La gran potencia asiática

¿China ha avanzado tecnológicamente a Occidente?

El dinero en metálico ya no circula y casi todo en la vida cotidiana pasa por aplicaciones de móvil, incluso las limosnas

Gente cruzando un paso de peatones y mirando el móvil en una gran ciudad china.
La gran potencia asiática
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PekínEn la puerta de un supermercado de Pekín, una anciana pide dinero a los clientes que salen cargados con las bolsas. Lleva colgada en el cuello una tarjeta plastificada con un código QR y la enseña mientras pide algo de dinero para comer. Si escaneas el código con el móvil puedes darle el dinero que quieras e irá directamente a su cuenta monedero del móvil. Hace ocho años la misma mujer, que aparece especialmente después del verano, hacía lo mismo, pero el dinero que recogía era en efectivo.

Es un ejemplo extremo de cómo se ha implementado y popularizado el uso de la tecnología en China. Prácticamente no puedes hacer nada sin tu móvil. El dinero en efectivo, y también las tarjetas de crédito físico, han desaparecido. La mujer sin techo no recibiría limosnas si no se hubiera incorporado al cambio tecnológico.

El móvil se ha convertido en un asistente vital. Wen, una licenciada en comercio internacional de 26 años, encarga y paga su café durante el trayecto en metro a su trabajo y lo recoge camino de la oficina en uno de los 20.000 establecimientos que la compañía Luckin Coffee tiene abiertos en el país, diseñados para comprar, a través de su aplicación, café y otras bebidas para. También puede elegir entre otros competidores locales como Cotti Coffee, M Stand o Manner. Las marcas chinas, con precios más baratos, han reducido la cuota de mercado del gigante Starbucks.

Las cifras en China son importantes porque son una parte muy destacada del éxito del desarrollo rápido: 1.400 millones de personas son un gran mercado de consumidores y también de trabajadores donde es posible testar rápidamente la tecnología. Wen es sólo uno de los 230 millones de clientes que tenía Luckin Coffee a finales del 2024.

A mediodía Wen también encargará el almuerzo a través de una aplicación y se lo entregarán al trabajo, y, por supuesto, las compras –desde las del supermercado a la ropa y los regalos. Viajes, hoteles, entradas de museo, cine, conciertos, reservas de horas en el gimnasio, excursiones a la montaña el fin de semana, clases de caligrafía o inglés, juegos online, servicios bancarios, mudanzas, consultas al médico e incluso amiguitos virtuales entrenados por IA… Todo un gran abanico de posibilidades concentradas en el móvil y, "como tu casa, dispone de tu propia casa,"

China seduce con su tecnología. Visto desde la perspectiva de un turista europeo, un viaje a China puede vivirse como un viaje al futuro: es una visita a un mundo sin dinero, donde pagas con una aplicación del móvil o incluso con reconocimiento facial. En los hoteles hay robots que te saludan en la recepción y suben toallas a la habitación. La mayoría de las ciudades tienen un espectacular skyline de altos rascacielos, de reciente construcción, con anuncios luminosos en las fachadas y por las calles extrañamente silenciosas de las ciudades circulan coches y motos eléctricas.

Y visto desde una perspectiva catalana, es un mundo ideal donde los trenes son modernos y normalmente salen a su hora. Aunque no hay que olvidar que en China los trenes son de larga distancia, ya que no hay cercanías porque estos trayectos se realizan en autobús.

Campo y ciudad, varias Chinas

Pero hay muchas Chinas y la distancia entre las grandes ciudades, que se han desarrollado en los últimos treinta años, y el campo sigue siendo muy grande.

Yun, una profesora de inglés de 56 años, ha vivido en primera persona la gran transformación de China. Reconoce que la tecnología hace la vida más fácil puesto que puedes comprar y resolver muchas cosas de la vida cotidiana con el móvil, pero rechaza que China esté más avanzada que Europa. "Puede que en las grandes ciudades como Pekín, Shanghai o Shenzhen, el nivel de vida se pueda considerar similar, pero eso no ocurre en el resto del país".

Señala que en otros muchos aspectos, como la sanidad, los servicios financieros o la seguridad alimentaria, China sigue siendo un país en desarrollo. Los tres temas preocupan mucho a las clases medias.

Aunque ya no se registran escándalos tan grandes como el que estalló en el 2008 con la adulteración de leche infantil con melamina, que afectó a cerca de 300.000 bebés y provocó la muerte de seis, sigue habiendo un constante goteo de noticias sobre fraudes alimentarios.

A Yun también le preocupa, como profesora, que la tecnología "hace más torpes a las personas y los jóvenes ya no saben contar, lo que afecta también a saber pensar," añade. Otra de sus críticas es que las facilidades de pago que ofrece el móvil también hace que "la gente deje de tener conciencia de lo que gasta". Como anécdota explica que su nieto de cinco años "no sabe qué es el dinero y piensa que sólo hay que pasar la mano por el móvil de forma infinita". Insiste en que resulta muy difícil explicarle que es necesario trabajar para tener dinero para poder comprar.

El imperio de las redes y las aplicaciones

Xiao, de 29 años, se reconoce una adicta a la red social Xiaohongshu (Petit Llibre Roig) donde la gente comparte experiencias, opinión e información sobre todo tipo de temas: restaurantes, destinos de viaje, noticias, trabajo, terapias… La aplicación es una mezcla de TikTok, Instagram y WhatsApp y, entre usuarios hombres para saber lo que les gusta a las mujeres.

Cree que en China las aplicaciones y los servicios de logística están más desarrollados y hacen la vida más fácil, si se comparan con otros países. Por ejemplo, explica que en un viaje a Australia tuvo fiebre por la noche y no pudo encontrar una farmacia que le enviara medicamentos al hotel de madrugada, algo que en Pekín resulta muy fácil, ya que además del habitual envío a domicilio están los Paoutui, un servicio de mensajeros que transporta lo que quieras de puerta a puerta a muy bajo. También comenta que por su experiencia, en Singapur el tiempo de espera para que te traigan la comida a domicilio es excesivamente largo en comparación con Pekín.

Ella se fuerza a cocinar al menos dos días a la semana, pero la realidad es que gran parte de la población compra comida a domicilio a través de las aplicaciones, lo que genera grandes cantidades de residuos de plástico y cartón. Xiao asegura que no hay conciencia de este problema en China, pero que en cambio el gobierno hace campañas para evitar la competencia desleal y que las plataformas vendan comida muy barata recortando los beneficios del repartidor y del restaurante.

La ventaja tecnológica de China la atribuye a que el país tiene mucha población y competencia: "Tenemos muchas empresas que deben competir para poder sobrevivir y eso hace que tengan que innovar y ofrecer buenos servicios".

Coincide con Yun en que existe una brecha social muy grande entre las grandes ciudades y el mundo rural. Pone como ejemplo su ciudad natal, Kaifeng, en la provincia de Henan. Ella llama pueblo, pero tiene más de cuatro millones y medio de habitantes. Allí, el pago con el móvil no está tan extendido y cree que debe hacerse en un porcentaje del 50%, mientras que la otra mitad de los pagos todavía se hacen en efectivo. Entiende que esta realidad se debe a que hay más personas mayores y prefieren el efectivo, entre ellas sus padres, aunque van haciendo progresos y ya hacen preguntas a la IA china DeepSeek.

Sorprende que a pesar de tener una visión algo crítica con los móviles, porque cree que aíslan a las personas (por ejemplo, ha prohibido a su novio mirar el móvil mientras comen juntos), confía en los servicios que se ofrecen, incluso aunque sean asuntos sensibles, como los médicos.

Muestra en el móvil cómo se puede hacer en múltiples aplicaciones una consulta con un médico online por unos 6 € con una llamada de voz, y por 9 € con una videollamada de 15 minutos. A la pregunta de si confiaría en un diagnóstico así, se muestra extrañada y afirma que las aplicaciones incluyen el currículo de los médicos y si trabajan en un hospital de buen nivel, además de que también pueden consultarse los comentarios de los usuarios. Su confianza en las redes parece absoluta.

Adicción y control

Xiang, de 32 años y traductora, es más crítica. Aunque reconoce que su vida pasa por el móvil y no podría vivir sin ella, advierte del riesgo de adicción y agudizar problemas mentales. Afirma que "hay gente joven que ya no quiere salir de casa", ya que las compras, juegos, información o ocio se encuentran en el móvil. "Incluso está de moda crear novios con IA", asegura, mientras muestra desde el móvil los tutoriales que se publican para enseñar a la IA cómo debe ser la pareja ideal.

En China las enfermedades mentales están muy mal vistas y apenas hay servicios de psicólogos o psiquiatras. La IA, a la que recurren especialmente los adolescentes, puede convertirse en un riesgo para resolver este tipo de problemas.

El uso del móvil facilita que el gobierno pueda controlar toda tu vida, ya que sabe qué compras, qué gastas, qué amigos tienes, dónde viajas, qué música o cine te gusta, los comentarios que haces en las redes sociales... En China las empresas tienen obligación por ley de compartir los datos que recaban con el gobierno.

Xiang cree que además del control, el gobierno también interviene en las redes sociales para impulsar políticas. Pone de ejemplo cómo, en el momento actual de crisis económica, se intenta estimular el consumo y, por eso, la mayoría de plataformas y aplicaciones ofrecen compras a crédito con un clic sin necesidad de trámites. Explica que puede comprarse a crédito desde pequeñas cosas, como la comida del día, hasta un coche. Pero al ser tan fácil, puede llegar a generar problemas de deudas, ya que la gente no es consciente de lo que gasta. Los intereses pasan a ser del 20% si no pagas a tiempo y en pocos meses las deudas se multiplican. Además, los sistemas para recuperar su deuda son muy agresivos. Las empresas acceden a toda la red de contactos y les llaman para avisar que el individuo tiene una deuda y es necesario convencerla para pagar. "Mi madre ha recibido hasta cinco llamadas al día de una empresa que reclama una deuda a uno de los porteros del edificio con el que apenas guarda relación" explica la Xiang horrorizada.

China ha vivido una gran transformación en las últimas tres décadas que ha permitido a la población dar un gran salto económico y tecnológico. Ha contado con la ventaja de una política planificada a largo plazo y de una gran masa social que generaba un gran mercado a distintas escalas. Pero la realidad de las grandes capitales está muy lejos del nivel de vida de la China rural. Por eso, a pesar de los avances, el país, con dimensiones de continente, sigue viviendo a distintas velocidades.

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