Milei pone en crisis la educación pública, bastión de Argentina
Los argentinos se alzan contra el presidente, que amenaza el derecho al conocimiento
Buenos Aires“¿Por qué tanto miedo a educar en el pueblo?”, decía una pancarta en la Plaza de Mayo de Buenos Aires el pasado martes. “Soy el hijo médico de la empleada doméstica gracias a la universidad pública”, decía otra. Unas 800.000 personas según la organización, 150.000 según el gobierno local, se manifestaron en la capital argentina en defensa de la educación pública, siendo varios miles más en otros puntos del país.
Estudiantes, graduados, docentes, sindicatos, organizaciones sociales, dirigentes políticos y ciudadanía en general salieron a la calle reclamando al gobierno una actualización presupuestaria en las universidades, que están funcionando de forma precaria con las partidas prorrogadas del 2023. La del martes fue una de las manifestaciones más masivas de la era Milei. Y es que en Argentina la educación pública y el derecho al conocimiento son pilares innegociables, tenga el color que tenga el gobierno de turno.
El lunes antes, el superministerio de Capital Humano –que ha absorbido el ministerio de Educación– hacía público un pago del estado por cubrir los gastos de funcionamiento de las universidades. Y por la noche Javier Milei se dirigía al país en un mensaje televisivo para sacar pecho de la gestión económica del primer trimestre de gobierno: un superávit fiscal de más de 275.000 millones de pesos, el primero desde 2008. Milei lo calificó de “ gesta histórica” de la que los argentinos pueden sentirse “orgullosos”. Sobre todo teniendo en cuenta "el esfuerzo heroico de la mayoría que está sufriendo" y "la herencia estrepitosa" del anterior gobierno.
El presidente reiteró que los recortes del sector público son "el único camino posible", que "la salida vendrá de la mano de la inversión del sector privado", y sentenció: "La era del supuesto estado omnipresente se ha terminado”. El mensaje fue interpretado como una desincentivación en la movilización del día siguiente, que prometía ser y acabó siendo masiva.
Un patrimonio nacional
Argentina ha sido, durante años, emblema de la educación pública en América Latina y en el mundo. Tan pronto como en 1884, Domingo Faustino Sarmiento, que ocupaba el cargo de director general del Consejo Nacional de Educación, logró que se aprobara la ley que garantizaba una educación pública, gratuita, laica y obligatoria. Más adelante, como presidente de la nación, Sarmiento impulsó una ley de subvenciones para la creación de nuevas escuelas: durante su mandato, se crearon 800, de las cuales el 70% públicas, y el país pasó de tener 30.000 niños escolarizados a tener más de 100.000.
Por lo que respecta a la educación superior, Argentina cuenta con 129 universidades, de las que 66 son de gestión pública y 63 de gestión privada. La Universidad Nacional de Córdoba, inaugurada en 1613, es la más antigua del país y una de las primeras de América. La de Buenos Aires (UBA) se encuentra entre las cien mejores del mundo. La universidad pública es completamente gratuita para los locales y para extranjeros, por lo que se percibe como uno de los principales elementos de igualdad de oportunidades y de ascenso social en el país.
Desde su campaña, Javier Milei ha planteado la necesidad de privatizar la educación superior, que ha acusado de “adoctrinamiento marxista”. La vicepresidenta, Victoria Villarruel, cargaba en sus redes contra el “tongo” de izquierdas en las que, según ella, se ha convertido la UBA, y hace un par de semanas un diputado de La Libertad Avanza reconoció que no creía en la obligatoriedad de la educación, que a menudo los padres “no se pueden permitir el lujo” de enviar a sus hijos a la escuela porque a veces “los necesitan en el taller”.
“La universidad pública fue un gran espacio de crecimiento para mí”, explica en el diario ARA la Sol, de 40 años, que se manifiesta en Plaza de Mayo con sus dos hijos pequeños, a los que quiere “transmitir qué significa poder ser educado ”. Han venido desde el conurbano, el área metropolitana de Buenos Aires: “Soy hija de obreros y tengo muy claro que los derechos se defienden en la calle”. Inés, de 79 años, se graduó el año pasado en Artes Visuales en la Universidad Nacional de las Artes: “Siento auténtico amor por la educación pública, gratuita, inclusiva y de calidad”.
Las demás aristas del reclamo
La investigación científica en Argentina también cuenta con una larga y prestigiosa trayectoria: desde instituciones como el Consejo Nacional de Investigaciones Científicas y Técnicas (CONICET) se han realizado importantes aportaciones a la ciencia a nivel mundial, como un diagnóstico pediátrico del VIH o la creación de un medicamento que ralentiza el avance del Parkinson.
Milei tampoco ha actualizado su presupuesto. "Lo que estamos viviendo es un estrangulamiento infernal", explica al diario ARA el investigador Jorge Geffner: "Se han reducido las becas y los sueldos de los investigadores y se ha suspendido la financiación de proyectos que ya estaban en marcha". Teme un éxodo científico: "Muchos jóvenes ya están buscando oportunidades en el extranjero".
La historia se repite en el ámbito de la cultura. Milei ha ordenado el cierre del Instituto Nacional de Cine y Artes Audiovisuales (INCAA), un organismo público que promueve la creación cinematográfica, una industria prolífica en Argentina reconocida a lo largo de los años y en todo el mundo: “Para el gobierno actual, la cultura es un gasto, no una inversión ni un derecho”, critica Ingrid Urrutia, representante gremial del INCAA. Geffner añade: "Lo que les molesta es el pensamiento crítico en general, y la universidad, la investigación y la cultura son, en esencia, pensamiento crítico".