Ornitología

El sonido de la naturaleza que aporta beneficios para la salud

Cataluña se ha convertido en un polo de atracción por el turismo ornitológico, una actividad que, según los expertos, nos conecta con el cuerpo y estimula los sentidos

BarcelonaLa persecución, a trescientos kilómetros por hora, de un halcón peregrino a una paloma para cazarle; los nidos que hacen los tejedores machos antes de encontrar pareja; las concentraciones de flamencos en el Delta del Ebro; o el canto a la luz de la luna de un duque en los secanos de Lleida. Observar qué hacen los pájaros y escuchar su canto permite fundirse y vivir el presente. Una sensación efímera y plena que, tal y como demuestran varios estudios científicos, aporta beneficios físicos y mentales en quienes lo practican de forma habitual. Se cree que la biofilia –esta conexión y afinidad innata del ser humano con animales y plantas, que ha coexistido durante miles de años– y la biodiversidad que nos rodea son clave para entender por qué la observación de pájaros se convierte, por los humanos, una medicina natural. Somos parte de la naturaleza, aunque el día a día de la sociedad actual nos empuja a alejarnos de nuestros verdaderos orígenes.

En Inglaterra, la observación de pájaros es una de las aficiones más extendidas después del fútbol. Sin embargo, tanto en Inglaterra como en otras zonas de Europa, difícilmente se sobrepasan las 200 especies. En Cataluña, en cambio, esa cifra se incrementa un 60%. "Tenemos una gran riqueza y no la vemos en ningún otro país de Europa. Hemos llegado a observar hasta 334 especies en un año. Una brutalidad comparada con la mayoría del resto de países europeos", asegura Sergi Sales, ornitólogo profesional. Según este experto, "sólo en diez días se puede observar en Catalunya más pájaros que en Reino Unido se ven de forma regular en un año". El clima y los hábitats tan diversos que coexisten en distancias cortas es su motivo. "En 24 horas, puedes hacer un recorrido desde el Pirineo pasando por los secanos de Lleida hasta el Delta del Ebro. ¿A qué otro lugar del mundo puedes lograr esto en sólo cinco horas?", se pregunta Sales, que trabaja en la Fundación Plegadis, centro de educación ambiental, y desde hace más de veinte años se dedica a observar aves.

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En el portal ornitho.cat, dedicado al intercambio de información sobre las observaciones de pájaros y otros animales del Instituto Catalán de Ornitología (ICO), aportada por ciudadanos, una de las primeras posiciones del ranking la encabezó durante unas semanas un aficionado que, en poco tiempo, pasó de tener un interés puntual en la observación de pájaros en verla como una necesidad. Por problemas de acoso en el trabajo, Josep –nombre ficticio porque quiere mantenerse en el anonimato– cayó en un trastorno de ansiedad. Tras un periplo de visitas a psiquiatras y psicólogos, los especialistas le recomendaron esta práctica como pauta a seguir. "Algunos días iba al campo. Otros que no tenía ganas de salir me obligaba a coger los prismáticos y acercarme al balcón o al parque cerca de casa. Para mí, ha sido una terapia. En personas como yo , además, con trastornos depresivos y con tendencia a mantener la cabeza gacha, observar pájaros nos sirve como entrenamiento para levantar la cabeza y mirar hacia arriba", relata orgulloso.

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En cada salida, este observador notaba un antes y un después. Inés Fernández, psicóloga y miembro del Grupo de Trabajo de Salud Psicoambiental del Colegio Oficial de Psicología de Cataluña (COPC), explica qué sucede física y psicológicamente: "El contacto con los animales nos permite vivir una experiencia que se da en el presente y nos ayuda a vivir el aquí y el ahora. También nos conecta con el cuerpo y estimula los sentidos. Aunque sea por unos instantes, frenamos los pensamientos repetitivos y dejamos las barrenaciones de la mente. Todo ello nos aporta sensaciones cercanas a la paz mental".

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La afición pajarero: un desafío activo

Observar pájaros no es un acto aburrido ni pasivo. Por el contrario, desafía. La mente está en continua búsqueda y el cuerpo le acompaña. Varias investigaciones, como la de un estudio publicado en 2017 en BioScience, por ejemplo, apoyan la idea de que la observación de los pájaros es buena para el cerebro. En ese análisis, se determinó que la abundancia de pájaros en barrios urbanos se asociaba con una menor prevalencia de depresión, ansiedad y estrés. Otra investigación publicada el Journal of Environmental Psychology encontró que, de todos los sonidos naturales que pueden oírse, los ciudadanos asociaban más a menudo el canto de los pájaros con la recuperación del estrés y la restauración de la atención.

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Se considera que la observación de pájaros es "una de las formas más ubicuas en las que los seres humanos interactúan con la fauna a escala mundial". Fernández describe que "tiene sitio bajo una mirada curiosa dejándonos sorprender por el entorno y viendo las cosas como si fuera la primera vez". Esto –sigue esta instructora de mindfulness y compasión– ayuda a centrar la atención en lo que está pasando fuera. “Las personas que sufren depresión a menudo pierden el interés y la motivación por descubrir su entorno: se adentran en una experiencia interna de pensamientos de dificultades y malestar. Con la observación de pájaros o cualquier otra actividad similar tienen, en cambio, la posibilidad de salir de sí mismos. De hecho, conectar con la naturaleza abre la posibilidad a personas con tendencia a el aislamiento –ya sea con depresión, angustia, burn out, estrés o proceso de duelo– a vivir sensaciones de conexión, así como momentos de admiración y maravilla, que disminuyen la angustia, fomentan el pensamiento creativo y nos conectan con el mundo que nos rodea". Por otra parte, se activa el bioritmo interno de las personas y se entra en contacto de nuevo con el cambio constante, estaciones, las hojas que caen de un árbol o los movimientos de un pájaro de rama en rama... en otras palabras: la biofilia.

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El auge del turismo ornitológico

Cataluña se ha convertido en un polo de atracción por el turismo ornitológico. La mayoría de aficionados a la observación de pájaros –afición que ganó popularidad durante la pandemia– provienen de Norteamérica, países anglosajones como Inglaterra u otros como Escandinavia. Desgraciadamente, sin embargo, las poblaciones de pájaros están disminuyendo a un ritmo rápido. Según Xavier Riera, responsable del ICO, "en los últimos cuarenta años en Europa, se calcula que han desaparecido alrededor de 550 millones de pájaros". Además, los pájaros de ambientes forestales han aumentado mientras que otros secanos, como el pioco salvaje, han desaparecido. Éste ha sido el último en extinguirse y hay otros candidatos que están a punto son la rompe o la ganga, pájaros de ambientes de secano. "La causa es el abandono del campo, el uso de tratamientos fitosanitarios, las explotaciones intensivas del campo...", admite Sales, que ha colaborado en la Guía de los pájaros exasperantes de Cataluña (Ed. Tundra). Se calcula que en el mundo se perderán un 10% de las especies en los próximos 10 años y en el catálogo de fauna amenazada que publicó la Generalitat en 2022, encontramos 25 especies de pájaros consideradas en peligro de extinción y otros 35 vulnerables. "Nuestra misión es recoger datos a través de la ciencia ciudadana sobre fauna. Estas cifras han de orientar y son claves para que las administraciones actúen en consecuencia y pongan en marcha las políticas de conservación necesarias", afirma Riera.

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Una afición fácil de iniciar

Con o sin prismáticos, los pájaros son accesibles. Para localizarlos, es necesario buscar espacios naturales con biodiversidad, como parques, jardines o caminos alrededor de arroyos y estanques. A menudo, basta con mirar por la ventana. El mejor momento es al amanecer a principios de mayo por la migración primaveral. Para atraerlos, se recomienda poner comederos o hacer caseros. Recipientes con agua también hará acercarlos. En la observación, es útil elaborar una lista de los pájaros vistos y apoyarse en aplicaciones para aprender su canto. Unirse a un grupo de observación de pájaros o realizar turismo ornitológico reforzará y ampliará el conocimiento de esta afición. Y para los más especialistas siempre existe la posibilidad de inscribirse en el Big Year, una competición entre observadores de pájaros para ver quién identifica más durante un año.