Abusos, amenazas de violación, misoginia y racismo en Scotland Yard
Un informe sobre la policía de Londres añade presión a una fuerza que ya está en el ojo del huracán por el Partygate
LondresMisoginia, discriminación sexual, racismo, mensajes sobre palizas y violaciones de mujeres, sobre la muerte de niños negros y sobre el Holocausto. Scotland Yard, la Policía Metropolitana de Londres (Met), no levanta cabeza. Después de las críticas recibidas por, en primer lugar, la falta de acción en relación con los escándalos del Partygate y por, en segundo lugar, la intervención a destiempo que impidió que el pasado lunes se publicara entero el informe de la funcionaria Sue Gray sobre el desmadre en Downing Street, la Policía Metropolitana de Londres ha recibido las durísimas críticas del comité que vela por los estándares éticos del comportamiento de los agentes.
Una investigación independiente abierta en 2018 sobre nueve denuncias diferentes contra miembros del cuerpo ha puesto al descubierto un montón de prácticas irregulares. La gran mayoría, pero no solo, tuvieron lugar en la comisaría de Charing Cross, al lado de Trafalgar Square, el centro de la capital británica.
El inicio de la investigación se remonta a las alegaciones contra un agente que, presuntamente, mantuvo relaciones sexuales con una mujer "vulnerable" en una habitación dentro de una comisaría. Los cargos, sin embargo, nunca se pudieron demostrar. Con todo, se empezó a tirar del hilo y, de los catorce policías investigados, dos han sido despedidos por faltas graves, cosa que les impide volver a ingresar en ningún otro cuerpo de policía del país; dos más han dimitido y otros diez se han enfrentado a diferentes medidas disciplinarias. De estos diez, nueve siguen ejerciendo funciones policiales y uno trabaja en la sección de personal. Lo más grave, posiblemente, es que uno de los sancionados por haber participado en chats con los contenidos descritos anteriormente fue promocionado al grado de sargento.
Aunque la Policía Metropolitana de Londres tiene una plantilla de 43.000 hombres y mujeres, y catorce es un mínimo estadísticamente inapreciable, el informe del órgano regulador indica que creen "que estos incidentes no son aislados o simplemente el comportamiento de unas cuantas manzanas podridas". En otras palabras: hay más, pero la cultura del encubrimiento hace difícil poner orden dentro de la casa.
Entre las evidencias que han salido a la luz hay mensajes intercambiados entre agentes con un alto contenido sexual, violento o discriminatorio, que fueron defendidos por los oficiales bajo investigación como "bromas". Por ejemplo, en algunos se sugería que los miembros del cuerpo asistieran a un popular festival de la ciudad disfrazados de conocidos delincuentes sexuales. También se enviaban mensajes en grupos de WhatsApp y Facebook alusivos a violaciones de mujeres y se hacían comentarios homófobos, misóginos, racistas y discriminatorios contra personas discapacitadas. Mezquitas de la ciudad o el movimiento Black Lives Matter fueron también objetivos de los infractores. Y las referencias al Holocausto eran igualmente recurrentes.
Tanto el alcalde de la ciudad, Sadiq Khan, como la ministra del Interior, Priti Patel, han expresado su repulsa a las irregularidades descubiertas, a pesar de que han querido insistir en que se trata de hechos que tuvieron lugar entre 2016 y 2018 y que, desde entonces, se han puesto medidas para evitar que se repitan. Según informó The Guardian el pasado jueves, Khan ha advertido a la comisionada y número 1 de la policía, Cressida Dick, de que le retirará la confianza si no pone remedio a la situación. Dick es la jefa de la fuerza desde 2017.
Llueve sobre mojado, sin embargo, y el tejado de Scotland Yard tiene muchísimas filtraciones. El año pasado Londres vivió el trágico homicidio de una mujer de 33 años, ejecutiva de publicidad. Sarah Everard fue asaltada, secuestrada, violada y finalmente asesinada por el agente de la policía metropolitana Wayne Couzens, de 49 años, condenado ya a cadena perpetua por el crimen. Tres días antes de los hechos, el 28 de febrero, el policía había sido denunciado por exhibición indecente en un restaurante de comida rápida en el sur de Londres. La Oficina Independiente de Conducta Policial (IOPC), el mismo organismo que ahora ha puesto encima de la mesa las irregularidades en Charing Cross, todavía investiga a dos agentes de la Met para averiguar cómo gestionaron la acusación y si la ningunearon, esconderieron o rechazaron porque el implicado también era policía.
Además, una protesta posterior de unos centenares de mujeres contra el asesinato, que tuvo lugar todavía durante el confinamiento del invierno pasado, fue tratada con una brutalidad policial que recibió enormes críticas por parte del alcalde Khan y también de la ministra del Interior. La jefa Cressida Dick argumentó que las leyes anticovid impedían las reuniones en el exterior.
El futuro de Johnson
Por otro lado, la ministra, Priti Patel, compareció el pasado miércoles ante el Comité Parlamentario de Asuntos Interiores para denunciar implícitamente a la comisionada Dick como responsable de los "errores de liderazgo" que tienen lugar, dijo, "en todas partes" de la escala de mando. La BBC ha informado de los movimientos de Interior para proceder a la sustitución de Cressida Dick a raíz del feminicidio de Sarah Everart y la respuesta policial a la manifestación en protesta convocada durante el confinamiento. La falta de candidatos dentro del mismo cuerpo del gusto de Patel y de Khan impidió el relevo.
Ahora, la advertencia del alcalde de Londres y las pasadas críticas auguran un cambio inminente al frente de Scotland Yard. Pero mientras no llega, el cuerpo pierde prestigio. Por esta razón, para intentar recuperar una mínima confianza de la opinión pública, es tan importante dar máxima transparencia a la investigación del Partygate. El primer ministro, Boris Johnson, está presuntamente implicado en al menos cuatro de las doce fiestas que se investigan. Su futuro depende, más que nunca, de la Met.