Pol Morillas: “La agenda europea depende mucho de lo que pase en la segunda vuelta en Francia”

Director del Cidob

¿Cómo valora los resultados?

— Destacaría dos cosas importantes. La primera, que la extrema derecha, entre Le Pen y Zemmour, suma el 30% de los votos, y que, junto con el otro extremo que representa Mélenchon a la izquierda, es la alternativa al centro que representa Macron. Y la segunda, ligada con esto, que el centro que representa Macron es la única fuerza en este espacio político porque ha eliminado a las otras dos fuerzas de centro tradicionales. Es curioso que Macron, queriendo personificar el centro en sí mismo, haya acabado haciendo que la única alternativa a él sean las fuerzas más extremas.

¿Qué significa la gran derrota de los partidos tradicionales?

— Nunca se sabe, porque en España también hubo un momento que se daban por acabados, y después resurgieron. Esto llevará a estos partidos, que se han quedado por debajo del umbral del 5% de votos, a hacer una reflexión de fondo. Les obligará a una refundación y de aquí a cinco años, cuando Macron ya no se pueda presentar, el centro tendrá que presentar una alternativa, y estos partidos se verán forzados a ser competentes si quieren estar. Sin Macron el centro volverá a salir de una manera u otra. Si es presidente Macron, la parte de la izquierda puede salir fortalecida, pero si la presidenta es Le Pen, habrá también incentivos para crear un centro fuerte.

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¿Qué ha pasado en Francia para que la extrema derecha se refuerce así?

— Hace mucho tiempo que la extrema derecha es la gran protagonista en Francia con Le Pen o su padre, que ya han pasado otras veces a la segunda vuelta. Pero en los últimos tiempos Le Pen ha conseguido dos cosas: 1) presentarse como una candidata más centrada, porque le ha salido una competencia a la derecha más radical, Zemmour, y 2) preocuparse de temas a los cuales el centro político y Macron en particular no han prestado suficiente atención. La campaña de Le Pen se ha centrado sobre todo en cuestiones socioeconómicas, a pesar de que las cuestiones identitarias no han desaparecido. Si lees el programa ves que continúa siendo antiinmigración y nacionalista, pero sí que ha hecho llegar el mensaje de que se preocupa por la subida de los precios, la crisis energética, el salario mínimo. Ha hecho un giro hacia el centro y los demás partidos tendrían que tomar nota: no se puede dejar la agenda socioeconómica en manos de la extrema derecha porque la capitaliza igual de bien que la identitaria.

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Las encuestas pronostican una victoria ajustada para Macron en la segunda vuelta: ¿ya no habrá voto útil contra la extrema derecha?

— La gran duda aquí es la abstención, el si aquellos que no han votado creerán que no vale la pena ir a votar en la segunda vuelta. Si pasa esto, quien tenga más consolidado el voto más cercano saldrá beneficiado. Le Pen lo tiene más consolidado y tiene todo el voto de Zemmour detrás. Macron tiene más voto pero menos consolidado. Su 27,8% le puede llevar a la victoria pero no se puede despistar, porque no puede dar por seguro ni el voto de Mélenchon ni el de la derecha tradicional, ni el de los socialistas o los verdes. Buena parte del resultado dependerá de la abstención.

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¿Què significaría para el mundo una Le Pen presidenta en el momento actual?

— En un contexto europeo marcado por la guerra, por la recuperación pospandemia y por todas las reformas que hay que hacer en clave fiscal o de inmigración, por mucho que tengas un gobierno alemán más reformista y europeísta que el de Merkel y por mucho que tengas a António Costa en Portugal, Mario Draghi en Italia y Sánchez en España, sin Francia es muy difícil hacer cualquiera de estas reformas. Así pues, la agenda europea depende mucho de lo que pase en esta segunda vuelta. Si gana Macron, puede ser una ventana de oportunidad para la Europa pospandemia: con el endeudamiento conjunto, con la renegociación de las normas fiscales y con la unidad de la UE ante el conflicto de Ucrania que vemos ahora (con la única excepción de Orbán). Pero con Le Pen haciendo pinza con [el primer ministro húngaro, Viktor] Orbán, volvería el discurso de las fuerzas contrarias al proyecto europeo.