"He pasado de ser una mujer menopáusica invisibilizada a ser muy activa y absolutamente visible"
Ser activos a lo largo de la vida nos permite afrontar el envejecimiento con buena salud y muy buenas condiciones físicas que pueden alargarse hasta el final de la vida
BarcelonaLa reciente victoria, y con esta ya suma cuatro, del piloto Carlos Sainz, a sus 61 años, en una de las pruebas más exigentes del planeta como es el Rally Dakar, nos hace reflexionar que, a pesar de la edad, podemos seguir muy activos y gozar de ciertos privilegios que, a menudo, solo asociamos a la juventud.
Con estas palabras no nos referimos a que exista una fórmula mágica de la juventud, ni que podamos tirarnos a hacer cualquier cosa en cualquier momento, pero sí que nos demuestra que, si respetamos la salud, tenemos ganas y ahí ponemos voluntad, podemos gozar de una vida activa a lo largo de nuestra existencia. “Ser activos físicamente es una cuestión de actitud, de la voluntad vital del individuo y de ser consciente de los beneficios que la actividad física puede darle a su vida”, afirma el Dr. Fernando Salom, médico deportivo, coordinador del programa Borina, en Menorca, sobre la prescripción de actividad física para la mejora de la salud.
Continuando con el tema de Carlos Sainz, es evidente que no existen las casualidades y que si puede seguir con ese grado de exigencia pasados los sesenta – casi a la edad establecida de jubilación – es por una serie de razones muy concretas que nos explica Álvaro Rancé, fisiólogo especialista en alto rendimiento deportivo: “Es evidente que el deporte de alto rendimiento, por norma general, beneficia a los atletas más jóvenes por las demandas físicas y cognitivas que implica, pero casos como el de Sainz nos confirman que, con una serie de capacidades y características concretas, estas actividades no son únicamente una fantasía. Su caso se explica como resultado de sus habilidades y experiencia, pero por encima de todo, por la preparación física y mental, la motivación y voluntad infinitas y, no podemos dejar de lado, las innovaciones tecnológicas”.
Es obvio que no todos podemos ser Carlos Sainz a los 60 años, como tampoco podemos ser Usain Bolt, aunque seamos jóvenes; el deporte de élite es un caso aparte, pero siempre ha servido de banco de pruebas para extrapolar muchas de las cosas que suceden en el resto de la población. De tal forma que es uno de esos casos que nos explican que no por tener una edad concreta ya no tendremos la capacidad de ejercitarnos ni de gozar de una vida activa y saludable. “Los límites deben ponerlos el sentido común y las limitaciones reales de cada persona, pero vale la pena destacar que se puede ser físicamente activo en todas las edades y que la edad no puede ser una limitación para ser una persona físicamente activa”, especifica el Dr. Salom.
“Cuando nació mi nieta, me di cuenta de que cuando me agachaba a jugar con ella en el suelo, me costaba mucho levantarme”, nos cuenta abiertamente Maria Teresa Pietx, una mujer que se describe como una persona jubilada, que pasó del sedentarismo absoluto cuando tenía casi 60 años, a cumbres como el Puigmal u otras de nuestras montañas emblemáticas, a los 66. “Había llevado una vida con mucha actividad intelectual, pero nada física, hasta el punto de que antes de los sesenta, sumado a la llegada de la menopausia, mi cuerpo empezó a cambiar, cogí peso y me di cuenta de que había perdido toda mi agilidad”.
“Podríamos decir que el envejecimiento es un proceso complejo que comienza desde el nacimiento y se manifiesta a lo largo de la vida de forma variable en cada individuo. A medida que se alcanza la edad adulta, el cuerpo comienza a experimentar un proceso de declive en diversas funciones fisiológicas”, explica Rancé. A lo que el Dr. Salom añade: “en el envejecimiento, el cuerpo humano sufre una degeneración del sistema osteoarticular, de la fuerza muscular, de la capacidad de reacción, del equilibrio, de la coordinación, de trastornos cognitivos, etc.”
Por tanto, el envejecimiento biológico es un proceso natural e imparable que es necesario aceptar y adaptarse, pero no conformarse ni agarrotarse. Y, en este sentido, Rancé explica que "hay ciertas prácticas de salud y ejercicio que pueden ayudar a minimizar sus efectos y promover un envejecimiento más saludable", durante el cual, la persona pueda seguir disfrutando de habilidades que hacen la vida más sencilla y agradable, como conservar una buena movilidad que le permita llevar a cabo las acciones diarias y mantener las relaciones sociales tanto con las personas de la misma generación como de las nuevas; evitar caídas y, por tanto, lesiones o patologías que se pueden complicar; seguir disfrutando de una buena capacidad cardiovascular que no limite las actividades, de forma que se puede evitar el aislamiento de las personas; prevenir o contrarrestar casos de obesidad, diabetes o enfermedades coronarias.
Maria Teresa Pietx confiesa que “me di cuenta de que aquella situación no podía continuar y busqué un lugar donde me pudieran asesorar. Fue clave encontrar a una persona que ha sabido encajar mis necesidades físicas de cada momento. Ahora ya hace más de seis años que voy dos veces por semana al gimnasio y, aparte, salimos a andar con un grupo que también ha sido clave para ayudarnos, que nos hagamos compañía, compartimos conversaciones y experiencias y entre todos hemos pasado de salir a caminar poco rato alrededor de casa a conseguir objetivos muy motivadores y que no me habría imaginado poder lograr como subir el Matagalls, el Puigmal, el Bastiments o el Pic de la Dona, entre muchos otros”.
En este sentido, las evidencias científicas son muy claras: “La adopción de hábitos de vida saludables puede influir positivamente en la calidad del envejecimiento y ayudar a mantener la función fisiológica en niveles óptimos durante más tiempo”, insiste el Dr. Salom y continua: “como punto de partida, para una persona sedentaria o inactiva, cualquier tipo de movimiento o actividad física ya cuenta y, cuando ya se tiene el hábito es necesario que cada persona realice las actividades dentro de sus capacidades fisiológicas, que tengan buenas sensaciones durante la práctica y se sienta bien cuando termina la sesión”.
Expertos como Rancé o el propio Dr. Salom especifican que el ejercicio aeróbico - cómo andar, andar en bicicleta, nadar, correr, subir escaleras, etc. - es muy importante, pero es necesario sumar un trabajo muscular, coordinativo y de flexibilidad que propicie algunos de los efectos más destacables contra el envejecimiento como “la preservación de la masa muscular, la mejora de la densidad ósea, la prevención de lesiones y caídas y la mejora de la salud metabólica, entre otros” explica Rancé.
Y no podemos olvidar “otros hábitos saludables como la buena alimentación – tipo dieta mediterránea – no tener hábitos tóxicos – evitar el consumo de tabaco o bebidas alcohólicas – así como un buen descanso nocturno”, completa el Dr. Salom.
Cuando le preguntamos a Maria Teresa Pietx cómo ha cambiado su vida con la incorporación de estos hábitos saludables, es muy clara: “me encanta verme en el espejo, me siento muy orgullosa del cambio que he conseguido en diferentes niveles, tanto en el ámbito físico como estético, como de posibilidades. He pasado de ser una mujer menopáusica invisibilizada a ser una mujer muy activa y absolutamente visible”.