“Lo abatieron a pesar de que llevaba el brazalete blanco”

Los vecinos de Bucha también enterraron cuerpos en los patios traseros de las casas

Enviada especial a Bucha (Ucrania)La tumba es un simple montículo de tierra con un palo. No hay ninguna inscripción, ni cruz, ni nada. Una vecina, Tatiana, se disculpa entre lágrimas por no haberle dado una sepultura más digna. “Es que no teníamos ninguna cruz”, se justifica. Ella y dos vecinos más fueron los que se encargaron de enterrar el cuerpo con sus propias manos. “Llevaba días allí muerto sin que nadie lo recogiera”, añade, dando a entender que ya empezaba a oler mal. Y el problema es que no lo podían llevar ni al cementerio ni a la morgue. Así que lo enterraron donde pudieron: en un pequeño descampado junto al bloque de pisos.

A medida que pasan los días se van conociendo más y más detalles de las atrocidades cometidas en Bucha, la localidad de 36.000 habitantes situada a unos 15 kilómetros al noroeste de Kiev, donde no hay ninguna duda de que los soldados se ensañaron con la población civil. Hay pruebas que lo demuestran por todas partes. Los primeros fotógrafos que accedieron al pueblo el sábado encontraron cuerpos sin vida de civiles en las calles o ejecutados con las manos atadas. Detrás de una de las iglesias del municipio hay una fosa común que abrieron los mismos vecinos para dar sepultura a los cadáveres que se acumulaban en las calles. Pero es que también se pueden encontrar tumbas en los patios traseros de las casas o en los parterres de la localidad. Los soldados no permitían salir a los vecinos o hacerlo era demasiado peligroso.

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Dos tiros en el pecho

Por eso Tatiana enterró a su vecino junto al bloque de pisos. Se llamaba Artiom y tenía 36 años. No sabe por qué lo mataron. Andri Grigorenko, que también ayudó a enterrar el cadáver, tampoco le encuentra una explicación. “Fue al garaje a buscar unas latas de comida y ya no volvió –explica–. Como tardaba, fui a buscarlo y me lo encontré muerto con dos balas en el pecho”. Tatiana no puede ni hablar, se deshace en lágrimas cuando ve la tumba. “Su mujer ha sido evacuada y nos ha dicho que de momento lo dejemos así, que cuando vuelva ya lo enterrará en otro lugar más digno”, dice entre sollozos refiriéndose a la esposa del difunto.

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Pero ese no fue el único vecino al que mataron los militares rusos. Otro hombre también salió del edificio y tampoco volvió. Encontraron su cuerpo hace pocos días, cuando las tropas rusas ya no estaban en Bucha. Estaba a pocos metros del bloque de pisos. En el pavimento todavía hay una mancha de sangre. “Me impresionó mucho ver cómo estaba el cuerpo. Tenía los brazos levantados. Se notaba que había levantado las manos para que no le dispararan. A pesar de eso y de que llevaba un brazalete blanco, lo mataron”, explica Tatiana sin dejar de llorar.

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De hecho, ese edificio se convirtió en una ratonera. Es un típico bloque de pisos soviético, con 54 apartamentos y nueve plantas de altura. Ahora solo hay 18 vecinos. El resto huyeron. Los que se han quedado tenían ayer muchas ganas de hablar, de explicar lo que han vivido y lo que han sufrido. Algunos vestían ropa sucia y olían mal, después de tantos días sin poder lavarse porque no tienen ni agua, ni gas, ni electricidad. De hecho, ni tan siquiera se habían enterado de que las tropas rusas se han retirado de toda la región de Kiev. Pensaban que solo lo habían hecho de Bucha, que es lo que ellos han podido comprobar con sus propios ojos. Sin electricidad, no pueden ver la televisión, ni tampoco cargar la batería de los móviles. Y aunque pudieran, tampoco les serviría de mucho. El municipio se ha quedado sin cobertura telefónica, porque los bombardeos también han destrozado todo el tendido eléctrico. En algunas calles los postes de la luz están caídos en medio de la calzada.

¿Entonces los soldados rusos no dejaban salir a la gente a la calle? Los vecinos responden que sí que podían salir, pero solo hasta las cinco de la tarde porque después había toque de queda. Katia, una joven de 15 años que vive en el mismo edificio y que se ha unido a la conversación, resume en pocas palabras lo que podían hacer: “Íbamos al garaje a buscar latas de comida, o al pozo o al supermercado a buscar agua”. Según dice, el pozo está en casa de una vecina, a final de la calle. Y el supermercado tampoco está demasiado lejos. “Lo saquearon los primeros días que los rusos entraron a Bucha, pero íbamos a buscar las botellas de agua que quedaban”, aclara.

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Los vecinos del bloque de pisos también explican que cuando salían a la calle se ponían siempre un brazalete blanco para que los militares rusos pudieran ver desde lejos que eran civiles. Lo que cuentan debe de ser verdad, porque ésa es la misma versión que dan otros vecinos que viven en otra parte del municipio, a centenares de metros de distancia. Bucha es una localidad bastante extensa, situada en medio de un bosque, y donde hay altos bloques de pisos pero sobre todo casas unifamiliares o edificios bajos de tres o cuatro plantas.

“La norma era que tenías que llevar un brazalete blanco, pararte y levantar los brazos cuando te encontrabas a los soldados rusos en la calle, y esperar de esta manera hasta que hubieran pasado de largo”, explica Larisa, una vecina de 45 años que vive en esta otra parte del municipio. Allí también hay otra tumba en un lugar que sorprende: en un parterre entre diversos edificios. Según explican los vecinos, es de una mujer de unos 45 años que se llamaba Inna Lashenko. Fue a buscar agua al parque de bomberos, porque allí había un depósito lleno, y resultó gravemente herida por el camino por una bomba. “Su marido no quiso que la llevaran a la fosa común y la enterró ahí”, afirman. Pensó que era una sepultura más digna. En la tumba hay una cruz de color azul con un pañuelo atado, unas plantas y una copa de licor. Es la bebida que a Inna más le gustaba.

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Análisis y documentos contra la versión rusa

Las imágenes captadas por satélite hace unas semanas en la ciudad de Bucha muestran lo que parecen cuerpos de civiles muertos en las calles de la población ucraniana. La empresa norteamericana Maxar Technologies ha trasladado a Reuters estas imágenes, que contradicen las afirmaciones del gobierno ruso que sostienen que fueron las tropas ucranianas las causantes de la muerte de estas personas, o que la escena era un montaje hecho después de que los rusos se retiraran de la ciudad. Las imágenes que se han analizado y comparado son de los días 18, 19 y 31 de marzo, y la ciudad estuvo ocupada por las tropas rusas hasta el 30 de marzo. El New York Times ha tenido acceso a otro conjunto de imágenes y las ha comparado con un vídeo hecho a pie de calle que mostraba las mismas escenas y que les ha permitido confirmar las ubicaciones de los cuerpos. “Al menos once” de los cuerpos aparecían muertos en el suelo desde el 11 de marzo, cuando el ejército ruso ocupó Bucha.