Cabaret Pop

El polémico traslado de los príncipes de Gales a su nueva casa deja a los vecinos sin 60 hectáreas de bosque

Repasamos todas las demás casas que Guillermo y Catalina tenían a su disposición: desde un palacio en Londres hasta varias casas de campo

BarcelonaLos futuros reyes del Reino Unido, Guillermo y Catalina, han encontrado ya la que será su casa definitiva. O al menos eso es lo que quieren que parezca... Tras varios traslados, la pareja se ha decidido por Forest Lodge, una casa de ocho habitaciones rodeada de naturaleza y cerca de Londres que, lejos de aportarles la calma que ellos buscaban tras el cáncer de ella, les está llevando una buena récula de dolores de cabeza. Y es que ya ha pasado mucho tiempo desde que los ciudadanos británicos aceptaban resignadamente los designios de los monarcas. Hoy en día, cuando ven algo que no les gusta –o, peor aún: cuando sufren directamente alguna decisión real–, salen a criticarlo con fuerza a los medios de comunicación, que es donde más duele a los príncipes de Gales, la gran esperanza de una monarquía en horas bajísimas desde que los anticarismáticos Carlos y Camila llegaron al trono.

Pero cuál ha sido el pecado que ha hecho que los vecinos del área de Windsor donde está la casita ¿se quejen amargamente? Pues las presuntas medidas de seguridad que necesitan los príncipes de Gales, que les permitirán quedarse con un total de 60 hectáreas de prado y bosque en torno a la casa, que ya tenía 150 propias. Según ha trascendido, con la intención de proteger de la presión mediática y social a los tres hijos de los príncipes de Gales -Jordi, de 12 años; Carlota, de 10, y Lluís, de 7– así como también con la voluntad de protegerlos físicamente de cualquier posible susto han decidido apropiarse de una gran cantidad de terreno natural dentro del Windsor Great Park que hasta ahora estaba abierta a todo el mundo. Esto, que de por sí ya es todo un inconveniente para personas que no tienen ni jardín ni casas muy grandes, ha sido comunicado por la vía de los hechos consumados a los vecinos de la zona, que se han encontrado un cartel en uno de los accesos en el que dice: "Debido a la designación pendiente de una parte del Great Park como área restringida, el acceso a través de la misma".

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Detención inmediata

Para asegurar que no existen problemas con esta nueva realidad, desde palacio se han tomado medidas poco conciliadoras como levantar una valla o instalar cámaras de videovigilancia de última generación en plena naturaleza. Y por si todos estos privilegios no fueran suficientes, Guillermo y Catalina cuentan con otro instrumento altamente disuasorio: la ley. El acceso al público en esta parte del gran parque de Windsor quedará bloqueado de forma permanente una vez oficialmente se convierta en una propiedad designada según la ley de policía y delincuencia organizada grave, del 2005. La norma protege las tierras de la Corona, las tierras privadas que pertenecen al rey y también las que pertenecen a su heredero inmediato. Esto avala a las autoridades a detener de forma inmediata a cualquier persona que irrumpe en un área que está bajo esta tipificación.

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Evidentemente, esto ha encendido los ánimos en la zona, donde algunos de los usuarios habituales del parque lo han llegado a definir a los medios que se lo han preguntado como "una patada en los dientes" o como un hecho "decepcionante". Se da por hecho que su indignación se debe no sólo a que pierden el acceso a una zona especialmente atractiva, sino que a los Windsor lo que más le sobran son propiedades a las que pueden trasladarse sin tener que molestar más a los contribuyentes. De hecho, aunque irán a vivir a esta mansión georgiana que reformarán de forma importante para encontrar todo el confort necesario, los príncipes continuarán teniendo la titularidad del apartamento 1A del palacio de Kensington, en pleno Hyde Park londinense. El más privilegiado de todos los de palacio y donde ellos establecieron su primer hogar justo después de casarse, que ya tuvo que adaptarse a sus gustos y necesidades.

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Casas para dar y vender

Desde entonces han vivido también en Amner Hall, que fue un regalo de la reina Isabel II después de la boda de la pareja. Se trata de una mansión georgiana de 10 habitaciones dentro de la finca de Sandringham, uno de los palacios de su familia. Concretamente, lo que utilizan para pasar la Navidad. Los entonces duques de Cambridge, que aún no eran príncipes de Gales, vivieron allí durante varios años, entre el 2014 y el 2022, mientras Guillermo trabajaba como piloto de ambulancia aérea en East Anglia, en esa zona del este de Inglaterra.

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Kensington y Anmer Hall

Desde allí, donde habían criado a sus dos primeros hijos, se trasladaron a Adelaide Cottage, donde habían vivido hasta ahora. Los motivos oficiales del traslado a esta casa catalogada, con más de 200 años de historia, fueron que sus hijos estarían más cerca de la escuela Lambrook, donde estudian actualmente, y que ellos estarían más cerca de la reina Isabel II, que pasó sus últimos tiempos de vida en el castillo de Windsor, donde se ubica esta casa. Esta preciosa finca llena de detalles históricos tiene una gran historia detrás, ya que fue construida como casa de veraneo de la reina Adelaida, esposa de Guillermo IV. A pesar de todas las ricas decoraciones interiores –algunas recicladas de un yate de la familia real...– la casa ha pasado a la historia por ser el hogar del polémico romance de la princesa Margarita y Peter Townsend, el hombre que cuidaba de sus caballos al rey Jorge VI, padre de ella. Cuando Townsend se divorció de su mujer se quedó a vivir allí para seguir con su trabajo y vivió allí sus años de relación más despreocupados con Margarita, hermana pequeña de la reina Isabel II.

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Tras todo este periplo, el destino lógico del príncipes era el Royal Lodge, una mansión de las más importantes de la familia, con 30 habitaciones, donde vivió la reina madre hasta su muerte, en el 2003. A pesar de que como heredero era su destino lógico, el hermano del rey Carlos III ha logrado evitar que le echen de todas. Y eso que el monarca estaba decidido a quitárselo de encima fuera como fuera, ya que su imagen es –tras el caso de pedofilia Epstein– una auténtica losa para los Windsor. Imagínense cuántos secretos tendrá en cartera que ni el rey ha conseguido desahuciarle y su propio hijo se ha tenido que ir a una casa que para ellos es secundaria y que, en origen, fue la casa del guardabosques de Windsor.

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Royal Lodge, donde vive el príncipe Andrés de York

El único beneficio de vivir en el Forest Lodge para Guillem y Caterina será que la casa está muy cerca de Eton, el colegio donde se prevé que lleven –al menos– su heredero, Jordi. Quizá eso de criarlos fuera de la ciudad era sólo una forma más de utilizar una excusa para que puedan hacer lo que han hecho siempre los royals británicos pero disfrazado de amor por la naturaleza. Una naturaleza que los vecinos de la zona, después de todos los shows inmobiliarios de Windsor, sólo podrán disfrutar desde la ventana de casa. Como dice el dicho: que todo cambie para que todo siga igual.