La enfermedad de Kate Middleton: ¿'no news', 'good news'?
La prensa británica y las redes sociales elucubran sobre el estado de salud de la princesa de Gales frente al agujero informativo que han generado en palacio
BarcelonaLas altas instancias suelen pensar que no pronunciarse contribuye a desinflamar polémicas mediáticas de alto voltaje. Pero esto es un wishful thinking de manual. Existe una enorme lista de ejemplos que señalan que, en muchas ocasiones, el silencio desemboca en una espiral de especulaciones que es mucho más dañina para la institución en cuestión que haber dado una explicación clara y concisa de entrada. De hecho, callar al principio y acabar hablando cuando la presión social y mediática son ya inaguantables acaba siendo la peor opción de todas, ya que si finalmente se dan explicaciones de hechos graves, se presupone que se querían esconder. Y si lo que se explica al final es algo muy normal, muchos piensan que es mentira.
Hago esta reflexión pensando en la sombría gestión comunicativa de la enfermedad que afecta a Kate Middleton, la pieza que más afectos despierta del tablero monárquico británico. No se puede entender cómo en Kensington llegaron a la conclusión de que no decir el nombre de la enfermedad, no decir el nombre de la operación y no hacer actualizaciones de cómo avanza la recuperación de Catalina de Gales podría ser algo con lo que la prensa y el pueblo británico convivirían pasivamente ad infinitum. De hecho, esta decisión comunicativa de palacio resulta especialmente errónea en lo que se refiere a los príncipes de Gales, precisamente por su habitual transparencia y por la naturalidad con que suelen tratar mayoritariamente los asuntos personales que tienen un impacto en su faceta pública. Cabe decir más, esta apuesta por el silencio que han hecho resulta extrañísima para ellos también por comparación, puesto que contrasta incluso con la naturalidad con la que han tratado desde Buckingham el cáncer de próstata del rey Carlos III, mucho menos acostumbrado a dar explicaciones tanto por una cuestión generacional como de rango.
Ante el vacío informativo que se había generado desde que supimos que habían operado a Middleton a mediados de enero, la espiral de preguntas del gran público al respecto no había dejado de crecer. Cuando esta semana Guillermo no hizo ni acto de presencia en el homenaje a Constantino de Grecia –que era su padrino y al que le debía los honores, ya que tampoco acudió al entierro que le hicieron en Atenas...–, todo esto estalló a un nivel más elevado. En buena parte porque la única justificación que dio Guillermo sobre su ausencia fue: "Razones personales". Evidentemente, estas razones personales para no acudir a un corto acto que tenía lugar en la capilla de San Jorge del castillo de Windsor –en el que él vive...– han avivado todo tipo de preocupaciones extras sobre el estado de salud de su esposa Kate. A estas alturas, resulta evidente que no basta con que el resto de la familia real explique a los periodistas –¡sí, allí atienden a la prensa!– que cubren sus actos que Middleton está "bien", ya que todos sabemos que eso significa nada menos que: pasapalabra.
Proliferación de rumores
Como siempre ocurre, el vacío que no se llena con información se llena con rumorología. A falta de datos concretos con los que sacar conclusiones, lo que proliferan son las elucubraciones y filtraciones. Por eso, en este caso, la prensa ha tenido que abordar la realidad del estado de salud de Middleton a través de esta segunda vía, difundiendo teorías de todo tipo. Incluso fuera del Reino Unido. En el programa Espejo público de Antena 3, la colaboradora Pilar Vidal explicó que sus fuentes le habían filtrado que la futura reina de Inglaterra había sido intervenida de una histerectomía, una operación destinada a extirpar el útero. Y si esto lo dice la prensa de aquí, imagínense la de allá... También se ha explicado que el postoperatorio habría sufrido algunas complicaciones, que tuvo que ser intubada, que estuvo en coma... Y si esto se dice en los medios, ¿qué no dirán las redes sociales? Algunos usuarios han aventurado que tiene cáncer, otros han dicho que es mentira que ya esté en Windsor y que nunca llegó a salir del hospital, otros dicen que se ha hecho la cirugía estética y otros afirman que se ha sacado un riñón para darle a su suegro... ¡Fantasía psicotrópica en el poder!
"¿Cómo quieren que trabajemos si no sabemos dónde está Kate Middleton?" es una pregunta que ha hecho furor en las redes estos días frente a la estrategia críptica de Kensington. Es evidente que la sociedad está siempre muy pendiente de Catalina y no era necesario ser un genio para prever que aquel primer comunicado –redactado a toda prisa después de que lo operaran sin previo aviso, algo que lógicamente todo el mundo ha interpretado como que la intervención no estaba planificada como decían sino que era urgente...– en la que decían que estaría desaparecida hasta después de Semana Santa no tendría ningún éxito. Tanto fue así que esta semana tuvieron que emitir un nuevo comunicado.
Nuevas explicaciones, mismo problema
Sin embargo, las nuevas explicaciones de Kensington demuestran que en palacio no han entendido que su estrategia está equivocada y han insistido en que no dirán nada porque todo va bien. "Fuimos muy claros desde el principio diciendo que la princesa de Gales estaría inactiva hasta después de Pascua y el Palacio de Kensington sólo proporcionaría actualizaciones cuando algo fuera significativo", han dicho en el medio estadounidense Page Six frente al alud de especulaciones que no dejan de circular. ''Aquella guía se mantiene'', han añadido desde palacio para intentar desarticular todas las conspiraciones levantadas en torno a la no aparición de Guillermo en el funeral de Constantino, un rey que, por cierto, está resultando mucho más relevante mediáticamente de muerte que de vivo.
No se entiende que en la era del periodismo digital, en la que las ganas de consumir un contenido por parte del gran público no se pueden frenar como cuando los medios eran monodireccionales, nadie haya hecho la reflexión interna de proponer un plan de cierta transparencia a los príncipes de Gales, que están resultando mucho más rancios que Carlos y Camila. Y eso ya es decir... Si realmente no ha pasado nada, si realmente Caterina se encuentra bien, si realmente no hay nada que esconder, qué costaría tomarle una foto a ella con sus hijos en los jardines de su casa y difundirla en su seguidísimo Instagram? Si todo fue tan bien, ¿por qué no se facilitó que se tomara una foto de ella saliendo del hospital? Esto sería el mejor antídoto contra las especulaciones que genera por culpa de la carencia de información cualquier pequeño gesto de cualquier miembro de la familia real en público. Si los clics valen dinero, ni los medios, ni los seudomedios ni los tuitstars renunciarán a monetizarlos llenando el vacío sobre la cuestión. Titulares que junten a Kate Middleton con la palabra salud o enfermedad, habrá cada día. Sabiendo esto, es mejor que digan verdades que hagan valer la transparencia de la institución que pseudoinformación que hace sentir al pueblo que la institución les miente. Si es tan fácil de hacer, y no lo hacen, abren la puerta del abismo informativo. Si querían garantizarle una recuperación tranquila a la pobre Kate, la han pifiado.
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