El placer de retratar lugares abandonados
El urbex es la exploración de sitios abandonados, una afición que está en auge gracias al eco de las redes sociales
Barcelona“Este libro es una introducción a la exploración urbana, una suerte de turismo que permite a los más curiosos descubrir qué se esconde detrás del telón”. Así comienza el libro Acceso All Areas: En User's Guide to the Art of Urban Exploration del autor Ninjalicious y continúa: “La exploración urbana es una actividad emocionante y que te abre la mente; que te inspira a seguir tu instinto natural de explorar y jugar con tu entorno”. Publicado en 2005, este manual recoge las buenas prácticas, consejos y anécdotas de un hobby que cada vez acumula más seguidores: elurbex o la exploración de lugares abandonados. Hace diez años, en el Ara publicábamos también un reportaje donde se explicaba en qué consistía; hablábamos con algunos de sus adeptos y compartíamos sus lecciones y buenas praxis. Pero las cosas -más concretamente la tecnología y las plataformas sociales- han cambiado lo suficiente en esta última década como para afectar a una afición que en buena parte se basa en el secretismo. ¿Queda algo por descubrir? En un mundo donde toda la información está al alcance en cuestión de segundos, ¿todavía nos interesa saber la historia de una fábrica abandonada? La respuesta, dicen los exploradores, sí.
“Una de mis pelis favoritas siempre ha sido Los Goonies y poder vivir este tipo de aventuras con mis amigos, mola mucho. Es como vivir en una peli de los ochenta”, reconoce Carlos Sanmillán, uno de los portavoces y miembros deAbandoned Spain, la mayor comunidad online de exploración urbana del estado.
La curiosidad, como bien reconoce él, es el motor que le mueve desde hace años a planificar con cuidado cada salida, “chupar muchas horas de coche” y compartir sus hallazgos dentro de la web de la comunidad y en las redes sociales a través de plataformas como Instagram o Twitter, -“mucho antes que Facebook, que ya está en desuso”- bajo hashtags como #abandonedSpain o # urbex. "Creo que respeto hace diez años la cosa no ha cambiado tanto", asegura Sanmillán, "aunque con el boom de Instagram ahora es mucho más complicado guardar los sitios en secreto, porque enseguida ves fotos, llegan a mucha más gente… y siempre hay alguien que revela el secreto”.
Precisamente éste es uno de los puntos principales de todo buen explorador, regidos por una especie de código de honor donde el 'no robarás' está también presente. “No compartir. No robar. No romper nada. No tocar nada. Y como último, yo añado: tener sensatez”, un último apunte que para Mumi, la persona tras el canal de Youtube 'Mumis Place', hay que subrayar. Mumi también tiene perfil en Instagram, Facebook, Telegram y un blog; y cree que las nuevas tecnologías han servido para "acercar este mundo a la gente curiosa". En los últimos diez años esta nueva tecnología ha servido para romper con muchas de las limitaciones de los blogs: “ahora puedes realizar vídeos en 360 grados y cualquier persona de cualquier lugar del mundo puede visitar una masía en medio del Montseny, mientras nosotros le contamos la historia no sólo de la casa, sino también de la tierra”, afirma Mumi.
Para Kamila Napora, viajera incansable y creadora del blog Kami & The Rest Of the World, las redes no son una “prioridad”, a diferencia de su trabajo con el blog. “De todas formas, las redes sociales e internet en general sí han contribuido al hecho de viajar”, asegura Nopara, originaria de Polonia y continúa: “ahora tienes acceso a mucha más información que hace diez o veinte años y puedes descubrir rutas y destinos que no todo el mundo conoce.
Todo es más fácil y todavía las dificultades prácticas de estos viajes con mucho mayor conocimiento”. Kami, que así se hace llamar en su blog, cree que los foros y los blogs ayudan a conocer “el trasfondo y la historia de los sitios”, mientras que las redes sociales son una “fuente de inspiración para decidir a dónde ir” . ¿Cómo? Muy fácil, basta con utilizar cierto hashtags que resuenen con tus intereses. Sin embargo, todo esto tiene un coste. "Ha hecho que algunos lugares sean tan populares que ahora es imposible visitarlos", reflexiona Nopara. Ya no estamos hablando sólo de monumentos, sino que vienen a la cabeza imágenes surrealistas como hacer horas de cola para poder acceder a una playa o cientos de personas viendo la puesta de sol desde un lugar específico de la ciudad. “Por suerte, no es el caso de los sitios abandonados, aunque ahora sean más populares y conocidos”, asegura la bloguera y alerta de los peligros de esta moda. “Pienso en Tskabulto, en Georgia, un pueblo abandonado lleno de psiquiátricos donde algunos de los edificios estaban habitados por refugiados de la guerra de Abjasia, en los 90. Había historias que circulaban de visitantes buscando la emoción de visitar un lugar abandonado y que no respetaban a aquellos que vivían allí, que resultó en una aversión hacia los turistas. Pero en general, diría que hay más pros que contras y que las redes sociales han ayudado a descubrir sitios poco conocidos”.
Aunque podría parecer que con la predominancia de las redes sociales el urbex se ha convertido en una afición fácil o arruinada por todo lo que ya se sabe, los exploradores aseguran que hay que machacar mucha piedra para encontrar buenas localizaciones. “Siempre sigo el mismo patrón” relata Mumi y continúa: “antes de salir a lo loco pongo a Google Maps con visión satélite y hago búsqueda de posibles lugares abandonados. Miro si las cubiertas están destruidas, si la vegetación se ha comido la fachada o si hay algún coche abandonado… Todo esto son indicativos”. “Yo conozco a gente que incluso entra a Idealista a mirar las casas que se venden. Pero para mí, esto no tiene mucho sentido y distingo entre algo abandonado y en desuso, ya que para meterme en una casa de pueblo de alguien, me voy a la mía”, añade Carlos Sanmillán de Abandonedo Spain. El hecho de que las fotografías áreas de Google Maps no estén siempre actualizadas o que un sitio esté descuidado pero no abandonado hace que algunas veces éstas sean pistas erróneas, por eso los exploradores aseguran que siempre intentan tener "tres o cuatro destinos de reserva", por no hacer el viaje en balde.
¿Pero qué sucede cuando se ha seleccionado un sitio? ¿Cómo se entra? A camino entre los Goonies o las aventuras de Scooby Doo, ¿cuál es la realidad de la que se siente? “Hay gente que va a los lugares abandonados para escuchar psicofonías y echan más espacios que se dan a esto. Otros que ya les va bien el disparo de adrenalina de pensar que se cuelan en un sitio. Yo lo hago por puro interés, por curiosidad. Por eso prefiero los espacios que tienen historia, como castillos, monasterios, fincas…”, asegura el portavoz de Abandoned Spain. “Uno de los puntos más divertidos de esta afición es no saber qué vas a encontrar dentro: ¡si habrá algo o incluso alguien!”, explica Mumi. Para Kami, la cosa varía según sea un lugar abandonado muy popular entre los fans del urbex -o incluso para turistas normales-, o si es un lugar desconocido. “Yo nunca entro en un lugar totalmente tranquila, porque realmente no sabes lo que te vas a encontrar ni qué peligros puede haber. Por eso siempre sigo mi intuición y si veo que seguir allí no es buena idea, con toda la pena del mundo, me voy. Mejor prevenir que curar”, sentencia Kami Napora.
Para Youtuber, lo más peligroso de todo es haberse acostumbrado a entrar en estos lugares después de más de diez años y de vez en cuando necesita “respirar y ser consciente” de lo que está haciendo y así “volver a tener aquél subidón”. Sin embargo, ha tenido algún susto, como corrientes de aire que cierran puertas, partes de la cubierta que caen a su lado, incluso rocas de tres o cuatro kilos. "En la próxima me pondré casco, siempre pienso, pero sólo lo llevamos cuando entramos en minas o cuevas, en realidad". El hecho de explorar sola siendo una mujer, añade “una capa extra de peligrosidad”, incluso si sólo existe en tu cabeza, reconoce por su parte la bloguera polaca. “De nuevo el tema de la intuición y de ir bien en cuenta cuando entro en un sitio, de todo lo que me rodea. Si tengo internet en el móvil envío también un mensaje a los amigos para decirles a dónde voy y que si no he vuelto en una hora, algo no funciona”, confiesa Napora.
Quizás la tecnología haya cambiado la forma en que se comparten los contenidos de estos exploradores urbanos y también lo que podemos compartir: más fotografías, vídeos, grabaciones en 360º, etc. Pero la esencia perdura más o menos intacta. “Todo el mundo puede hacerlo, porque realmente lo único que necesitas es un poco de equipamiento y pantalones viejos que puedas estropear. El urbex no entiende de edades ni clase social”, asegura Sanmillán.