Los escándalos de Boris Johnson

¿Boris Johnson cuenta ya sus últimos días en Downing Street? Guía para no perderse en los escándalos

El miércoles o el jueves se darán a conocer las conclusiones del informe sobre el Partygate, que puede acabar con la carrera del 'premier'

LondresSe trata de un “escándalo verdaderamente británico”, cogiendo el título del libro y la miniserie basados en el caso Thorpe, la dimisión del líder del Partido Liberal en 1976 debido a lo que se acabó juzgando como el intento de asesinato de su ex amante, Norman Scott, con quien había mantenido una relación a principios de la década.

En este caso no hay sexo, al menos que se sepa por ahora, pero el escándalo es igualmente británico. Tiene el epicentro en Downing Street, la fachada del poder político del Reino Unido. El Partygate, las fiestas que tenían lugar durante los diferentes confinamientos, amenaza con hundir, quizás esta misma semana, la carrera del premier, Boris Johnson.

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Navidad 2020, primera fiesta

Una información negada inmediatamente por Downing Street

El 1 de diciembre del año pasado el Daily Mirror, un tabloide pro laborista, publicó la primera información sobre una fiesta en Downing Street días antes de la Navidad de 2020. Bebida y nada de distancia social, cuando el gobierno había cancelado los encuentros familiares y el país volvía a entrar en un confinamiento duro, como el de la primavera anterior.

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El pasado 8 de diciembre Johnson dijo en el Parlamento que “nunca se habían roto las reglas” en su residencia oficial. La tormenta aflojó un poco hasta que apareció un vídeo en el que su ex jefa de prensa y parte de su staff hacían broma sobre la información del Mirror.

Johnson volvió al Parlamento y dijo que estaba tan indignado como todo el mundo por lo que había visto. La ex jefe de prensa, Allegra Stratton, dimitió como asesora del gobierno. Entremedias se había publicado algún dato relativo a otras celebraciones en otros departamentos del gobierno, pero nada causó mucho revuelo. El primer ministro se fue de vacaciones confiando en que el año nuevo esparciría la niebla.

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Todo lo contrario. El 7 de enero, nuevas revelaciones de fiestas durante el primer confinamiento (mayo de 2020), crucialmente una a la que asistió el propio Johnson, a pesar de que “creía que era un acontecimiento de trabajo”, y un e-mail de su secretario privado en el que convocaba a unas cien personas en el jardín de Downing Street a “traer su propia bebida” para la ocasión profundizaron la crisis.

La revelación de dos fiestas más, la noche de antes del funeral del marido de la reina (abril de 2021), con el país también medio cerrado para combatir la pandemia, causó todavía más indignación: se demostraba que había un patrón de conducta habitual y que quien imponía las reglas no las cumplía. Y ayer mismo, el Times volvía a hacer hincapié en las informaciones, sobre las que hasta ahora se había pasado de puntillas, relativas a al menos dos fiestas privadas en el apartamento personal de Johnson (noviembre de 2020, con su mujer como anfitriona y personal de la administración como invitados).

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El peor enemigo

La larga mano de Dominic Cummings se hace notar

En noviembre de 2020, en medio de una guerra civil en Downing Street, el hasta entonces Maquiavelo del príncipe Johnson, Dominic Cummings, era expulsado del gobierno. La prensa británica ha comentado mucho el papel de Carrie Symonds, la actual mujer de Johnson y madre de dos de sus seis o siete hijos –según sean reconocidos o no–, en la caída de Cummings. Lo cierto es que desde entonces el hombre clave en la victoria del Brexit (2016) y que llevó al caótico pero popular y populista político a Downing Street no ha parado de hacerle la vida imposible.

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El 7 de enero, en su blog, Cummings hablaba de la fiesta de mayo de 2020 a la que Johnson fue confundiéndola con una reunión de trabajo. Tres días después se publicaba el e-mail del secretario privado. Los acontecimientos se precipitaron y Johnson tuvo que pedir unas disculpas muy poco creíbles ante los Comunes. Desde entonces todo ha ido todavía peor para él.  

Una mujer con mucho poder

Sue Gray, la funcionaria que tiene en las manos el destino de Johnson

A raíz de la primera información sobre la fiesta de la Navidad de 2020, después del intento del gobierno de mirar hacia otro lado, finalmente Johnson pidió al secretario del gabinete, Simon Case, que abriera una investigación interna sobre el asunto. El papel de Case –el más alto funcionario del Estado, que asiste al ejecutivo– fue más bien curioso: un par de días después de recibir el encargo, se publicó que él también participó en una celebración previa a las fiestas de Navidad de 2020.

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El gobierno pasó entonces la pelota a Sue Gray, la número 2 del escalafón, con fama de rigurosa e independiente. Pero, aunque lo sea, la investigación no lo es. Porque el veredicto, que se espera para el miércoles o el jueves de esta semana, se lo tiene que remitir a Johnson. La supuestamente ejemplar democracia británica rompe moldes. Una investigación que puede hacer saltar por los aires el liderazgo de Johnson lo encarga el propio Johnson, que será, a la vez, quien decidirá cómo y de qué manera se hace pública la conclusión y qué consecuencias inmediatas tiene.

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Si se demuestra que el premier ha mentido en los Comunes –Johnson es conocido por las mentiras con las que ha aliñado tanto su carrera periodística como la política–, el código ministerial británico lo obligaría a dimitir. Pero en función de cómo esté redactado el informe, el primer ministro podría quedar exculpado. Exculpado por bobo, por no saber qué pasaba en su casa en relación con las fiestas. La disyuntiva para Westminster es sorpresiva: el primer ministro podría seguir en el cargo porque solo es un bobo, no un mentiroso, al menos no por el Partygate.

Un partido a la deriva

El estilo de Johnson se ha proyectado en una administración caótica

Hace casi doce años que el Partido Conservador está en el poder. Desde el referéndum del Brexit todo se complicó. La victoria de Johnson en 2019, apabullante, hizo presuponer que las diferentes facciones de los tories se curarían las heridas. La pandemia y, sobre todo, el estilo caótico de Johnson, poco riguroso e incapaz de ser metódico, ha acabado por sintetizarse en el Partygate. Pero este no es el primer escándalo de su liderazgo.

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Quién pagó las vacaciones de la Navidad 2019-2020 en el Caribe, por qué no asistió a cinco reuniones del comité de crisis Cobra para ponerse al día del riesgo que implicaba lo que sucedía en Wuhan en febrero de 2020, cómo intentó esconder un escándalo de corrupción de un diputado tory el pasado octubre, las reformas de su apartamento, el Partygate y, finalmente, y por ahora, las acusaciones de chantaje a los diputados rebeldes denunciadas la semana pasada por parlamentarios conservadores prueban la extrema complejidad de la situación.

Una vez se conozca el informe de Sue Gray, los conservadores tendrán que decidir si pasan cuentas inmediatamente con Johnson con una cuestión de confianza. Johnson también podría optar por dimitir. Pero, en cualquier caso, su fin parece muy cerca. Porque su autoridad moral se ha desvanecido.