China en ocho cifras
La desaceleración económica, el envejecimiento y las desigualdades desafían el milagro económico
BarcelonaLa desaceleración económica, la crisis inmobiliaria y financiera, el envejecimiento de la población y el crecimiento de las desigualdades son algunos de los grandes desafíos que marcarán el futuro del milagro económico chino. Pekín ha buscado consolidar su posición en el mundo en un juego de alianzas y tensiones globales. Repasamos algunas de las cifras que ayudan a explicar la China de hoy y que marcan cómo puede ser el gigante asiático mañana.
China es uno de los países del mundo que envejecen más deprisa. Ahora ya tiene 200 millones de personas de más de 65 años, y que representan el 14,2% de la población. El crecimiento demográfico del gigante asiático se ha frenado: después de aumentar alrededor del 0,5% entre el 2005 y el 2016, el año pasado su población aumentó solo un 0,03%. Por eso se abandonó la política de hijo único. El año que viene China (1.410 millones de habitantes) dejará de ser el país más poblado del mundo: lo será la India (1.390 millones), donde cada día nacen 86.000 niños, por los 49.400 de China.
China es el principal emisor de CO2 del mundo en términos absolutos, pero no per cápita (en 2020 los norteamericanos emitieron de media 14,86 toneladas de CO2, por las 8,05 de los chinos, que además producen para todo el mundo). Quema casi el 50% del carbón del mundo, y en sus minas mueren cada año dos mil trabajadores según los datos oficiales, pero a la vez es el principal inversor mundial en energías limpias. La pandemia, la crisis inmobiliaria y la inversión en renovables han hecho bajar las emisiones un 8%. El objetivo de Pekín es lograr la neutralidad climática en 2060.
La segunda economía del mundo ha sufrido una desaceleración significativa. Cuando ya estaba bajo una fuerte presión por los problemas del sector inmobiliario y el debilitamiento de la demanda mundial de productos fabricados en China, el repunte de casos de covid-19 hace temer todavía resultados más bajos. Después de crecer a ritmos de entre el 7% y el 10%, los organismos internacionales han rebajado las previsiones para el 2022 a entre el 3,3% y el 4,3% debido a las incertidumbres externas e internas. Las autoridades chinas se han fijado el objetivo del 5,5%.
La diferencia entre ricos y pobres o entre la China urbana y la rural continúa estando muy por encima de la mayoría de países desarrollados y también de la media asiática. El índice Gini, que valora la desigualdad social, se situó en 2020 en el 0,468 (0 significa que toda la población tiene los mismos ingresos y 1 que una sola persona los concentra todos y el resto no tiene nada). Las desigualdades se redujeron entre el 2008 y el 2015, pero se volvieron a disparar después. El presidente Xi Jinping ha prometido paliarlo con la política de “prosperidad común”, pero no ha funcionado.
China ha vivido cuatro décadas de un intenso proceso de urbanización. La población que vive en ciudades se ha más que triplicado desde 1982. Esto también ha supuesto un crecimiento de los migrantes internos, que en 2020 llegaron a los 376 millones, un 25% del total de la población. Desde el año pasado, sin embargo, los precios y el ritmo de venta de viviendas se han hundido y el sector inmobiliario está cayendo en una enorme crisis. Sector público, empresas y familias se han endeudado por encima del 250% del PIB.
Si bien es la segunda potencia económica del mundo, China ocupa el puesto 85 de 189 países en el ranking del índice de desarrollo humano. Este índice valora tres dimensiones: una vida larga y saludable, el acceso al conocimiento y un nivel de vida decente. Uno de los elementos que explican la draconiana estrategia de covid cero es precisamente la inexistencia de un sistema sanitario capaz de afrontar el impacto de la pandemia sobre una población mal vacunada.
La polémica compra por parte de China de un sector del puerto de Hamburgo ha sido la última polémica. China ya ha comprado 100 puertos en 63 países. Y es que Pekín se está focalizando en la compra y construcción de grandes infraestructuras, con proyectos en marcha en los cinco continentes. Empresas chinas también construirán el tren de alta velocidad que unirá Hungría, Serbia y Grecia. En España, las inversiones chinas han aumentado un 90% en el último año: se concentran en el turismo, la alimentación y el deporte.
China ha comprado 970.000 millones de dólares en bonos de deuda de Estados Unidos. A pesar de las crecientes tensiones políticas con el gobierno de Joe Biden por Taiwán, Pekín no ha dejado de comprar deuda norteamericana. Los objetivos son dos: frenar la caída del yuán, que ha caído un 9,3% ante el dólar, y tener un arma de presión en las negociaciones con Washington. Pero a la vez China no quiere que el valor de la deuda norteamericana se desplome, porque esto también le supondría fuertes pérdidas.
Fuentes: Banco Mundial, Departamento del Tesoro de Estados Unidos, PNUD, Oficina Nacional de Estadística China, Carbon Brief.