Guerra de Yemen

Además del hambre, una catástrofe ambiental amenaza a Yemen

Una veintena de ONG alertan sobre la posible explosión de un petrolero con más de un millón de barriles embarrancado en la costa yemení desde 2015

Ricard G. Samaranch

TúnezBen entrado ya el tercer mes de tregua después de cerca de ocho años de guerra civil, Yemen se enfrenta a otro tipo de catástrofe ante la indiferencia de la comunidad internacional. Un petrolero con más de un millón de barriles de crudo está embarrancado en la costa yemení y en cualquier momento podría explotar, o bien partirse en dos, y provocar una de las peores catástrofes ambientales marinas de la historia. Sus efectos nocivos se harían notar no solo en Yemen, sino también en los países vecinos y a todo el mar Rojo, una zona con un gran valor por su biodiversidad.

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Para evitarlo, la semana pasada una coalición de una veintena de ONG internacionales y regionales lanzaron un grito de alarma. En una carta pública conjunta, las organizaciones, entre las cuales figuran Amnistía Internacional y Avaaz, exigieron a la comunidad internacional que haga un esfuerzo para financiar el rescate del petrolero Safer. Las Naciones Unidas han diseñado un plan para hacer efectivo el rescate con un coste de 144 millones de dólares. Para iniciar la primera fase de la operación, les faltan 20 millones de dólares y han tenido que lanzar un crowdfunding.

Embarrancado desde el 2015

"La falta de urgencia por parte de los gobiernos ha dejado a Yemen muy cerca de un nuevo desastre humanitario y ambiental. Es incomprensible que la ONU haya tenido que hacer un crowdfunding de 20 millones de dólares cuando los daños pueden ser mil veces mayores", ha denunciado Michael Page, subdirector regional de Human Rights Watch. Según un informe de las Naciones Unidas, el coste de limpiar el derrame de petróleo subiría a 20.000 millones de euros, y el mar Rojo podría tardar hasta 25 años en recuperarse. El derrame destruiría el trabajo de miles de personas dentro del sector pesquero y turístico de Yemen, Arabia Saudí, Egipto, Sudán, Eritrea y Yibuti.

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El Safer, propiedad de la compañía petrolera nacional yemení, está embarrancado desde 2015, cuando el país ya estaba en guerra, lo cual ha impedido las tareas de rescate. El sistema de mantenimiento del depósito dejó de funcionar en 2017, lo cual permitió que se acumularan gases inflamables, y en 2020 el agua del mar penetró en la sala de máquinas. El barco está a solo unos siete kilómetros de la costa yemení, y a 45 del puerto de Hodeida, punto de entrada clave para abastecer de productos básicos a buena parte de la población de Yemen.

De hecho, un accidente podría parar el funcionamiento del puerto de Hodeida y hacer que millones de personas corran el riesgo morir de hambre. Según otro informe de la ONU del 2021, el Yemen sufre la peor crisis humanitaria del mundo: más de dos millones de niños de menos de 5 años sufren malnutrición severa, más de 14 millones están en riesgo de malnutrición y hasta 24 millones –un 80% de la población– necesitan asistencia humanitaria.

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Tregua frágil

La principal causa de estas cifras aterradoras es la guerra civil que asola el país desde el 2015 y que enfrenta a las milicias houthis proiraníes con una coalición de partidos y tribus yemeníes con el apoyo de los ejércitos de Arabia Saudí y los Emiratos Árabes Unidos, que han efectuado centenares de bombardeos aéreos. Se calcula que el conflicto ha provocado de manera directa o indirecta la muerte de decenas de miles de personas. La tregua que entró en vigor este 2 de abril representa la expectativa más seria para el inicio de un proceso de paz después de numerosas iniciativas frustradas patrocinadas por la ONU.

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El esperanzador escenario actual es fruto de un estancamiento en el campo de batalla y de la decisión del príncipe heredero saudí, Mohamed bin Salman, de poner fin a su fracasada intervención en Yemen. Además, se ha visto estimulado por la apertura de un canal de negociación entre Riad y Teherán, enemigos acérrimos desde hace décadas, que cuenta con la mediación del gobierno de Irak.

Ahora bien, los expertos alertan que la tregua es frágil y no está exenta de violaciones. Se teme que los houthis la quieran utilizar solo para rearmarse y lanzar nuevas ofensivas. Por eso, se reclama una implicación más grande de la comunidad internacional. "De momento, no hay una negociación de paz real. Un acuerdo requerirá que los principales actores acuerden un gobierno de unidad y acepten repartirse el poder", sostiene Zaid el Ali, investigador del think tank IDEA.