El jefe de estado más joven del mundo que ha seducido a Putin
El discurso panafricanista de Ibrahim Traoré, presidente de Burkina Faso, en la cumbre Rusia-África, se ha hecho viral en las redes
Bobo-Dioulasso (Burkina Faso)"Ibrahim Traoré no es un nuevo Sankara, pero sí es sankarista", dice un maestro de una escuela de Bobo-Dioulasso. Tras su asesinato en 1987, el líder revolucionario burkinés, Thomas Sankara, que cambió el nombre colonial de su país –Alt-Volta por Burkina Faso, “la patria de los hombres íntegros”–, ha dejado una corriente de pensamiento anticolonial muy fuerte. Un pensamiento que defiende, por encima de todo, la dignidad del pueblo africano y la “cooperación con todos los pueblos del mundo”, en contra de la “imagen del mendigo” que Occidente había impuesto a través de la ayuda al desarrollo.
Ahora, la cumbre Rusia-África, celebrada en San Petersburgo la semana pasada, ha dejado un discurso para la historia del panafricanismo y las nuevas relaciones internacionales en el Sahel. El jefe de estado y presidente de transición de Burkina Faso, Ibrahim Traoré, conocido popularmente como IB, realizó una intervención que se ha viralizado en las redes. “¿Cómo puede ser que con la riqueza que tenemos seamos el continente más pobre?”, se preguntaba Traoré ante Vladimir Putin y 17 jefes de estado africanos.
El reciente golpe de estado en Níger y los últimos movimientos políticos en la región –marcados por las protestas antifrancesas y un acercamiento hacia Moscú– ayudan a tomar perspectiva.
De capitán a presidente de transición
El capitán IB lideró un golpe de estado el 30 de septiembre de 2022 contra el teniente coronel Paul-Henri Sandaogo Damiba y se convirtió así en el jefe de estado más joven del mundo. A sus 34 años, la misma edad con la que Sankara llegó al poder, también con un golpe de estado en 1983; las similitudes eran evidentes. A partir de entonces, IB nunca se ha quitado el uniforme de militar y ha recuperado el lema de Sankara en todas sus apariciones públicas: “Patria o muerte. ¡Venceremos!”
Licenciado en geología, forma parte de las generaciones de jóvenes militares formados en la Academia Georges-Namoano, una escuela de formación poco glamurosa en comparación con la Prytanée Military de Kadiogo (PMK), donde estudió Damiba y la gran mayoría de altos rangos del ejército burkinés. Cuando asumió el poder, aplicó medidas muy populares, como mantenerse el sueldo de capitán o requisar de los ministerios todas las pickups que se utilizaban más por motivos personales que laborales y cederlas al ejército. Porque, a diferencia de Damiba, IB se presentó como un jefe de estado militar con el único objetivo de reconquistar el territorio nacional. El 4 de mayo contaba ante las cámaras de la televisión nacional (RTB) sus experiencias en combate como soldado de la Minusma en Malí en el 2018, donde un grupo de terroristas se infiltró en el destacamiento disfrazados de cascos azules. Sin embargo, una semana antes de su entrevista en televisión, en la ciudad de Karma, en el norte del país, un supuesto batallón del ejército burkinés había ejecutado a 150 personas, incluidos niños. Algo que hizo tambalear su credibilidad.
“Ayer veía en televisión que un funcionario europeo decía que tenían reservas de uranio para el presente y también para el futuro. Yo me preguntaba cuál era el presente de Níger, ahora mismo”, explica el maestro de la escuela de Bobo-Dioulasso. "Así ha funcionado siempre la explotación, nos quedamos sin nada, mirando hacia fuera", sentencia. Traoré es una respuesta a esa espera. En febrero del 2023 expulsó al ejército francés de Burkina Faso y llamó a la población a inscribirse como Voluntarios de Defensa de la Patria, unas milicias populares de al menos 50.000 personas que actúan tanto junto al ejército como por cuenta propia y están distribuidas por todo el territorio. Desde entonces, Traoré se ha referido a ella como “nuestros wagners” cada vez que se le ha acusado de colaborar con los mercenarios rusos y él lo ha desmentido.
Un imaginario revolucionario y africanista
Por su parte, Ibrahim Traoré ha sabido formar un gobierno civil que recoge nombres históricos de la revolución sankarista como el primer ministro y abogado Apollinaire Joachim Kyélem de Tambèla, que creó un Comité de Defensa de la Revolución (CDR) mientras hacía los suyos estudios en Francia en 1983. O Bassoloma Bazié, ministro de la Función Pública y de Trabajo, y sindicalista histórico que hace apenas un mes se reunió con el Fondo Monetario Internacional, al que acusó de “enfermar nuestras sociedades”.
En Burkina Faso, contestar a los mayores es un insulto. La jerarquía, sea por edad o por posición militar, es sagrada. Traoré comienza su discurso en Rusia pidiendo disculpas antes de hablar. Sabe que es el más joven de la sala y que sería irrespetuoso no hacerlo. "Hay líderes africanos que son títeres de Occidente", sentenciaba en San Petersburgo. Pero no es la primera vez que se disculpa. Justo después del golpe de estado se reunió con ministros y representantes sociales: “Antes de empezar, me disculpo, sé que hace tres días que no dormís y yo soy joven”.
Traoré solo controla el 40% del territorio. Este inicio de 2023 ha sido el más mortífero en el país desde que comenzó la guerra contra el terrorismo, y la cifra de al menos 2 millones de desplazados internos por la violencia sigue intacta. Pero ha conseguido que la población lo perdone y lo defienda.