Carlos III, llame a Desokupa!
Una treta legal del defenestrado príncipe Andrés de York podría garantizarle el derecho a vivir en una mansión real durante 75 años
BarcelonaSi pones "mala suerte" en Google, te redirige a una foto de Carlos III. El pobre heredero de la reina Isabel II se ha pasado toda su vida en posición de salida para empezar su carrera vital como rey y, desde que llegó al trono sólo le pasan desgracias. La primera y preferente es que al cabo de un año de ser proclamado jefe de estado de los británicos le han detectado un cáncer, una enfermedad que parece que no acaba de superar, ya que la transparencia de Buckingham al respecto se ha ido diluyendo con el tiempo e incluso se ha llegado a filtrar que se estaban dando pasos en la preparación de su funeral. Pero si bien la enfermedad es el problema que más titulares ha acaparado, la guerra familiar que sacude a los Windsor y que enfrenta al monarca con su hermano Andreu no es una cuestión menor.
Aunque la guerra entre el rey Carlos III y su hermano más problemático se debe a muchos motivos e implica múltiples luchas simultáneas, la cuestión más polémica es la voluntad del monarca de echar a Andrés de la mansión de 30 habitaciones en la cual vive gratis porque se financia con dinero de la Corona. Esta mansión, llamada Royal Lodge, está situada dentro de los jardines de Windsor y desde que Carlos III logró el cargo quiere destinarla a usos que no sean el disfrute y gozo de su hermano Andrés, que vive allí como un rey sin ser- ne. Quiere desahuciar a Andreu pero también a Sarah Ferguson, de la que está divorciado pero con quien –aparte del ostracismo real– comparte techo.
El anunciado desahucio del príncipe Andrés no es –sólo...– fruto de la manía personal del rey a su hermano, ya que se enmarca en un plan ahora medio detenido de reordenar las finanzas reales, lo que incluye también el patrimonio histórico de la familia. De hecho, se notaba que Carlos tenía en mente desde hacía tiempo cómo quería implementar este nuevo plan del patrimonio real británico, ya que lo llevó a la práctica al poco tiempo de convertirse en rey. Aunque muchos lo entienden como una venganza de Carlos a Andrés por la envidia que le habría tenido siempre por ser el hijo preferido de la difunta reina Isabel II, la realidad no es ésta. Carlos también echó a su hijo Enric de la mansión que ocupaba con Meghan Markle, llamada Frogmore Cottage y en la que habían invertido 2,7 millones de euros en una reforma para dejarla a su antojo.
El rey 'del pueblo'
El plan de racionalización del patrimonio y las finanzas reales perseguía varios objetivos a la vez y que tenían como finalidad ulterior hacerle parecer un rey llano, un hombre del pueblo... A efectos prácticos era una purga con luz y taquígrafos de los parásitos que no contribuyen a los intereses de la institución o que, peor aún, la depauperan aún más con cada noticia que protagonizan. En segundo lugar, para compensar los excesos de estos parásitos, el plan de Carlos también quería abrir al pueblo y al turismo parte de estas propiedades, lo que era sin lugar a dudas un intento desesperado por mejorar el escaso cariño que les británicos han oído tradicionalmente por él, al que siempre han visto como un hombre tibio que no habría llegado a ninguna parte fuera de la institución hereditaria en la que nació.
Este plan, evidentemente, tenía el nombre de una víctima en negrita en lo más alto, que era el del príncipe Andrés de York, el más parásito entre los parásitos. Éste señor tiene un currículum tan relleno de escándalos que no merece ni que se le abra la puerta automática de una farmacia. Ni que decir tiene que su último conflicto con la Corona fue por el caso Epstein, en el que Andreu fue acusado de haber abusado sexualmente de una menor, una acusación por la que no se le condenó porque llegó a un acuerdo extrajudicial con un dinero que todos intuimos quien puso... Con este pasado reciente y otros que no rememoraremos porque se nos haría el lunes, no hace falta ser muy listo para entender que una vez desaparecido el beneficio del amor de su madre-reina, perdería algo más que la agenda pública y los honores que había ido recibiendo a lo largo de su vida.
Un as en la manga
Todos estos elementos hicieron que Carlos decidiera que debía evacuar al Royal Lodge. El problema es que su impío hermanito se ha quitado un as de la manga para impedírselo. Según The Times y el Daily Mail, Andreu ha utilizado de escudo antidesahucios un contrato firmado con la Corona –es decir, su madre...– en el 2003 que le garantizaba el uso de esta casa durante 75 años. Es decir, hasta 2078, una fecha en la que él estará previsiblemente descansando en paz, porque ya tendría 118 años. Este contrato, que vendría a ser como una especie de PAH de los aristócratas, quedaría después de su muerte en manos de sus dos hijas, Eugenia y Beatriz, que podrían hacer uso de la propiedad hasta que sean muy grandes, ya que tendrían unos 90 años cuando prescribiera el documento. De hecho, que ellas fueran las destinatarias finales sería también una fórmula de presión contra Carlos, que tendría en buena consideración a sus dos sobrinas por la labor de representación real que han hecho siempre.
Como ambos hermanos se hablan a base de filtraciones en la prensa, ya se ha divulgado la contrarespuesta de Carlos en el contrato que Andreu se ha sacado del sombrero. Era una medida fácil de esperar: Andreu es un royal en estado puro no tiene ni oficio ni beneficio y, por tanto, no tiene dinero para mantener la casa ni el servicio y la seguridad que ésta necesita. De hecho, su situación económica se ha agravado desde que le echaron de la familia real por pederasta porque ya no cobra el salario público que percibía. Por tanto, esto le deja en manos de la arbitrariedad del actual rey británico y de los que puedan venir después, ya que sus únicas entradas son el salario que pueda recibir del ducado de Lancaster, que siempre gestiona el monarca. Carlos III, más austero que su madre, le rebajó ya la anualidad de 283.000 euros que la difunta reina le había asignado. Es decir, que si no se marcha voluntariamente del Royal Lodge, quizá se acabe marchando por hambre, ya que una nueva rebaja podría ser inminente.
Nuevas filtraciones –interesadas de Andrés– han señalado que Carlos quiere apropiarse de este casalicio del siglo XVIII para él, ya que quiere dejarlo listo para Camila si alguna vez se quedara viuda. También se ha publicado que el rey la quiere para darla a su hijo Guillermo, puesto que desde que abandonó Londres vive en una casa mucho más modesta de Windsor, llamada Adelaide Cottage, pese a ser el heredero. Sea como fuere, no me importa nada donde acabará viviendo Andrés, lo único que quiero saber es dónde vivirán los corjes de la reina Isabel II que adoptó Sarah Ferguson si los echan del Royal Lodge. Espero que si al final Carlos III llama a Desokupa, esta empresa no haga pagar justos por pecadores. También espero que el plan de Carlos incluya que los británicos puedan conocer los corjes reales. ¡Eso sí que sería ser un rey que escucha al pueblo!