Terremoto en Marruecos

Crecen las críticas a Mohamed VI, el rey ausente que reaccionó tarde al terremoto

El monarca alauí, máxima autoridad política, religiosa y militar, tardó 17 horas en volver a Marruecos y hasta cuatro días después no visitó Marrakech

Marrakech / BarcelonaNo es raro que el terremoto que arrasó miles de pueblos del sur de Marruecos el viernes por la noche pillara al rey Mohamed VI en París, donde suele pasar largas temporadas. No fue hasta el día siguiente que el rey regresó al país, con dos aviones de Royal Air Maroc: uno para él y los hermanos Azaitar, luchadores de artes marciales que llevan años sin separarse de él, y el otro para el resto de la corte. El mismo sábado el rey aparecía en las cadenas de televisión presidiendo una reunión en Rabat para realizar balance de la catástrofe –que ha causado al menos 2.901 muertos y 5.530 heridos–, en unas imágenes sin sonido. Y no fue hasta el martes que no llegó a Marrakech, la gran ciudad más cerca del epicentro, donde visitó a algunos supervivientes en el hospital e hizo una donación de sangre. Una reacción tardía que ha motivado críticas, sobre todo entre los marroquíes que viven fuera del país.

“Es un hecho: después del terremoto, cuando todos los que vivimos aquí en Francia ya sabíamos que era grave, el rey no reaccionó. ¡Tardó 17 horas en volver al país! Y hasta que no volvió, ningún responsable habló: parecía que en Marruecos no existiera el estado. Todas las instituciones quedaron paralizadas a la espera de que el rey volviera”, denuncia en el ARA Aboubakr Jamaï, experiodista y profesor de relaciones internacionales del American College of The Mediterranean. Y añade sin tapujos: “La imagen de que Marruecos es un país democrático se desvaneció: ni el gobierno funcionó ni tampoco el aparato del estado profundo. Todo se bloqueó”.

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La visita real, calculada hasta el último detalle y de la que sólo tenemos imágenes oficiales –la policía incluso revisó que no hubiera una cámara oculta en las gafas de sol de un periodista– cuatro días después, no ha servido tampoco para romper el silencio. El rey, de 60 años, no concede entrevistas ni hace ruedas de prensa, e incluso ha anulado el tradicional discurso del 20 de agosto, con motivo de una de las grandes fiestas nacionales marroquíes, que conmemora la deportación del su abuelo por las autoridades coloniales francesas.

Pero sobre el terreno no queda tan claro que la gente que lo ha perdido todo apunte a la responsabilidad del monarca. Abdul Ahmad, un hombre de 38 años que antes del seísmo trabajaba en una empresa de rotulación, recibe el ARA en Asni, una de las primeras localidades del Atlas afectada. Se ha instalado en una tienda habilitada por las autoridades para quienes han perdido la casa, junto a su esposa, su madre y sus dos hijas pequeñas. “Yo sé que si el rey no estuviera enfermo habría venido al día siguiente del terremoto. Pero está enfermo, por eso siempre está fuera. Sé que vendrá a vernos”. Ahmad dirige su rabia contra el gobierno, no contra el monarca: “El rey siempre nos da el dinero para ayudarnos. El problema es el gobierno: cada ministro se embolsa una parte de las ayudas”.

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Mohamed VI es el hombre más rico de Marruecos (Forbes estima su fortuna personal en 5.300 millones de euros) y la máxima autoridad política, militar y religiosa. Su ausencia y la falta de reacción durante las primeras horas después del seísmo han hecho crecer las voces críticas que aseguran que todo quedó bloqueado esperando la autorización real.

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Sus problemas de salud y una controvertida vida privada, dos temas tabú en Marruecos, han manchado la imagen del monarca. Se sabe que sufre una enfermedad respiratoria y también una autoinmune, lo que puede explicar en parte sus ausencias. También ha alimentado la polémica su relación con Abubakr Abu Azaitar, el luchador de artes marciales germano-marroquí al que conoció tras su divorcio en el 2018 de la exreina Salma. Con sus dos hermanos, los Azaitar casi monopolizan la agenda y el acceso al monarca, que parece más preocupado por mantener un lujoso tren de vida lejos de los focos que por la gestión cotidiana del gobierno.

Opiniones diversas

La pregunta es ahora cómo afectará la gestión del terremoto a la figura del monarca. “Creo que puede afectar a su legitimidad, pero ahora es difícil saber hasta qué punto. En las redes sociales se está criticando mucho la gestión del rey y de las autoridades locales, pero también es verdad que las áreas rurales y montañosas (donde vive mayoritariamente la población amazigh) han sido históricamente marginalizadas e injuriadas por las élites del país y ésta constante histórica no las ha sacado del poder”, explica al ARA Itzea Goikolea, especialista en Marruecos. "Hay pueblos donde todavía (¡todavía ahora!) no se ha recibido ayuda, pero también hay donde han recibido mucha".

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Porque, aunque se trate de una población mayoritariamente amazigh (con una lengua y cultura diferentes al árabe), no quiere decir que esto refleje un sentimiento antimonárquico. Idriss Ait Iguarde, de 20 años, dejó su casa en las montañas del Atlas para ir a Marrakech a trabajar en un riad: “No creo que el gobierno nos haya tratado diferentemente por el hecho de ser amazighs. Sí es cierto que aquí las carreteras están peor y es más difícil ganarse la vida, por eso los jóvenes emigramos a las ciudades para poder enviar dinero a casa”. Cuando se le pregunta por la ausencia del rey durante las primeras horas se queda unos segundos callado y niega con la cabeza. Se le nota una cierta incomodidad en la cara. Cree que es el gobierno quien ha sido incompetente con la gestión del terremoto. "Después de lo ocurrido deberían nombrarse nuevos miembros".

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Jamaï destaca que el terremoto ha puesto al descubierto la realidad de Marruecos que no sale en las guías ni en las rutas turísticas. Marruecos que se encuentra detrás del escaparate de grandes obras como el tren de alta velocidad que une Casablanca con Tánger o la Ópera de Rabat. “El terremoto ha revelado la existencia de una parte muy importante de la población que vive en la miseria, la falta de escuelas u hospitales… las inversiones públicas no responden a las necesidades de la población porque carecemos de instituciones funcionales que permitan discutir las decisiones del rey, y así es como se dilapida el dinero público", considera el analista.

El hecho de que Mohamed VI sea también la máxima autoridad de Marruecos añade otra dimensión al impacto de la tragedia. Como decimoctavo monarca de la dinastía a Alauita, fundada de 1664, detiene el título de comendador de los creyentes oal-Amir al-Mu'minin y es el trigésimo sexto descendiente directo del profeta Mahoma. Pese a que con el auge de internet y las redes sociales el estado haya perdido el monopolio de la simbología religiosa, su papel como líder espiritual sigue siendo importante. Para Lurdes Vidal, especialista en el mundo árabe, el rey debe hablar: "La gente necesita que su líder político y espiritual se dirija al pueblo. Hay una dimensión espiritual colectiva que el rey no articula, mientras que la solidaridad se está vehiculando a través de la sociedad civil.” Pero el rey sigue, de momento, en silencio.

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