Conflicto en el Cáucaso

"Al menos ayúdennos a salir vivos de aquí"

Las fuerzas azeríes están concentrando a la población del Alto Karabaj en la capital de la región y la invitan "a integrarse"

Gaiane Yenokian
y Gaiane Yenokian

Ereván (Armenia)En Stepanakert, la capital de Nagorno-Karabaj, que ha sido blanco de los bombardeos durante los últimos días, seguían visibles las columnas de humo este domingo, pero no de las bombas, sino de las estufas de leña de miles de desplazados por los combates. Nagorno-Karabaj es una región poblada por armenios que era un territorio autónomo dentro de Azerbaiyán mientras duró la Unión Soviética y que, cuando ésta se disolvió, declaró la independencia. Sin embargo, en el 2020 hubo una guerra y Azerbaiyán ocupó parte de la región, y el pasado miércoles consiguió que se rindiera completamente después de una ofensiva a gran escala que duró tres días.

"Stepanakert se ha convertido en un campo de refugiados. Aquí han traído a gente de diferentes regiones que ahora están bajo el control de las tropas azeríes. Salieron de casa con las manos vacías, sin comida ni ropa”, explica Tatev Mirzoian, de 27 años, desde Stepanakert

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Después de un bloqueo de nueve meses impuesto por Azerbaiyán al corredor de Lachin, la única carretera que conectaba Nagorno-Karabaj con Armenia, la región se quedó sin comida, medicinas y otros suministros esenciales. Además, en el territorio sigue sin haber electricidad ni gas, y es extremadamente difícil acoger a tantos desplazados en estas condiciones.

"Durante el bloqueo teníamos electricidad solo unas cuantas horas al día, pero después de la ofensiva del 19 de septiembre, cuando el ejército azerí atacó muchas infraestructuras, incluidas las líneas eléctricas, no tenemos electricidad. Ahora utilizamos leña para calentar y cocinar la poca comida que podemos encontrar", describe Tatev. En varios hospitales y edificios gubernamentales hay generadores, y la gente hace largas colas para poder cargar las baterías de los móviles. “Hoy han abierto unas cuantas panaderías y la cantidad de gente que ha ido era tan grande que era imposible acercarse. Cientos de personas esperaban un pedazo de pan seco”, dice el joven.

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El 24 de septiembre unas 150 toneladas de ayuda humanitaria –harina, sal, aceite, levadura– proporcionadas por las fuerzas de paz rusas llegaron a Nagorno-Karabaj a través de la autopista Goris-Stepanakert. El Comité Internacional de Cruz Roja transportó otras 65 toneladas de harina, según un comunicado del centro de información de esta región. "Mi familia todavía no ha recibido ninguna ayuda. El caos en Stepanakert continúa y pronto habrá aún más desplazados porque también están evacuando la ciudad de Martakert", lamenta Tatevik Khatxatrian, de 29 años, también desde la capital de Nagorno-Karabaj. "En realidad no podemos decir que sea una evacuación, porque Stepanakert también está rodeada por las tropas azeríes. Cuando oscurece, podemos ver la luz de las hogueras de los soldados. Los vecinos de los barrios de la periferia han tenido que irse de su casa porque los soldados estaban demasiado cerca", añade.

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Aunque la mayoría de la población de Nagorno-Karabaj, unas 120.000 personas en total, se están concentrando en Stepanakert, Tatevik no sabe si la capital es un lugar seguro. “La gente no quiere quedarse sola en casa. Aquí compartimos todo lo que tenemos, hablamos de las noticias que recibimos. Todo el mundo se pregunta qué pasará mañana, y no hay una respuesta cierta". Los desplazados se alojan en las aulas de las universidades o de las escuelas, o simplemente duermen en el suelo de las iglesias. Debido a las infraestructuras dañadas, la conexión telefónica y de internet también es limitada. Además, la ciudad de Martuni y otros pueblos todavía siguen asediados, y la gente no puede contactar con sus familiares: no saben si están vivos o muertos."En los últimos dos días la Oficina del Defensor de los Derechos Humanos y otros organismos estatales han recibido más de 600 llamadas y solicitudes para encontrar a familiares o seres queridos desaparecidos", afirma el defensor del pueblo de Nagorno-Karabaj, Gegham Stepanyan.

La gente recibe SMS del gobierno de Azerbaiyán que dicen: "La mejor opción que tiene es integrarse en la comunidad azerí". "Esto no es ninguna opción, es una burla. Si nos integramos, no nos matarán, ni nos decapitarán, ni nos dispararán, ni moriremos de hambre", denuncia Tatevik Khatxatrian, desde Stepanakert. Los últimos datos actualizados sobre el número de víctimas de la ofensiva militar son del 20 de septiembre. Entonces el Defensor del Pueblo hablaba de 200 muertos y más de 400 heridos. “Los heridos civiles superan las 40 personas, de las que 13 son niños. En estos momentos hay 10 muertes confirmadas de civiles, de los que cinco son menores", decía. No se sabe cuántas personas están desaparecidas.

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Como la mayoría de la población, Tatevik también se marchará de Nagorno-Karabaj tan pronto como pueda. "Azerbaiyán nos sugiere obtener la ciudadanía azerí, olvidar nuestra identidad, nuestra lengua y nuestra cultura. ¿Cómo quieres que mi hijo vaya a la escuela y tenga que estudiar una historia inventada sobre esta región que nos presente a los armenios como gente horrible?”, se pregunta. Opina que sólo unos cuantos, pocos, se quedarán en la región, una vez esté completamente bajo el control de Azerbaiyán. "Quienes se queden –declara– son los que prefieren ser asesinados en su tierra que vagar en un exilio incierto".

Este domingo, un primer grupo de civiles ha sido evacuado a Armenia por las fuerzas de paz rusas. "A las 18 horas, 377 ciudadanos desplazados por la fuerza han entrado en Armenia desde Nagorno-Karabaj", ha informado el gobierno armenio. “Marchar de Nagorno-Karabaj sin un corredor humanitario garantizado es peligroso. Azerbaiyán puede permitir el paso de un grupo de personas, pero después puede etiquetar a otras como terroristas y arrestarlas a todas. Ya hemos tenido un caso así”, dice Tatevik en referencia al caso de Vagif Khatxatrian. Debía viajar a Armenia para recibir tratamiento, pero los guardias azeríes de la frontera no le dejaron pasar a pesar de que iba en un convoy del Comité Internacional de Cruz Roja. Lo sacaron del vehículo y le acusaron de cometer crímenes de guerra durante la primera guerra de Nagorno-Karabaj a principios de los años noventa, aunque la Oficina Armenia de Defensa de los Derechos Humanos lo desmintió.

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En nombre de la mayoría de la población de Nagorno-Karabaj, dice Tatevik, reclaman un corredor humanitario. "Cuando se trata de Nagorno-Karabaj, las resoluciones de la ONU no sirven para nada. Desgraciadamente no esperamos mucho de la comunidad internacional, pero al menos ayúdennos a salir vivos de aquí".