Los escándalos de Boris Johnson

Un ex ministro 'tory' en la sesión de control de Johnson: "Por el amor de Dios, váyase"

El primer ministro recibe la más simbólica de las ofensas en el debate semanal en los Comunes

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Boris Johnson, en un momento de su intervención a los Comunes, este mediodía de miércoles

LondresLa humillación a la que está siendo sometido Boris Johnson debido al Partygate no tiene freno. En una de las sesiones de control semanales más extraordinarias de los últimos años en Westminster –y ha habido muchas desde el referéndum del Brexit–, el premier ha recibido este miércoles una de las ofensas más simbólicamente hirientes que se le podían infligir. Con una cita demoledora muy conocida entre los parlamentarios y casi por el público general, el ex ministro del Brexit en el primer gobierno de Theresa May, David Davis, le ha pedido a Johnson: "Por el amor de Dios, váyase".

David Davis, durante la breve pero demoledora intervención contra Boris Johnson este miércoles en el Parlamento.

Davis, parlamentario de gran prestigio entre los diputados de segunda fila, ha comparado a Johnson con Neville Chamberlain, el primer ministro que firmó el Pacto de Múnich en 1938, por el que se aceptaba que la región checa de habla alemana de los Sudetes pasara a ser de soberanía nazi, en un intento de evitar la guerra en Europa.

Casi al final de la sesión de control, Davis le ha dicho en los términos más dramáticos y teatrales posibles: "En las pasadas semanas y meses, he defendido la tarea del primer ministro ante muchos electores enfadados por todo lo que ha hecho, por el Brexit, por el programa de vacunación y otras muchas cosas. Pero espero de mis líderes que asuman la responsabilidad por sus acciones. Ayer [Johnson] hizo todo lo contrario. Por lo tanto, le recordaré una cita muy familiar, de Leo Amery [periodista y político conservador opuesto a la política de apaciguamiento de Hitler] a Neville Chamberlain: 'Ha estado sentado aquí demasiado tiempo con todo lo que ha hecho. Por el amor de Dios, ¡váyase!" Un momento eléctrico en los Comunes en el que Johnson ha respondido con una mentira más que evidente, una más en su carrera, cuando ha asegurado: "No la reconozco". Y como ya ha quedado dicho, la frase de Amery, que había cogido a Oliver Cromwell (1653), es una de las más famosas del diario de sesiones del Parlamento británico.

La explícita comparación de Johnson con Chamberlain es, sin duda, una gran ofensa para el premier, y da donde duele más, en el orgullo. Porque Boris Johnson creía, ya antes y especialmente después de haber llegado al poder en julio de 2019, que era y es la reencarnación de su gran ídolo, Winston Churchill, el hombre que dirigió el Reino Unido a partir de 1940 y hasta el final de la Segunda Guerra Mundial, y que se opuso al pacto de Múnich firmado por Chamberlain.

Las palabras de David Davis han tenido un gran efecto dramático en la Cámara de los Comunes. Y el enfrentamiento con Johnson, junto al que formó parte del primer ejecutivo de Theresa May, ha puesto de manifiesto un cambio fundamental en la política, no solo la británica, sino la del siglo XXI y la época de las redes y las fake news. Porque, a pesar de las diferencias ideológicas que cualquier otro diputado pueda tener con el ex ministro del Brexit, su comportamiento ha sido siempre, a lo largo de su carrera, el de un hombre que ve la política como un asunto público en el que la honestidad es fundamental. Todo lo contrario de Boris Johnson.

Tránsfuga

Pero la sesión de control todavía ha dado para más. Porque instantes antes de empezar, el diputado conservador Christian Wakeford, de una de las circunscripciones de la cercanía de Manchester, hasta el 2019 en manos laboristas, ha anunciado que abandonaba el partido y pasaba a formar parte del grupo laborista. Ha sido la primera vez en quince años que un tory ha cruzado literalmente la cámara en dirección a la bancada de la oposición.

Su viaje, sin embargo, quizás denota más una preocupación por su futuro político –ganó el escaño por solo 400 votos y pico– que el convencimiento de que las políticas laboristas son mejores que las conservadoras. Hace solo seis meses declaraba en el Parlamento que el "laborismo ya no representa los intereses de las clases trabajadoras". Pero en la carta de dimisión, Wakeford ha dejado escrito: "Usted [Johnson] y el Partido Conservador se han mostrado incapaces de exhibir el liderazgo que el gobierno y el país merecen".

Johnson se ha mantenido fiel al guion marcado y ha puesto una vez más todos los huevos en el mismo cesto, en el del informe de la alta funcionaria del Estado Sue Gray, rogando que lo exonere de cualquier responsabilidad. Las próximas horas y días seguirán siendo fascinantes, decisivas para el futuro político de Boris Johnson. De momento, este miércoles ha comprado un poco de tiempo. Al final de la jornada, el ambiente en Westminster parece menos proclive a la revuelta inmediata que de buena mañana parecía inminente. A la espera del pronunciamiento de Gray sobre las fiestas en el Número 10 de Downing Street y la cultura del alcohol.

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