América Latina

La ultraderecha, favorita en el inicio de la campaña electoral en Argentina

Las presidenciales del 22 de octubre pueden llevar a una segunda vuelta entre Milei y el kirschnerismo

Berta Reventós Meseguer
y Berta Reventós Meseguer

Buenos AiresLa campaña electoral arranca este sábado en Argentina, a siete semanas de las presidenciales del 22 de octubre. Las primarias abiertas (PASO) del 13 de agosto colocaron al liberal de extrema derecha Javier Milei como favorito entre los precandidatos de todos los colores, incluido el del peronismo gobernante, el ministro de Economía, Sergio Massa. Milei, con su formación La Libertad Avanza, se llevó un 30% de los votos; la derecha tradicional de Junts pel Canvi quedó en segundo lugar (28%) con la exministra de Seguridad Patricia Bullrich superando a su contrincante interno, y el oficialismo de Unión por la Patria obtuvo sus peores resultados en décadas: un 27% de los votos. Aunque Massa no lo da todo por perdido, él y todo el aparato peronista tendrán que remar fuerte desde hoy mismo si quieren evitar lo que algunos pronostican: el fin del kirchnerismo.

“Los argentinos están pidiendo un cambio”, dice al ARA Marcelo, de 68 años, que asegura estar “harto de los de siempre”. Considera que las ideas económicas de Milei –dolarizar el país y recortar gasto público– “no son tan locas”. Su mujer, Teresa, le interrumpe: “Pero yo no podría votarle: quiere ilegalizar el aborto y permitir la venta de órganos”. Martina y Lucila tienen 20 años y votarán por primera vez: lamentan que “las izquierdas de verdad no tienen fuerza en Argentina” y creen que acabarán decantándose por Sergio Massa como “la opción menos mala”, teniendo en cuenta que “la gente no tiene dinero y está preocupada por poner un plato en la mesa”. Rodrigo, de 34 años, percibe “nervios y malestar” en la calle, y explica que se ha discutido con su hermana porque votó a Milei en las primarias: “No lo entiendo: ella misma puede estudiar porque se beneficia de la gratuidad de la universidad pública”.

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Saqueos en tiendas y supermercados

Cualquier movimiento de cualquiera de las fuerzas políticas puede ser clave en las próximas semanas. O así lo cree Ana Natalucci, investigadora del Consejo Nacional de Investigaciones Científicas y Técnicas, en relación al episodio de saqueos en supermercados y tiendas que hubo en todo el país la semana pasada: “Fue un intento de desestabilización política por parte de algunos sectores que buscan encender la mecha”, opina en conversación con el ARA. Los hechos enseguida ocurrieron en un segundo plano, cuando el ministro de Economía y candidato Sergio Massa pactó un nuevo préstamo de 7.500 millones de dólares con el Fondo Monetario Internacional para aliviar la deuda que tiene el país con el organismo financiero. Este lunes además Massa anunció un paquete de medidas económicas para paliar los efectos de la devaluación del 21% de la moneda que el Banco Central decretó al día siguiente de la victoria de Javier Milei. Y es que, además de un horizonte político incierto, el país atraviesa una grave crisis económica, con más de un 113% de inflación interanual, una fuerte brecha entre el dólar oficial y las cotizaciones paralelas, y un 40% de la población en situación de pobreza.

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La opinión pública está dividida entre quien cree que Milei ya lo tiene todo ganado y quien cree que existen otros desenlaces posibles. Algunos están convencidos de que el oficialismo se mantiene con perfil bajo para dar un golpe final. El silencio de la vicepresidenta Cristina Fernández de Kirchner levanta sospechas de que su partido planifique una aparición de última hora "que arrastre al electorado", ya que "ella tiene el poder de hacerlo", opina Natalucci. Pese a pertenecer al mismo espacio político, para muchos votantes "Cristina representa la lucha contra los poderosos y Massa, el establishment", recuerda. Otros atribuyen la discreción de la vicepresidenta a una posible derrota que sería el fin de su carrera.

La incógnita de los abstencionistas

Un resquicio donde depositan la esperanza los contrarios a Milei es el abstencionismo que se produjo en las PASO: pese a que el voto en Argentina es obligatorio, la participación fue de un 69%, pero se prevé que en el octubre suba. En las presidenciales de 2019 fue del 81%; por tanto, "la gran incógnita ahora mismo es qué votarán los que se abstuvieron", dice el analista. Y de ahí se derivan dos preguntas: ¿a quién irán los votos del contrincante derrotado de Bullrich, Horacio Rodríguez Larreta? ¿Y los de las fuerzas minoritarias que no han obtenido representación suficiente para concurrir a las elecciones? Las encuestas pronostican una segunda vuelta, prevista en el sistema electoral argentino en caso de que ningún candidato supere el 45% de los votos o el 40% con más de 10 puntos de ventaja frente al principal opositor. Aunque los sondeos auguran más votos para Milei que en las primarias, seguirían sin ser suficientes para gobernar y la segunda vuelta se la disputarían el candidato de ultraderecha y Massa, y sería el 19 de noviembre.

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En el resto de América Latina, los ojos están puestos en la Argentina. Lula da Silva ha advertido que Milei le parece más peligroso que Bolsonaro, y en una reunión que ha mantenido esta semana con Sergio Massa, ha insistido: "Haz lo que tengas que hacer, pero gana". Natalucci cree que es improbable un giro hacia la ultraderecha: “A nivel regional, estaría desfasado: no estamos en el 2019, se respira otra cosa, y Argentina siempre ha acompañado a la dinámica del conjunto de la región; sería una novedad que se desacoplara”. El país arranca hoy, con el inicio de la campaña electoral, una carrera llena de incertidumbre, tensión y anhelos desesperados de estabilidad.