Bienestar

Ortosomnia: la obsesión por dormir mejor que puede perjudicar el descanso

Los expertos alertan de que monitorizar la calidad y la cantidad del sueño con dispositivos puede ser contraproducente

Kate Lindsay / The New York Times
y Kate Lindsay / The New York Times

Derek Antosiek se considera un tipo de experto del sommeil. Se ha puesto esparadrapo en la boca, se ha abierto las fosas nasales con dilatadores y se ha sellado las orejas con tapones. Probó un ventilador que bombea aire fresco bajo las sábanas y colocó colchones separados para él y su mujer, uno junto al otro, para que los movimientos de ella no le molesten. Ha probado luces de fototerapia, monitores de calidad del aire, rastreadores del sueño y gafas de luz azul. Con cada nuevo experimento, su objetivo era el mismo: encontrar el sueño perfecto.

Después de décadas en las que mucha gente seguía el mantra que decía que ya dormiríamos cuando estuvieran muertos, hoy en día muchos se han dado cuenta de la importancia de un buen descanso nocturno. El tiempo total de sueño ha aumentado en las dos últimas décadas. "Las cosas están cambiando", dice Matthew Walker, profesor de Neurociencia y Psicología en la Universidad de California y director de un centro de sueño. "Las personas -especialmente la generación Z- reclaman su derecho a disfrutar de una noche completa de sueño, y lo han hecho sin avergonzarse".

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Aunque la actitud sobre el descanso ha cambiado, los expertos dicen que las recomendaciones básicas siguen siendo las mismas: hay que dormir al menos siete horas, más o menos a la misma hora, con el menor número posible de interrupciones. Lo diferente es el número de personas para las que el sueño se ha convertido en una obsesión. En internet, estas personas —a veces llamadas en inglés sleepmaxxers— muestran con orgullo los extremos que llegan en busca de un mejor descanso.

Los vídeos prometen soluciones a problemas que muchos no sabían que tenían. Una entusiasta recomienda una almohada ajustable para reducir la presión facial. Otra se graba mientras se despierta con el pelo recogido y una correa en la mandíbula, y apenas puede hablar después de taparse la boca con cinta adhesiva. Presumir de acostarse pronto se ha convertido en una suerte de triunfo en las redes sociales, tanto como hacerlo con unas vacaciones lujosas.

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Gadgets de todo tipo

Hoy en día, para los que quieren experimentar con gadgets del sueño, hay cintas bucales (pensadas para favorecer la respiración por la nariz), expansores nasales (que supuestamente reducen los ronquidos), cintas nasales (para abrir las fosas nasales) y correas para la mandíbula (que se colocan alrededor de la cabeza y mantienen la boca firmemente cerrada). También hay sprays para la almohada, aerosoles de magnesio para los pies y el cóctel viral que promete ayudar a dormir: una mezcla de zumo de cereza, refresco prebiótico y magnesio en polvo.

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Además, hay tecnología de gama alta y líneas enteras de dispositivos para dormir, algunos de los cuales cuestan casi 1.000 euros, que registran y miden la calidad del sueño. Hay un reloj despertador que, según sus creadores, despierta a la gente según su ritmo circadiario natural. Para los verdaderos entusiastas, existe incluso un sistema de colchón de 4.000 euros que ajusta la temperatura, detecta los ronquidos y vibra cuando es hora de despertarse.

Pero, a medida que ha aumentado el interés por el sueño, algunos médicos y académicos han notado que la gente lo que busca es obtener un descanso nocturno perfecto. En 2017, investigadores del Rush Medical College y de la Escuela de Medicina Feinberg de la Universidad Northwestern inventaron una palabra, ortosomnia, para describir la actitud de las personas que buscan tratamientos para problemas de sueño autodiagnosticados como resultado del uso de dispositivos rastreadores de sueño. En The Journal of Clinical Sleep Medicine, los investigadores escribieron que les preocupaban los efectos de una “búsqueda perfeccionista del sueño ideal”, comparando lo que veían con la ortorexia, una fijación obsesiva con la alimentación sana.

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No todos los sleepmaxxers desarrollan ortosomnia, claro. Pero a Milena Pavlova, directora médica del Centro de Pruebas del Sueño del Brigham and Women's Faulkner Hospital de Boston, le preocupa que la gente se preocupe demasiado a la hora de acostarse. "El sueño es un proceso pasivo", dice Pavlova. "Hay que protegerlo, no forzarlo, ni maximizarlo".

La maximización del sueño se generaliza

Antosiek, un joven de 31 años, empezó a conciliar el sueño en serio hace unos años, al darse cuenta de que nunca había superado los malos hábitos que adquirió en la década de los 20 a los 30, como beber demasiado los fines de semana y ir a dormir tarde. Buscando información en internet, se topó con una pequeña pero dedicada comunidad llamada Sleep Hackers formada por personas que comparten regularmente consejos y expresan su frustración por sus problemas de sueño.

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Pronto se convirtió en moderador del foro y sus hábitos cambiaron. Empezó a intentar obtener lo que él consideraba “la cantidad adecuada de luz en los momentos adecuados” del día, ya utilizar varios aparatos y rastreadores del sueño. Uno era uno Oura Ring, un dispositivo de seguimiento del sueño que se ajustaba al dedo y le proporcionaba una puntuación diaria del sueño entre cero y cien. La puntuación significaba mucho para él. Las noches que le costaba dormirse, era duro consigo mismo y temía los resultados de la mañana siguiente, ya que sabía que afectarían a sus posibilidades de obtener una puntuación “óptima” de 85 o más.

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Para muchos devotos del sueño, la fascinación por los trucos para dormir sigue siendo un pasatiempo inofensivo. Mayte Myers, de 27 años, que se acuesta con una correa en la mandíbula y cinta adhesiva en boca, explica que el elaborado ritual de la hora de dormir le permite esperar alguna mejora. Del mismo modo, Maureen Osei, una joven de 24 años de Carolina del Norte, se pone cinta en boca, cinta en nariz, una gorra y una cinta en la mandíbula antes de acostarse. "Es como si no pudiera hacer otra cosa que dormirme, porque es muy incómodo", explica. “No me pondré a mirar las redes sociales con la correa de la barbilla puesta, ¿sabes?”, dice.

Sin embargo, a otros les ha salido el disparo por la culata. Sarah Kattan, una chica de 26 años que vive en Frankfurt, nunca pensó mucho en el sueño. Entonces, a finales del 2021, empezó a centrarse en mejorar su salud después de escuchar un podcast sobre cuestiones de salud. Luego leyó el libro de Walker sobre el sueño y se obsesionó con ese tema. De repente, la perspectiva de irse a dormir empezó a provocarle ansiedad, y empezó a mostrar síntomas físicos. "Empezó con palpitaciones", explica El Kattan. Cuanto más pensaba en dormir, peor le iba. Por la noche, sabía que cada minuto que pasaba era otro minuto de sueño perdido, y sus pensamientos obsesivos creaban un círculo vicioso que la mantenía despierta aún más tiempo.

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Walker reconoce que había oído hablar de otras personas que tenían problemas de sueño después de leer el libro. A estas personas él les aconseja que dejen de obsesionarse con el sueño, que “no escuchen mi podcast, no lean el libro, no hagan nada”, dice Walker, y recomienda que busquen ayuda de un profesional.

Otros riesgos

Por lo general, los expertos en sueño dicen que el nuevo enfoque cultural sobre el sueño es un cambio bienvenido. No descartan ningún truco o dispositivo, siempre que se actúe con seguridad. "Todo puede funcionar para alguien", comenta Leah Irish, profesora asociada de Psicología de la Universidad Estatal de Dakota del Norte. El mismo ritual de prepararse para dormir, por ejemplo, rociándose los pies con magnesio, puede ser más importante que sus efectos reales, en realidad puedes ser una señal para el cerebro que es hora de relajarse.

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Pero las afirmaciones de que una herramienta funciona a menudo son discutibles. Incluso los investigadores del sueño con un pie en la industria lo reconocen. "Probablemente, no hay ningún invento que te ayude a dormir mejor", asegura Vanessa Hill, científica especializada en el comportamiento del sueño del Appleton Institute, un instituto de investigación sobre salud y bienestar de la CQUniversity de Australia, que ha trabajado como consultora para la aplicación Samsung Health y la empresa de colchones Purple. “Lo importante es estar cómodo. Así que si algunas de estas cosas te ayudan a sentirte más cómodo, estupendo”.

Aunque pequeños estudios han descubierto que una cinta adhesiva en boca puede ser beneficiosa para los que sufren apnea del sueño leve, su efecto en personas que no tienen problemas respiratorios es menos conocido, y los estudios más rigurosos han encontrado pocas pruebas de que el magnesio tenga un efecto en la calidad del sueño.

En algunos casos, también hay riesgos. La cinta bucal puede reducir la cantidad de oxígeno que se inspira si se obstruye la nariz, y las correas para la mandíbula pueden causar dolor de mandíbula, dijo Walker. Para quien tenga problemas graves de sueño, es mejor consultar primero a un médico.

Y los trucos virales y los nuevos inventos que llenan las redes no sustituyen a las reglas del sueño de probada eficacia, como acostarse y levantarse a la misma hora todos los días, reducir el consumo de alcohol y dedicar tiempo en relajarse. Kattan, por ejemplo, empezó a dormir mejor cuando dejó de consumir cafeína. En el caso de Antosiek, le han ayudado los tapones para las orejas, la cinta adhesiva bucal y el dilatador nasal. Pero el ventilador de la cama no hizo mucho en su caso.

Ya pasado un tiempo, ahora Antosiek puede admitir que probablemente dejó que las cosas se le fueran de las manos. “Me obsesioné mucho, quizás hasta un punto enfermizo”, reconoce. Hoy en día, con despertarse descansado y alerta le basta.