La estación gerundense que controla que Barcelona no se lleve más agua de la cuenta del río Ter
El Ayuntamiento de Girona, a iniciativa de la plataforma Aigua es Vida, bautiza la estación de aforo del puente de la Barca con el nombre del político e historiador Francesc Ferrer i Gironès
GeronaDesde las fuentes de Ulldeter, en el Alt Pirineu, hasta la desembocadura de la Garganta del Estartit, el río Ter recorre el eje de las comarcas gerundenses de punta a punta. En su paso fronterizo por los valles de la Catalunya Central, a finales de los años sesenta, Francisco Franco mandó construir los embalses de Sau y Susqueda para retener el caudal que bajaba de las montañas y, de este modo, poder trasvasar una gran cantidad de agua desde el Pasteral hacia Barcelona para abastecer a la capital. Desde entonces, el caudal del Ter, en su curso posterior a la presa, se ha visto mermado considerablemente, sobre todo en época de sequía extrema, cuando incluso se ha excedido el caudal mínimo ecológico, fijado en 3 metros cúbicos por segundo, necesario para la supervivencia de las especies del ecosistema. Para garantizar y controlar el pulso del río, en 1985 se inauguró la estación de aforo de Girona, que pertenece a la Agencia Catalana del Agua (ACA) y está situada al pie del puente de la Barca, entre la Devesa y Fontajau. Este mes de octubre, el Ayuntamiento le ha bautizado con el nombre del político e historiador Francesc Ferrer i Gironès.
Francesc Ferrer i Gironès (1935-2006) fue una figura clave de la política gerundense de la segunda mitad del siglo XX. Firme defensor de la cultura y la lengua catalana durante el franquismo, en 1965 fue uno de los fundadores de la librería Les Voltes de Girona y una de las voces más activas de Òmnium Cultural en la demarcación desde la clandestinidad. En 1974 fue nombrado presidente de la Cámara de Comercio de Girona, desde donde encabezó la defensa del Ter y se opuso con fuerza al trasvase hacia Barcelona, denunciando la sobreexplotación y reclamando compensaciones para las comarcas gerundenses. Más adelante, hizo carrera política en diversas formaciones políticas, elegido senador en Madrid durante la Transición, diputado en el Parlamento y concejal en el Ayuntamiento, siempre defendiendo por todas partes la preservación del río gerundense.
"El caudal actual es ilógico, injusto e ilegal"
El bautizo de la estación de aforo con su nombre ha sido impulsado por la plataforma Aigua es Vida, que lleva años reivindicando la protección del Ter y ya había puesto sobre la mesa el nombre de Ferrer y Gironès en legislaturas anteriores, hasta que finalmente ha prosperado. Su presidente, Pau Masramon, subraya que la situación del río es crítica: "El caudal actual es ilógico, injusto e ilegal. Estamos igual que hace veinte años. Las buenas palabras y los acuerdos de la Mesa del Ter no se han traducido en hechos. Hace falta un pacto nacional del agua y hay que verificar empíricamente qué agua, se transvase. Y añade: "No tenemos información transparente sobre las cantidades que se desvían hacia Barcelona; Sau y Susqueda se han convertido en los almacenes de la capital y el caudal mínimo de tres metros cúbicos por segundo es una cifra artificial y franquista, de 1959, que no garantiza la vida ecológica del Ter". Sentencia: "Es lamentable, el estado del río, de la fauna, de la flora y de los peces: prácticamente está escrita su muerte". La plataforma ecologista no sólo critica duramente el desvío de agua hacia la capital, sino también los usos intensivos que hacen del recurso las empresas embotelladoras de la Catalunya Central o los negocios del turismo de la Costa Brava.
Por todo este decálogo de agravios, desde Agua es Vida celebran que "se reivindique un punto de medición como éste" y que se haga con un nombre que merece ser homenajeado: "Francisco Ferrer fue obstinado y valiente, tanto desde la Cámara de Comercio como en el Parlamento y en el Senado. Denunció que todo era una planificación de espo". En esta misma línea también se expresa el alcalde Lluc Salellas: "Es un acto para reivindicar la figura de Francesc Ferrer y un paso más en la lucha para que este río, que forma parte de nuestra identidad, tenga un caudal ecológico digno", afirma.
Los empresarios, en contra de la expropiación de los derechos de agua de Sau y Susqueda
El ingeniero industrial Joan Gaya, autor del libro El Ter. Dedos y hechos del trasvase (2020) –con un capítulo dedicado íntegramente a esta estación–, ha estudiado a fondo la historia del río y conoció de primera mano el trabajo de Ferrer y Gironès. Gaya explica que "en 1957, el alcalde de Barcelona, Josep Maria Porcioles, de Amer, convenció a Franco de que debía llevar el agua del Ter a Barcelona". Aquella decisión se tradujo en la Ley del Ter y en la inauguración de los embalses de Sau y Susqueda en 1968. "Esto obligó a expropiar todos los derechos de agua de las industrias del Baix Ter que vivían de la energía del agua y, aunque en plena dictadura nadie fueron a oír a las de las quejas", explica Gaya.
Ferrer i Gironès, como presidente de la Cámara, recogió el malestar de los empresarios industriales afectados y pidió que, como mínimo, se les indemnizara de forma justa. "Fue la cara visible de una reivindicación institucional", recalca Gaya.
El proyecto de la estación de aforo empezó a salir adelante ya en democracia y se optó por ubicarla en el puente de la Barca, justo antes de que el Ter incorpore las aguas del Onyar y el Galligants. La dirección general de Obras Hidráulicas autorizó su construcción y la estación se inauguró en 1985, después de casi veinte años de demandas. "A partir de esta estación, se ha podido ver que muchas veces este caudal de circulación mínimo no se ha cumplido y el ACA lo tiene asumido. Pero el problema del Ter sigue siendo que no podremos recuperar su caudal hasta que no empecemos a enviar menos agua a Barcelona", concluye Gaya.