Todo son alegrías y satisfacción para los organizadores de la 34 edición de la 080 Barcelona Fashion, que aseguran haber cumplido con todos los objetivos de la semana de moda catalana tanto en el ámbito creativo como de asistencia. El día, que empezó tapado y con alguna llovizna, acabó con un solo esplendoroso. Ha sido el reflejo de un evento que ha cerrado con una demostración de fuerza de la creatividad catalana y de la capacidad de convocatoria de una gran variedad de perfiles, desde periodistas nacionales e internacionales, prescriptores a redes y amantes de la moda de todas las edades. Según los primeros datos de asistencia, más de 17.500 personas han asistido al Recinto Modernista de Sant Pau durante los cuatro días de pasarelas. El aforo completo en el interior de las pasarelas ha obligado a la organización a empezar a repensar el espacio. “En abril seguramente todavía cabremos. La idea es buscar un espacio también reconocido de cara al otoño, pero de momento todavía estamos explorando otras zonas”, ha explicado la directora de la 080 Barcelona Fashion, Marta Coca, en el ARA.
“¡Necesito esparadrapo!”: todo lo que no se ve de un desfile
Habey Club presenta colección el último día de la pasarela barcelonesa
BarcelonaEl sonido amortiguado de los pasos de las modelos pisando la moqueta del backstage comienza a sonar cada vez más fuerte. A medida que la cuenta atrás avanza, son más las modelos que después de hora y media de maquillaje y peluquería salen del camerino para empezar la última etapa antes de salir a desfilar por Habey Club. Ahora es la hora de que la decena de trabajadores que visten las top –llamados vestuarios– muestren la sangre fría, la rapidez y la precisión que se les requiere. Entre burras de ropa con decenas de pértigas con las confecciones que llevan meses gestándose en el taller de David Salvador y Javier Zunzunegui, las diecinueve modelos se cambian sin pudor por los cuerpos desnudos.
Ya hace rato que en el backstage los nervios afloraron en forma de gritos y dudas de última hora, mientras que en el exterior el rumor creciente de la palabrería de la gente que llega para ver el desfile señala que la hora límite está cada vez más cerca. “Lo peor son las sandalias que deben abrocharse”, dice la vestuaria Marta Montalban. "No, para mí son mucho peores los botones pequeños o las ranas", añade su compañero Bernat Ortiz. Ambos son estudiantes de la escuela de diseño l'Illa, de Sabadell, y esta semana trabajan como vestuarios en la 080 Barcelona Fashion para acercarse un poco más al sueño de trabajar en el mundo de la moda, sea como en sastre, diseñador o creativo.
Hasta cinco personas ayudan a meter las faldas y colocar a los delicados tirantes como marcan las fotografías pegadas a la pizarra a modo de chuleta. Pese a que su sesión de maquillaje y peluquería en el camerino ha terminado, las maquilladoras se lanzan a la modelo que sale del vestuario. Por el pelo, más plancha y laca; por las piernas, crema; por la cara, polvos matificantes y los complementos; incluso el ombligo recibe su dosis de maquillaje.
Rectas y en fila, las modelos se despiden de las sonrisas buscando conversaciones cómplices antes de ser apuntadas por las luces segadoras y cálidas del desfile. “¡Hej!”, saluda a la modelo danesa a una compañera de su misma nacionalidad, las modelos celebran lo que casi parece un encuentro de las Naciones Unidas. Al final, pese a la variedad de lenguas de origen, acaban recurriendo al inglés. "La 080 es una de las pasarelas más internacionales que hay en el mundo, las de Madrid son prácticamente todas españolas", explica una de las modelos que ha desfilado en las grandes semanas de la moda de todo el mundo.
Silencio. La hora de salir se acerca. La realizadora y dos asistentes comienzan a marcar la salida acompasada de cada una de las modelos. Los pasos seguros, la mirada alta y el rostro inexpresivo que mantienen a lo largo de todo el desfile se rompe cuando atraviesan la puerta de salida del desfile para volver al vestuario. Como un paro en bóxers, el desfile pausado se convierte en un movimiento rápido para quitarse los zapatos que, instantáneamente, son cogidos por un asistente.
Trabajar a contratiempo
Como un hervidero, los trabajadores vestidos de negro se lanzan sobre cada modelo que llega para ayudarla a sacar y poner el vestuario. “¿Dónde están las sandalias?”, grita uno de los vestuarios. “¡Necesito esparadrapo!”, se siente desde el otro lado de la habitación aterciopelada. Toda la organización y las pautas cronometradas quedan lejos con la acción de movimientos reflejos, tirones y prisas. "Trabajar a contratiempo y utilizar la fuerza no son una buena combinación, pero sólo tenemos 10 segundos para cambiar la modelo de pies a cabeza", suspira Ortiz.
La última modelo regresa de la pasarela y llega al interior de los camerinos para recibir el aplauso y chillidos de sus compañeras, muestra que el desfile ha terminado. Han sido nueve minutos y cuarenta y siete segundos para enseñar al público meses de un trabajo que ha pasado por cientos de manos. "Esta adrenalina es adictiva", dice una de las vestuarias. Las luces se apagan y se termina la función.
Resumen de la cuarta jornada del 080 Barcelona Fashion
La última jornada de la 080 la ha inaugurado la diseñadora Zoe Oms, nacida en 2000, que ha hecho desfilar su colección Ribbons & Ruffles mostrando una concepción estética intimista. Llena de grandes volúmenes, tanto en tops como en las partes inferiores, ha logrado combinar la actual tendencia bubble con reminiscencias del rococó. El segundo desfile del día, el de Alvar Merino, ha jugado con los límites del género con su colección Cicatrices, que ha convertido la pasarela en un palacio renacentista llena de diseños satinados y colores pastel.
Con Reveligion ha llegado el cuento de hadas de María Rodriguez, que ha dejado boquiabierto al público que ha asistido al pabellón del Recinto Modernista de Sant Pau. La reina del tul ha hecho desfilar diseños que desafiaban a la ley de la gravedad con formas expansivas creando una atmósfera etérea y soñadora. David Salvador y Javier Zunzunegui han elevado el prêt-à-porter hasta el máximo esplendor con la colección Obsesed. La practicidad y racionalidad se ha puesto al frente de unos diseños adaptados al ámbito laboral ya la vida ajetreada. De esta forma, los zapatos planos y los tejidos nobles como el algodón han sido los protagonistas en camisas, faldas con deformidades simulando las arrugas de horas sentado o en grandes bolsos para pasar el día fuera de casa.
Por la noche, Paolo Leduc ha congregado a decenas de espectadores para ver la colección Sonidos of tailoring. Los asistentes han podido disfrutar de unos diseños que representaban el encuentro entre el punk londinense de los ochenta y la mayor sastrería. En la misma línea de inspiración, la semana de la moda catalana ha cerrado con el desfile 080 Reborn, nacida de la misma organización en colaboración con la Agencia Catalana de Residuos. La ropa con la que se ha confeccionado la tercera edición de la 080 Reborn ha sido íntegramente recuperada de plantas de clasificación de residuos textiles y de tiendas de segunda mano, destacando la necesidad de hacer durar las creaciones y esquivar el consumismo impulsivo.