El cementerio de satélites donde se acumula la basura espacial de EE.UU., China y Rusia
Los humanos también contaminamos el espacio, y Estados Unidos, China y Rusia lideran el ranking
BarcelonaEl primer satélite que se lanzó al espacio fue el Sputnik I, de la antigua Unión Soviética. Fue en 1975 y marcó el momento en el que los humanos empezamos a contaminar el espacio. La basura espacial, o, en su nombre técnico, space debris, es cualquier objeto que ha quedado en el espacio que ya no tiene utilidad o que ha fallado: los satélites, los cohetes que se utilizan para ponerlos en órbita y los fragmentos que se generan en explosiones o colisiones.
Todos estos objetos se encuentran en la órbita terrestre baja, entre los 160 y los 1.000 km de altitud. Es donde orbitan los satélites activos que se utilizan para operaciones diarias como los sistemas de navegación, la meteorología, la gestión de catástrofes, y pronto las grandes constelaciones como Starlink, del magnate Elon Musk, y One Web, que permitirán poder acceder a internet por satélite. En consecuencia, también es la zona que está más saturada y se ha convertido en un cementerio de satélites inactivos.
El departamento de Defensa de Estados Unidos, con la Red de Vigilancia Espacial, se encarga de observar, catalogar e identificar los objetos. Según estiman, existen 2.000 satélites activos, 3.000 satélites muertos, 34.000 piezas de basura espacial de más de diez centímetros y 128 millones de fragmentos de menos de un milímetro. Si alguno de estos entrar en colisión con otro, podría tener efectos devastadores y habría un efecto cadena que produciría millones de fragmentos pequeños. Es lo que se conoce, en la comunidad aeroespacial, como el efecto Kessler.
En 2009 se produjo la primera colisión entre un satélite ruso inactivo y un satélite de Estados Unidos activo. El incidente provocó una nube de basura con 2.000 piezas de al menos diez centímetros y miles de pequeñas. "Aún no hemos visto una colisión igual, pero no estamos lejos de que ocurra", alerta el experto en basura espacial de la Agencia Espacial Europea (ESA), Benjamín Bastida. Es difícil imaginar la vida del siglo XXI sin los satélites, pero el exceso y la acumulación constante de basura espacial podría impedir, en un futuro, el acceso al espacio.
Las primeras recomendaciones
En los años noventa, las agencias internacionales espaciales de todo el mundo crearon el Inter-Agency Space Debris Coordination Committee y en 2002 publicaron las primeras recomendaciones para reducir la basura espacial. Al no ser leyes de obligado cumplimiento, muchos de los países tardaron años en aplicarlas a los cohetes y satélites que arrojaban. Hoy en día, la ESA lleva a cabo la propuesta Zero Debris para reducir al mínimo el riesgo de generar nuevos fragmentos. Las directrices actuales establecen que un objeto no puede permanecer en la órbita baja más de 25 años después del fin de su vida. LA ESA propone que ese tiempo se reduzca a cinco años. Además piden que, para evitar explosiones, cuando el satélite deje de funcionar, debe poder expulsar todas las fuentes de energía eléctrica y el combustible. Otra de las recomendaciones es calcular el riesgo de colisión entre satélites activos y los objetos tratables de más de 10 cm y realizar maniobras para mover el satélite amenazado. La operación Remove Debris de 2019 consiguió mover uno a través de un arpón para intentar acercarlo a la órbita más baja posible para que se desintegrara en un máximo de ocho semanas.
Normalmente, la mayoría de objetos en la órbita baja se queman al entrar en la atmósfera y no llegan a aterrizar. Los que sí llegan al suelo lo hacen sin provocar ningún daño ni riesgo, a menudo en el mar o en zonas con mucho terreno sin población, según datos de la NASA. Bastida explica que la ESA recomienda que los satélites del futuro estén hechos de materiales que al entrar se quemen completamente.
Bastida explica que, aunque la ley espacial es limitada, manda que un satélite de un país siempre será de su propiedad y ningún otro puede tocar ni retirar un satélite que no le pertenece "porque se podría considerar una agresión". En caso de colisión entre satélites de diferentes países, debería probarse que hay una falta de uno de los dos para poder poner una multa. Por el momento, el 80% de la basura espacial pertenece a Rusia, China y Estados Unidos, según Space-track.org, un proyecto de investigación de las Fuerzas Aéreas de Estados Unidos. De hecho, ha sido el primer país en multar a una empresa, Dish Network, por dejar basura en órbita.
Cuando se lanzaron los primeros objetos al espacio, no pensaron en cuáles serían las consecuencias. Casi setenta años después, todavía hay un objeto del segundo lanzamiento de 1958 que sigue en órbita. Ahora se buscan soluciones para que la huella humana sea sólo aquella que pisó la superficie de la Luna.