Este julio, en la bahía de Sant Feliu, tenemos dos novedades: la desaparición de los chiringuitos y la aparición de una valla de madera puesta en medio de la playa para proteger los huevos de una tortuga boba que vino a poner justo después de la verbena de Sant Joan. voluntarios monta guardia todo el día, en turnos de tres horas. De noche hay un vigilante "¡Nosotros no somos policías!", me dice una voluntaria que ha venido expresamente desde Tona. Van viniendo tortugas, pero la gente no lo respeta: graban con móvil, dan luz, gritan, ponen el flash.ay, una tortuga, me voy a hacer una foto!", entonces la tortuga se va y no pone los huevos". "Hace veinte años, aquí no llegaban tortugas", me dice otra voluntaria. "Ahora el agua está más caliente y las tortugas llegan aquí y hay que hacer divulgación para que la gente lo sepa. Hace un año o dos, un señor puso la toalla en la playa y le salió una tortugueta. No se había detectado la puesta".
Los huevos son enterrados en la arena, pero va viniendo gente a hacerse selfies. Se acerca a él un grupo de guiris. 101 dálmatas, porque la tortuga puso exactamente 101 huevos. Hay mensajes en el libro que dicen: "Que llegue bien al agua"; "¡Brava Dalmetes! Ánimo y sigue volviendo"; "¡Quelle nouvelle extraordinario! Bravo pour votre dévouement".
Todo es susceptible de ser turistificado. Pero, mientras nos concentramos en esta puesta, pocos metros al oeste estamos cubriendo de hormigón arroyos naturales; pocos metros al norte, en la cala Ametller, este año no hay boyas, por lo que las barcas aún salían de Sant Feliu, destruyen la posido; de Bosch, permitimos edificar en primera línea de la costa. La atención sobre este pobre animal nos hace sentir mejor después de haberlo puesto nosotros mismos en peligro de extinción. Fácilmente haremos un reclamo para el turismo, un turismo que contribuirá a su desaparición ya la de otras especies. chiquipark.Un abrazo a las Terres de l'Ebre.
