Nueva YorkSi tienes la necesidad de ducharte cada día seguro que no estás solo: en una encuesta realizada en el 2021 a casi 6.000 adultos de EE.UU. más del 60% de los entrevistados afirmaron que se duchaban, al menos, una vez al día. Sin embargo, los dermatólogos afirman que muchas personas no necesitan, ni quieren, ducharse con tanta frecuencia. "No existe un método único para limpiar el cuerpo y el pelo", dice Joyce Park, dermatóloga de Seattle. La frecuencia ideal depende del tipo de piel y de pelo, de la cantidad de sudor y de la suciedad, comenta. Además, añade que "ducharse con demasiada frecuencia puede resecar la piel, algo que empeora el enrojecimiento, el picor y la descamación y puede desencadenar brotes de eczema".
A algunas personas les conviene pasarse agua y jabón todos los días. Por ejemplo, todos aquellos que sudan mucho –ya sea porque hacen ejercicio, por el tipo de trabajo que realizan o por la predisposición natural a la transpiración–. "Es importante ducharse para eliminar el sudor y las acumulaciones que pueden obstruir los poros de la piel y provocar erupciones cutáneas", dice Marisa Garshick, dermatóloga residente en Nueva York.
Si se tiene el pelo graso también convendría limpiarlo cada día. Según Garnick el champú en seco podría ayudar en caso de necesidad, pero deja claro que "hay que utilizar un champú tradicional para ayudar a eliminar la acumulación de producto y el exceso de grasa" que pueden obstruir los poros y provocar irritación y sensibilidad al cuero cabelludo.
Según Azadeh Shirazi, dermatóloga de La Jolla, en California, las personas con caspa deben lavarse con champú una vez al día. La caspa no la causa la sequedad de la piel, sino un hongo parecido a la levadura que se alimenta de la grasa del cuero cabelludo y puede infamar la piel y provocar la descamación. El champú diario puede eliminar los hongos causantes de la caspa, según destaca.
A muchos otros les convendría, en cambio, ducharse con menos frecuencia o al menos, tener cuidado a la hora de limpiarse. Por ejemplo, si se tiene un eczema o la piel seca o sensible, convendría ducharse cada dos días. El agua y el jabón pueden agravar la sequedad cutánea, explica Park, y provocar irritación y picor. Y ducharse demasiado a menudo puede resecar la piel hasta resquebrajarla y permitir la entrada de microorganismos, lo que aumenta el riesgo de infección cutánea, añade Garshick.
Por estas razones, los expertos recomiendan la ducha en lugar de la bañera, ya que exponer la piel al agua caliente, sucia o con jabón durante períodos largos de tiempo puede ser irritante. Garshick señala que, sin embargo, algún tipo de baños podrían ser útiles para tratar algunas afecciones, como los baños templados por las hemorroides, los baños de avena por el eczema o los baños con lejía diluida –siempre con la prescripción de un dermatólogo– por las infecciones cutáneas y los eczemas.
Si se tiene el cabello o el cuero cabelludo seco, se puede limitar el champú a una o dos veces a la semana, según Garshick. Y las personas con el cabello ondulado o crespado también pueden utilizarlo con menos frecuencia. Si se tiene eczema o la piel seca o sensible y, sin embargo, uno quiere ducharse cada día, debería procurarse que las duchas fueran cortas y no muy calientes. Además, se puede aplicar jabón sólo en los partos que más lo necesitan: las axilas, las ingles, las manos, los pies y las partes del cuerpo que estén visiblemente sucias.
Dicho esto, Shirazi recuerda que es aconsejable tener cuidado a la hora de aplicar jabón en la piel sensible que rodea la zona genital. Aunque está bien utilizar un limpiador suave y sin fragancia alrededor de la vulva así como en los pliegues ingles y el escroto, es mejor evitar el jabón en la vagina, el ano o el pene. "Es mejor utilizar agua", dice la dermatóloga.
También se puede minimizar la sequedad general de la piel, la irritación y el picor escogiendo jabones suaves o en barra que tengan ingredientes hidratantes como el ácido hialurónico y las ceramidas, explica Garshick. Por lo general ella aconseja buscar aquellos jabones sin fragancias, no los que se anuncian sin perfume, pero que luego traen alguna fragancia oculta y pueden irritar la piel. Y cuando salimos de la ducha, "deberíamos secar la piel con palmaditas de toalla, no frotando", aconseja Park que también recomienda aplicar "crema hidratante de pies a cabeza sobre la piel todavía húmeda".
Una medida para ahorrar agua
Más allá de los consejos de los dermatólogos y los beneficios que puede tener para nuestra piel, existe otro gran motivo para ducharse menos y es el ahorro de agua. Se calcula que una ducha breve de cinco minutos son 100 litros de agua, por lo que unos 10 minutos debajo del agua son 200 litros. De hecho, es la misma cantidad de agua que una persona bebe durante 100 días. Si hacemos cálculos sencillos, son 1.400 litros de agua a la semana y 5.600 litros al mes por persona, un dato realmente impactante. Por todo ello, la ducha siempre es una opción mucho mejor que la bañera, puesto que supone un ahorro de 300 litros de agua y la reducción del consumo mensual puede ser de hasta 3.500 litros.
La ducha es una de las acciones cotidianas que suponen un mayor consumo de agua en un hogar. Por eso los expertos recomiendan incorporar algunos hábitos para reducir ese consumo de agua tan cotidiano y tan repetido a todas las familias. En primer lugar, lo que se sugiere es reducir el tiempo de la ducha a la mitad: podemos ducharnos con mayor rapidez y todos nos somos conscientes. En segundo lugar, aconsejan apagar la ducha cuando nos enjabonamos el cuerpo o nos aplicamos el champú. Este sencillo gesto puede suponer un gran ahorro. El otro consejo es poner el agua templada. Normalmente derrochamos más de 8 litros de agua hasta que conseguimos encontrar la temperatura ideal, que es más bien caliente. Si la dejamos a una temperatura más bien tibia gastaremos menos agua. También se puede reducir el caudal del agua poniendo unos cabezales eficientes y aireadores, que pueden llegar a disminuir en un 50% la cantidad de agua que sale y ayudar así a ahorrar.
Y por último, un último consejo que se da aunque en un principio puede sonar complicado: reutilizar el agua de la ducha. Hay varios métodos, desde los más simples –como colocar un cubo bajo el grifo mientras sale el agua fría que dejamos correr hasta que llega el agua caliente– hasta los métodos más sofisticados, pero todos tienen el mismo objetivo: que el agua que no derrochamos se pueda utilizar para otras cosas, desde fregar el suelo, regar las plantas o llenar manualmente la cisterna del inodoro.