Leyendo Benjamin
El saludo fascista de Musk o la sierra mecánica de Milei son gestos infantiles como el del adolescente que entra en clase de catalán gritando "viva Franco!", pero la historia mueve los hilos de estos títeres con la sonrisa siniestra de siempre. Ante espectáculos así, ¿qué deben pensar los judíos, o los occidentales con memoria, después de ochenta años de reflexión y propaganda antinazi?
Siento en la radio que se celebran los cinco años de la declaración de la cóvid. En la pandemia aprendimos lo fácil que era, a través del miedo, que aceptáramos el estado de excepción. Las sorpresas de Trump, tan difíciles de entender, puede que busquen ese mismo estado, con el peligro de que en cualquier momento hagan caer el castillo de naipes del equilibrio mundial. Quizás la acción más inesperada haya sido que se abrazara tan descaradamente a Putin.
El pacto Mólotov-Ribbentrop entre Alemania y la Unión Soviética de 1939 dejó a Walter Benjamin completamente tocado. Perseguido y exiliado de su país por judío, pasó tres meses en un campo de internamiento francés y, a finales de año, empezó a escribir su testamento, meses antes de suicidarse,Tesis sobre el concepto de historia, tan importantes hoy como cuando se redactaron: "En un momento en que los políticos en los que los adversarios del fascismo habían depositado la esperanza yacecen por el suelo y agravan la derrota traicionando su propia causa…"
Benjamin no necesitó saber que los nazis pondrían en marcha las cámaras de gas por entender que el mito del progreso era una ilusión muy peligrosa, una tormenta que nos empuja adelante y nos impide pararnos a entender y redimir las desgracias de la historia. Con la covid, hemos querido volver a convencernos de este mito. Acabamos dando las gracias a poder cambiar las calles por las pantallas. Benjamin hablaba de los "rasgos tecnocrácticos" del fascismo: podemos imaginarnos qué pensaría hoy, de la IA y de los ciberbros trumpistas. La cesión más grave que hemos realizado a la tecnología ha sido el desmantelamiento educativo y la sustitución del profesor por el programa informático. Todo lo que elimines en humanidades, lo ganarás en barbarie.
Benjamin utilizaba el concepto de catástrofe. Empezando por la enseñanza, no es necesario esforzarse por verla ahora por todas partes a nuestro alrededor: lingüística, institucional, migratoria; sanitaria y de vivienda, de los medios de transporte y de los de comunicación; de la justicia y la verdad; económica, bélica, democrática. Hasta el punto de que podemos preguntarnos qué es primero, si el colapso o la catástrofe.