Más allá de Sant Jordi
Aprovecho Sant Jordi para homenajear a las editoriales catalanas que mantienen viva la literatura. Son ellas y sus lectores quienes levantan el nivel. Si nadie levanta el nivel, las cosas se hunden, y el día que fallen estas editoriales –que no es descartable, visto lo ocurrido con la enseñanza– quedará poco de nosotros. Son casas con catálogos fiables que quedan al margen de las estibas de los libros venales, premiados y promocionados que hoy llenan las tablas de supermercados y librerías. Estas serias editoriales sobrevivirían a la desaparición del Sant Jordi –eso sí es descartable–, porque funcionan tan lejos de los grandes negocios como cerca de los grandes libros.
Por ejemplo, Edicions de 1984, con su colección principal, Mirmanda, que combina escritores catalanes con clásicos internacionales, o la colección La Clásica, que el año pasado publicó una nueva traducción de Guerra y paz, o la Poesía, que ahora ha sacado la obra completa de Dickinson.
Por ejemplo, Edicions Enoanda, de Sabadell, dedicada a la filosofía, una disciplina tan dejada de la mano de Dios en catalán, por la falta de compromiso de las universidades con nuestro principal activo cultural, que es el idioma.
Por ejemplo, Adesiara Editorial, que nos provee de los grandes clásicos de todos los tiempos y nos pone en el nivel de las culturas más potentes.
Por ejemplo, las históricas Bernat Metge, con la nueva Colección Bernat Médico Universal, que ahora saca otra traducción delOrestea, o la Editorial Barcino, también renovada con las colecciones Miradas y Imprescindibles…
O la que me tiene el corazón robado, la exquisita y coherentísima Flâneur, toda ella una reflexión rigurosa sobre la herencia del XX, y que acaba de publicar un clásico japonés sobre la bomba de Hiroshima que nos faltaba mucho en catalán, Lluvia negra, y otro Walser…
Tal y como tenemos el país, toda esa riqueza parece un milagro. Pero no sale de la nada, seamos conscientes de ello. Me he dejado muchas editoriales independientes que merecerían estar aquí tanto como las demás, pero no tengo espacio o prefiero no hacerlo por la vinculación –a veces personal– que tengo. Me he dejado Arcadia y me he dejado a Ela Geminada y Libros del Siglo, me he dejado Fragmenta y me he dejado de más conocidas. Son los cofres de nuestra riqueza cultural y esto no sólo significa el país de los lectores. Es una civilización. Cuando baje la espuma de la fiesta del libro, animo a los lectores a acercarse y celebrar los catálogos de estas editoriales impresionantes, el Sant Jordi que de verdad mata al dragón salvaje.