Un año de guerra en Gaza

Un año después, la catástrofe humanitaria en Gaza es de proporciones bíblicas

El 96% de la población está en riesgo de desnutrición y la población no tiene dónde refugiarse, con dos tercios de los edificios residenciales destruidos o dañados

El CairoEl castigo colectivo infligido por el ejército israelí sobre la franja de Gaza ha llegado a una escala jamás vista. Las bombas empezaron a caer el mismo 7 de octubre –horas después de que Hamás lanzara su ataque sobre comunidades cercanas a la Franja, que mató a 1.200 personas y acabó con 300 secuestrados– y no han dejado de hacerlo desde semillas. Día y noche. Israel dispone de misiles y bombas con potencia suficiente para atravesar edificios, ya que están pensados ​​para intentar penetrar en la red de túneles que Hamás tiene en el subsuelo. Por eso el grado de devastación es brutal, con barrios enteros borrados y una población que ya no tiene dónde refugiarse.

Las cifras de la devastación no dejan lugar a la duda: hoy la vida en Gaza es un infierno. Y no solo por el número de muertos, que ya se elevan por encima de los 41.600, sino por la situación de catástrofe humanitaria en la que viven los supervivientes. Los 2,2 millones de palestinos que viven en esta cárcel a cielo abierto se han convertido casi todos en desplazados internos, en un espacio de similares dimensiones en la comarca del Maresme. El 96% de la población está en riesgo de desnutrición, porque, tal y como han denunciado gobiernos como el de Egipto, Israel está utilizando el hambre como arma de guerra. La ayuda humanitaria entra con cuentagotas a causa del bloqueo que mantiene Israel. Los bombardeos destrozaron la infraestructura sanitaria, y las enfermedades que estaban erradicadas, como la polio, volvieron a brotar. Y los ataques militares reiterados sobre escuelas y hospitales han dejado un sistema de salud colapsado e incapaz de afrontar la magnitud del desastre.

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