñas, las motivan a continuar”.
Todavía hay muchos prejuicios que sobrevuelan la práctica del ajedrez. Entre otros, que es aburrido, solitario o solo apto para mentes privilegiadas. Las ajedrecistas opinan que son todo lo contrario. “Hay muy buen ambiente, viajes, haces muchos amigos y te lo pasas muy bien. Además, hay muchas competiciones que son en equipo y haces mucha piña”, explica la jugadora Ainhoa Casares, de 16 años. “Muchas personas siguen jugando por esta razón”, destaca. La ajedrecista Isabel Marzal, de 47 años, coincide con ella. “Mi experiencia es que es un ambiente muy sano y respetuoso a todas las edades, conoces a gente muy interesante y haces amistades para toda la vida”, dice.